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sábado, 29 de mayo de 2021

FERIA de Ana Iris Simón

 


 La escritora Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) publicó Feria (Círculo de Tiza), su primer libro, en octubre de 2020. A día de hoy, esta novela de autoficción va por la octava edición y ha suscitado un gran debate con posiciones muy confrontadas. Las librerías siguen haciendo el agosto y las redes sociales arden por los temas que el libro disecciona: clases sociales, liberalismo económico, la falta de expectativas para los jóvenes, el concepto de familia, la nueva masculinidad y el feminismo, o la vuelta al mundo rural como la panacea.  

Simón escribe sobre su familia, sobre sus correrías de niña, los vínculos con sus primos, las risas con sus abuelos, el amor y el apego a los suyos. Teje una telaraña de recuerdos, vivencias y retazos de escenas que conforman el puzle de su idiosincrasia. El nombre del primer capítulo, así como la frase con la que arranca este Feria (título que alude a su familia feriante, así como a una sociedad que, según ella, se ha convertido en una feria por el consumo de masas y la gentrificación) es una auténtica declaración de intenciones: "Me da envidia la vida que tenían mis padres a mi edad".

Asegura que cuando comenta esa frase en alto siempre hay alguien que le pone mala cara. Nuestros padres, lanza, no pudieron estudiar dos carreras y un máster ni pudieron "pegarse un año comiendo Doritos y copulando desordenadamente en Bruselas gracias a eso que llamaron Erasmus". Añade la autora, "nuestros padres a nuestra edad tenían niños, un adosado e hipoteca y hasta una Thermomix". Frase con la que avanza algunos debates clave que puede suscitar la lectura de su libro: ¿qué entendemos por familia?, ¿qué sinergias se esconden detrás del viejo concepto familiar?, ¿quién tiene los privilegios?, ¿por qué la izquierda no habla de familias?, ¿es la familia un significante que ha ganado la derecha?



sábado, 22 de mayo de 2021

LA CAMPANA DE CRISTAL de Silvia Plath

 


Conocida y reconocida en su vertiente poética, Sylvia Plath escribió también literatura infantil y, aparte de unos Diarios de reciente publicación en su versión completa, algunas obras en prosa de las cuales la más celebrada es esta autobiografía psicológica, La campana de cristal (The Bell Jar, publicada en 1963 bajo pseudónimo), en la que mezcla la ficción con algunas de sus experiencias emocionales de juventud

Esther Greenwood, narradora, protagonista y alter ego de la autora, una joven de pueblo, se ha trasladado a Nueva York con una beca de estudios; allí conoce la vida de la juventud despreocupada entre fiestas, citas con chicos y complicidades femeninas, una vida muy distinta de la su lugar de origen a la que asiste, aunque participante, con el estupor del visitante de otro planeta. Se trata de lo que podría denominarse síndrome del sujeto desubicado, sin existencia física en el medio al que pertenece y en el que se reconoce, y transplantada a un lugar cuyas reglas desconoce, aunque intenta imitar, pero al que es incapaz de asimilarse.

Esther es una mujer que relata sus aventuras de juventud con una mezcla de la nostalgia que han añadido los años y la experiencia -aunque ignoremos desde qué punto temporal está escribiendo- y la indulgencia con que se contemplan en la edad madura los pecados de juventud. Sin embargo, su tono y la forma con que trata ciertos temas ponen en guardia al lector con respecto a la existencia de algún conflicto subyacente, y el hecho de que sus recuerdos parezcan abarcar unos motivos determinados y no otros y ciertas fijaciones en aspectos muy concretos revelan algún tipo de turbación psíquica,  derivada o relacionada con aspectos sexuales.

El tono oscila entre lo que podría tomarse por prosa poco elaborada: despreocupada, con implicación leve y vocabulario reducido, y la exageración de esa misma prosa, con repeticiones, uso de lugares comunes e intervenciones excéntricas que descubririan la existencia de alguna afectación psíquica. En todo caso, tanto el tono como la temática plantean la incógnita del lugar desde donde está hablando la narradora, desde qué tiempo transcurrido desde que tuvieron lugar los hechos y desde qué situación anímica.

Esa mezcla de indiferencia y candidez -imposible averiguar cuál de ambas prevalece- provoca que se torne imposible establecer la veracidad de las situaciones, por lo demás bastante arquetípicas, que la narradora relata, bien en su totalidad, bien en el recuerdo que parece conservar de ellas.




sábado, 15 de mayo de 2021

LOS ABISMOS de Pilar Quintana


 

Una niña contempla con una agudeza y una sensibilidad extraordinaria el conflictivo matrimonio de sus padres. Entre la actitud desdeñosa y las confidencias imprudentes de ella y la amargura y el silencio obstinado de él, intenta construir la realidad que la rodea, conjeturando, adivinando, interpretando lo que no se dice, o lo que se dice a medias.

La vida de Claudia transcurre con normalidad en Cali, una infancia sin preocupaciones, como tantas otras, porque todas las familias felices se parecen. Pero como cada una es infeliz a su manera, de repente irrumpe en la ecuación alguien ajeno a ella que acaba con la armonía. Y entonces ocurre: la vida se convierte en otra cosa cuando se quiebra la línea recta del camino, desbaratada en favor de esos monstruos sin nombre, martilleos constantes hacia la agonía de sufrir cada minuto y acariciar los abismos, fríos, crueles, invisibles y despiadados.

Con el telón de fondo del estrecho universo femenino formado por mujeres acomodadas a su vida, que no pueden romper con una educación de otro tiempo, Pilar Quintana ha construido una novela intimista, con una voz narradora deslumbrante en su ingenuidad que, desde la memoria del hogar, conduce al lector por las obsesiones que pueblan la niñez de la que se está despidiendo

Igual que el despunte internacional de Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti o Jorge Luis Borges logró que hace medio siglo se acuñase el término ‘boom’ latinoamericano para definir la floreciente literatura del hemisferio sur del continente, en pleno siglo XXI es el trabajo de muchas mujeres el que se está cobrando la revancha (acaso por no haber tenido acceso a participar del primer y fértil envite de aquel realismo mágico) con obras centradas en pequeños detalles capaces de definir y enmarcar a un continente entero. Para entender la magnitud sísmica (¿podemos denominarlo ya el ‘seísmo latinoamericano’?), valga un ejemplo cuantitativo: tan solo en lo que va de año, han publicado novela en España tres potentes colombianasSara Jaramillo Klinkert (con su segunda obra, Donde cantan las ballenas, en Lumen), Lorena Salazar Masso (con el poético debut Esta herida llena de peces, de la mano de Tránsito) y la veterana Pilar Quintana, que se ha llevado el premio Alfaguara de novela gracias a su magistral Los abismos (Alfaguara).




domingo, 9 de mayo de 2021

ENERO de Sara Gallardo

 


Hay gritos que solo puede escucharlos nuestra propia alma. Gritos que hacen que se doblegue el paisaje, y que sin embargo son el más extenso de los silencios para quien nos rodea. Y eso es Enero, la colosal novela de Sara Gallardo, un grito provocado por el abuso, por el dolor, por la inercia, por la traición y por la rendición. El baile doliente de un cuerpo que lucha contra el amor, contra la culpa, contra la sociedad, contra él mismo.

El título lo dice todo (aunque aquí sea una contradicción, porque el calor desmantela la estabilidad de los protagonistas) y es que no hay mes tan feroz como lo es enero, tan yermo y sin embargo con tantas promesas de año nuevo.

Las páginas de esta novela son tesoros brillantes y filosos, monedas de oro en las manos de un hambriento. Pero también el pasatiempo que entretiene al diablo. Es, sin duda, un libro que busca la sangre de quien lee. Un libro que hiere y que alimenta, que explota con esa violencia arrasadora con que el miedo hace zozobrar las biografías. Es un cúmulo de belleza que exhala el mismo vaho que exhala quien, habiendo jugado a la ruleta rusa, al final de lo que cree que será una hazaña tan solo escucha el clic insulso de la salvación.

En él hay una hibridación libérrima de Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Enero, como las célebres obras de Lorca, también habla de los secretos que carcomen las habitaciones y gangrenan los cimientos de las casas. De la locura heredada que se atribuye de manera aleatoria y que deja marcas invisibles sobre el futuro de la elegida (Alcira y Nefer, la Adela y Angustias gauchas). De la violencia estática como un objeto más de la casa. De la opresión de la religión por parte de los amos que con los años acabará inhabilitando el agnosticismo de los siervos. De la obligación de ser infeliz pegada a la biografía, como si fuese un hechizo que acabará maldiciendo a quien lo hizo. De temerle a la vida mucho más que a la muerte. De la genética de un monstruo habitando dentro de un útero.

Enero posee una escalofriante sinceridad y un sinfín de palabras que demuestran lo que el mundo es para la mujer. Desde la primera página demuestra que para nosotras el peso de la religión no es tan distinto al de la ciencia:

«Tal vez al decir las cosas el médico sirva para que el pecado salga de dentro».



 


domingo, 2 de mayo de 2021

DIEZ MUJERES de Marcela Serrano

 


Diez mujeres se reúnen en una terapia de grupo para contar su vida, sus pesares, sus alegrías y, en el fondo, desnudar sus sentimientos en un ejercicio de liberación. Porque, en definitiva, por lo que todos luchamos es por romper las cadenas que nos atan fuertemente a nuestros temores.

Siempre he sentido admiración por los relatos en primera persona. Me dan la esencia que le falta a las terceras personas, me transmiten una sensación de realidad pocas veces vista y leída, y me hacen reflexionar sobre la vida que acabo de descubrir en las páginas. Así es “Diez mujeres”. Vivir la vida puede parecer sencillo, pero vivirla enfrentándote a ella ya es más complicado. Por eso, que una autora como Marcela Serrano nos permite ahondar en la vida íntima de sus personajes hace que te sientas parte de una historia que, de otro modo, no hubieras podido descubrir por tus propios medios. O a lo mejor es que, en realidad, lo que se cuenta en esta novela, en este conjunto de relatos que se unen en un eje central, es la vida de todos y cada uno de nosotros. No soy de los que opinan que haya una literatura para mujeres y otra para hombres. Creo que la literatura está al servicio de todos y cada uno de nosotros, sin hacer distinciones de sexo. Por eso, cuando me leí “Diez mujeres” la gente a mi alrededor me decía que la literatura para mujeres era siempre igual, siempre lacrimógena, siempre contando intimidades que a nadie le interesaban. Mi respuesta fue la siguiente: la literatura pertenece al momento, a un punto vital en el que necesitas cierto tipo de libros, sentirlos de una manera especial porque, para bien o para mal, te están contando algo que te sucede, que en tu interior pugna por salir y rebelarse. Y así fue cómo me sentí al abrir y posar mis ojos en las páginas que me ha regalado Marcela Serrano. Porque en realidad, se trata precisamente de eso, de hacer sentir especial a cada uno de los lectores, que puedan absorber diferentes matices, diferentes realidades, y que sean capaces de hablar durante horas de un mismo libro que, aun siendo el mismo, para cada uno de nosotros es diferente.