Un
escritor frustrado rememora un episodio de su vida ocurrido tres décadas antes.
En una playa cubana conoce a un enigmático hombre acompañado de dos galgos rusos.
Después de entablar una progresiva amistad, este le contará una historia
confidencial cuyos protagonistas serán el político y teórico revolucionario
soviético León Trotsky y su asesino Ramón Mercader.
En una narración elaborada en torno al recorrido en el exilio de
Trotsky y su confluencia en México con Mercader, Padura expone su visión de la
historia contemporánea cubana y general. La novela solventa las lagunas en la
misteriosa vida de Mercader con una elaboración creíble de este oscuro
personaje
En 2004, a la muerte de su
mujer, Iván, aspirante a escritor y ahora responsable de un paupérrimo gabinete
veterinario de La Habana, vuelve los ojos hacia un episodio de su vida,
ocurrido en 1977, cuando conoció a un enigmático hombre que paseaba por la
playa en compañía de dos hermosos galgos rusos. Tras varios encuentros, «el
hombre que amaba a los perros» comenzó a hacerlo depositario de unas singulares
confidencias que van centrándose en la figura del asesino de Trotski, Ramón
Mercader. Gracias a esas confidencias, Iván puede reconstruir las trayectorias
vitales de Liev Davídovich Bronstein, también llamado Trotski, y de Ramón
Mercader, también conocido como Jacques Mornard, y cómo se convierten en
víctima y verdugo de uno de los crímenes más reveladores del siglo xx. Desde el
destierro impuesto por Stalin a Trotski en 1929, y desde la infancia de
Mercader en la Barcelona burguesa, sus amores y peripecias durante la Guerra
Civil, o más adelante en Moscú y París, las vidas de ambos se entrelazan hasta
confluir en México. Ambas historias completan su sentido cuando sobre ellas
proyecta Iván sus avatares vitales e intelectuales en la Cuba contemporánea y
su destructiva relación con el hombre que amaba a los perrosLeonardo Padura nos lleva por medio de un
análisis riguroso y exhaustivo a los escenarios donde Trotski,
en su largo exilio itinerante, está obligado a habitar, perseguido por el odio
incontinente de Stalin, y a los
movimientos que el que será su asesino, el español Ramón
Mercader, lleva a cabo para llegar limpio de culpa hasta él, en
un proceso de banalización del mal impulsado por los soviéticos, semejante a
aquel del nazismo que diera pie durante esos años a toda una teoría psicológica
-de la lúcida Hannah Arendt–
sobre los terribles y obscenos ejecutores del mal. A estos dos ejes se suma un
tercero de no menos peso en la novela, el del propio narrador, Iván, joven
cubano al que se hace depositario de la historia de este asesinato al tiempo
que nos narra la suya propia, en aquella Cuba de represiones, miedo y
manipulaciones ideológicas que aún persiste.
Leonardo Padura nos lleva
por medio de un análisis riguroso y exhaustivo a los escenarios donde Trotski,
en su largo exilio itinerante, está obligado a habitar, perseguido por el odio
incontinente de Stalin, y a los
movimientos que el que será su asesino, el español Ramón
Mercader, lleva a cabo para llegar limpio de culpa hasta él, en
un proceso de banalización del mal impulsado por los soviéticos, semejante a
aquel del nazismo que diera pie durante esos años a toda una teoría psicológica
-de la lúcida Hannah Arendt–
sobre los terribles y obscenos ejecutores del mal. A estos dos ejes se suma un
tercero de no menos peso en la novela, el del propio narrador, Iván, joven
cubano al que se hace depositario de la historia de este asesinato al tiempo
que nos narra la suya propia, en aquella Cuba de represiones, miedo y
manipulaciones ideológicas que aún persiste.
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