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domingo, 30 de diciembre de 2018

ORDESA de Manuel Vilas


En Ordesa, Manuel Vilas narra una historia personal con una
intensidad similar a la que recorre su poesía: el pasado, el
desvanecimiento de dos familias, la muerte de los seres
queridos, las ausencias y la lejanía de los que ama, la España en
la que vive y aquella en la que creció, los recuerdos, la sensación de
desarraigo... Con una voz valiente y transgresora, mezclando realidad y ficción, prosa y poesía, el autor construye un relato en el que todos podemos reconocernos y recorre en él el camino inverso desde el presente inequívoco hasta el origen imaginado.
Escrito a ratos desde el desgarro, y siempre desde la emoción, este libro es la crónica íntima de la España de las últimas décadas, pero también una narración sobre todo aquello que nos recuerda que somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y sobrevivimos. «Este es el libro que necesitábamos todos nosotros. Desde la primera hasta la última sílaba es nuestro libro.»
Juan Cruz Ruiz «Un escritor único, brillante y desprejuiciado, que va por libre y al que no le importa arriesgar.»
Sara Mesa «Manuel Vilas sabe mirar más allá de los tristes lugares comunes. Su
escritura está hecha de sabiduría, es decir, de amor.»
Elvira Navarro «El gran signo que diferencia al autor de sus coetáneos de nuestra actual narrativa innovadora es el alejamiento de impostados cosmopolitismos y un enraizamiento español sin complejos, lúcido, crítico y de alcance universal.»
Santos Sanz Villanueva, «Vilas tiene talento doble de narrador y de poeta: cuenta el tránsito y aísla el momento, se deja llevar por el fluir de la escritura igual que por el del viaje, y se detiene en estampas de situaciones y espacios que son poemas en prosa y polaroids verbales.»
Antonio Muñoz Molina  «España es un libro de inusitada frescura. Es literatura en estado puro y procesa sin miedo los desafíos de la identidad y el verosímil que enfrentan los verdaderos creadores como Vilas.»


sábado, 22 de diciembre de 2018

BORGES A CONTRALUZ de Estela Canto


 La argentina Estela Canto (1916-1994) —quien colaboró en la legendaria revista Sur y escribió relatos y novelas que ahora ya nadie o casi nadie lee ni recuerda— fue la fémina cuyo nombre Jorge Luis Borges inmortalizó al dedicarle, al término, su cuento “El Aleph”. En su libro de memorias Borges a contraluz . Estela Canto apunta que entre 1944 y 1952 fue amiga íntima de él, pero que su amistad se extendió hasta noviembre de 1985, que fueron las semanas previas a su último vuelo a Europa con María Kodama (Buenos Aires, marzo 10 de 1937), donde habría de morir en Ginebra el 14 de junio de 1986, poco después de su controvertido casamiento con ésta y de haberla nombrado heredera universal de sus derechos de autor y de la mayoría de sus bienes.
  En su libro, Estela narra y enfatiza —apoyada por las cartas que Borges le escribió— que ella es la musa del “El Aleph”. Pero Monegal dice que “la verdadera musa es laDivina Comedia” —ver el Ficcionario (FCE, 1985) y su biografía— y que “la Beatriz del cuento está más relacionada con el estilo y la clase social de otra amiga de Borges, Elvira de Alvear” (1907-1959), mujer de la alta sociedad que lo visitaba en la Biblioteca Miguel Cané, a la que le prologó su poemario Reposo (Gleizer, 1934), que murió loca y a la que Borges le dedicó un poema que fue grabado en su lápida y que se lee en El hacedor (Emecé, 1960). Al respecto, Borges, falaz y lúdico, comentó en 1970 en su nota para The Aleph and Other Stories: “Algunos críticos [...] han descubierto a Beatriz Portinari en Beatriz Viterbo, a Dante en Daneri y el descenso a los infiernos en el descenso al sótano. Por supuesto, estoy agradecido por esos inesperados regalos. Beatriz Viterbo existió en realidad. Escribí el relato después de su muerte.” Pero según Estela no sólo tal cuento fue acuñado bajo la atmósfera mágica que sus seductores encantos propiciaron en Borges: “Al parecer, yo era entonces para él el eje del mundo. Me decía que El Aleph iba a ser el comienzo de una larga serie de cuentos, ensayos y poemas dedicados a mí”. Y que de entre todas las féminas que Borges conoció y se enamoró a lo largo de su vida (la mayoría platónicamente) sólo con ella “él había creído posible la felicidad del amor realizado”; no obstante, apunta: “Cuando me apretaba entre sus brazos, yo podía sentir su virilidad, pero nunca fue más allá de unos cuantos besos”.


domingo, 16 de diciembre de 2018

EL AMOR NO ES UN VERSO LIBRE de Susana Fortes


 Por un lado tenemos a la jovencísima estudiante Kate Moore, que llega a la Residencia de Estudiantes para ampliar sus estudios en literatura española y deseosa de sumergirse en la cultura de un país que idealiza y, sin embargo, se encuentra con una nación que más bien tiene poco tiene con la imagen que ella tenía en su cabeza. Un país de carne y hueso, con una ingente cantidad de debilidades y que está a punto de quebrarse. En una ciudad en la que todo se sabía y, sin darse cuenta de dónde se estaba metiendo, no puede evitar enamorarse de su maduro profesor, Álvaro Díaz-Ugarte, el otro lado de esta historia. Un hombre de inclinaciones izquierdistas que, para más inri, está casado con la hija de un acérrimo católico y uno de los hombres fuertes del gobierno de derechas. No sé a vosotros, pero a mi me parece que la emoción está servida.
En una misma novela tenemos suspense, romance, intrigas políticas y todo ello situado en un interesante momento de la historia de nuestro país. Asimismo, además de para un relato trepidante, también hay sitio para la reflexión a lo que contribuye Susana Fortes con una retahíla de frases lapidarias muy bien puestas, que están presentes a lo largo de todo el libro y surgen como si tal cosa, como si se tratase de algo totalmente improvisado: “Un país que huele a incendio recién apagado no es para tomárselo a la ligera”, por poner un ejemplo. Me veo en la obligación de decir que, con frases como esta, mi profesor de filosofía del instituto se habría puesto las botas.
Creo que merece una mención especial el estilo narrativo que Susana Fortes despliega a lo largo de las páginas de “El amor no es un verso libre”. Resulta realmente meritorio que dándole siempre prioridad al ritmo y al avance de la acción sobre aspectos más bien descriptivos, consiguiera que, a medida que avanzaba en la lectura, percibiera los sonidos, los olores o los sentimientos experimentados a lo largo de la novela por los personajes. También el silencio. Es curioso, pero también se aprecia el silencio presente en multitud de momentos y lo que es más importante en alguna que otra conversación.


sábado, 8 de diciembre de 2018

LOS BUENOS AMIGOS de Use Lahoz



Dos pobres diablos, carne de cañónSixto y Vicente forjan una amistad que les convierte en hermanos de por vida entre las paredes de un orfanato de Barcelona. El lector sabe que un día u otro se encontrarán después de que agarren la vida por diferentes caminos. Guardan en corazón y alma su drama de infancia aunque no quieran. Cuando se conviertan en adultos nos mostrarán cómo estaban de curadas o no, sus cicatrices. Porque en “Los buenos amigos” hay mucha tristeza y ternura, pero también violencia soterrada: la sangre no se ve pero se presiente con la expresión constante del dolor
. A esta historia no le sobra ni le falta nada. Ello quiere decir que todo lo que se narra, lo que se explica y se describe es necesario a los efectos de la eficacia y el placer de su lectura. Use Lahoz ha escrito una novela redonda. Todo está pensado y puesto para que el relato consiga nuestro interés. Se trata de seguir su trama y sus avatares con ese encendido interés que nos procura una novela muy bien urdida y mejor acabada. En primer término, debo destacar la precisión narrativa de su voz omnisciente.
 Una voz que nos guía, que nos expone la dimensión humana, psicológica y moral de sus personajes sin que tengamos que tomar partido por ninguno. Diría que Los buenos amigos es una novela de destinos desencontrados, a merced del azar o de decisiones equivocadas, víctimas de la codicia, la frustración o de los sentimientos más gestionados.
Los buenos amigos son varias novelas. Una novela de formación (o deformación), una novela sobre el paso del medio rural al urbano, una novela sobre la emigración del sur de España a Cataluña, sobre la ascensión social y sus costes humanos. Lahoz enfrenta dos modos de mirar el mundo, el de dos adultos que fueron niños en un orfelinato en la posguerra.
Su escritura es una voz. Omnisciente que deja que seamos nosotros quienes tengamos la última palabra.
Por momentos tuve la impresión de estar leyendo una novela de Balzac. Ese aire entre trágico y triste de los personajes balzacianos, tan llenos de ilusiones perdidas.
Lahoz demuestra que el realismo no está muerto. Que puede vivir con otras tendencias. Siempre que sea para contarnos lo que nos cuenta y como nos lo cuenta Lahoz


sábado, 1 de diciembre de 2018

AVENTURAS IBÉRICAS de Ian Gibson




Aventuras ibéricas es un magnífico compendio de la fervorosa dedicación de Gibson que, como en el epílogo de Borges, “traza la imagen de su cara”. Un libro muy personal, sin merma de rigor, que es una invitación a valorar la misteriosa riqueza del pasado y no condescender a la adherencia tan española de contar sólo con el presente. “En España no se piensa jamás en el futuro”, recrimina el hispanista, y en su reflexión sobre el Quijote trae a colación a la libre Marcela, que, tras su razonamiento, “se anticipa en siglos a los de las feministas”, Cervantes se olvida de ella al atender otras aventuras. De estas demoras y escamoteos está hecha la realidad, y ello nos concierne no por suceder en la ficción o en el pasado, sino que nos atañe por quedar inconcluso, en el aire, a la espera de resolución. Con adhesión indeclinable, Ian Gibson se ha propuesto agitar ese aire, y su libro es una propuesta pedagógica que nos reconviene para no desa­tender el futuro del país. Aunque ya con nacionalidad española, su mirada de extranjero sigue siendo gravemente pertinente y gratamente generosa. Hubiéramos deseado, no obstante, más irreverencias que la objeción al griterío español o a la falta de señalización adecuada. Pero la ironía, tan cervantina, discurre por sus líneas, y esa cualidad de la inteligencia hace de Aventuras ibéricas un libro imprescindible.
Sesenta años de investigación de una idiosincrasia se concentran aquí, en forma de afligida diatriba, en el último capítulo, ‘España amor, España tristeza’, donde no se evita la acusación a la desmemoria de una política que mantiene en cunetas y fosas comunes unos 130.000 desa­parecidos, insensibilidad que produce en Gibson “una profunda indignación” que vuelve mucho más valiosas las páginas precedentes, en especial las dedicadas a la renovación del Museo de Antropología Nacional, del que ofrece una apasionada descripción de sus salas que suscitará en el lector la urgencia de conocer la protohistoria de “esa encrucijada de pueblos de múltiple procedencia” que se opone a la ortodoxia esencialista aún tristemente patente en la España actual.