Tres tristes tigres es la novela más audaz del llamado «boom» hispanoamericano de los años sesenta, un hito esencial en la narrativa hispánica y una de sus mayores muestras en la tradición moderna y posmoderna. Publicada en 1967, año clave en la historia del «boom» —coincide con Cien años de soledad—, representa dentro de ese cuerpo de por sí experimental un experimento mayor con el lenguaje, con las estructuras narrativas y con la imaginación literaria. El texto escrito, según Cabrera Infante, “en cubano”, que no en español, se caracteriza por sus abundantes juegos de palabras que parten del relajo o humor típico del pueblo cubano. Tres tristes tigres es, en palabras de su autor, “una galería de voces, casi un museo del habla cubana, en la que generaciones por venir podrían oír hablar a sus ancestros”. Una recreación nostálgica de La Habana de 1958, y en especial de su vida nocturna. Un canto a la ciudad, que recrea y mitifica, rescribiendo la “historia” de la cultura habanera.
A Tres tristes
tigres la censura
española lo salvó de ser otra cosa. Miriam Gómez, que jamás dejó de ocuparse de
su obra, y de inspirarla, rememora desde aquella casa de Londres el tiempo
exacto en que nació el libro. Fidel Castro acababa de proclamar la censura
revolucionaria: “Con la Revolución, todo, contra la Revolución, nada”. Era
1961. Ese vendaval reaccionario se llevó por delante a escritores y a
revolucionarios de primera hora.
El camino al exilio fue
lento, pero cuando se produjo, en 1965, ya la suerte de Guillermo y Miriam
estaba echada: jamás volverían al escenario de aquella noche habanera de TTT… El libro fue maldito en Cuba, donde
sigue siendo una rareza que en un tiempo se cambiaba por latas de leche
condensada.
Fernando Savater: “Ese
libro de Guillermo, y no digamos ya conocerle a él, nos reveló que un libro
puede ser profundo, tierno, emocionante y a la vez una crítica feroz de una
situación dictatorial. Si además de eso es enormemente divertido, consigue
hacerte reír y encontrar unos golpes humorísticos que luego no se te olvidan,
es una auténtica liberación”.
Rosa Pereda, periodista
y crítica: “Está llena de carne y sangre, de música y color… No creo que sea un
libro humorístico, aunque me he reído mucho con él, y me sigo riendo. Pero es
la historia de una esperanza, escrita desde la desilusión. Una desilusión, por
cierto, muy temprana, que ya se ve venir en esa larga noche —esas largas
noches— de los tigres peripatéticos justo antes de la Revolución”.
No sé si leí este libro. Hay muchos libros que he olvidado. Pero sí recuerdo ese ambiento que había en el aire. Yo estudiaba internado. El 68 recién había llegado a Santiago y nunca volví a quedarme en mi pueblo. Los vientos que traían aromas de otros lugares no se apreciaban malsanos. En todas partes se hacía reuniones hasta en las iglesias. Los ricos de Europa -y todavía- no eran tan ricos y poderosos como los de Chile y el resto de América. Hoy existe una brutal inequidad. Es el legado que nos dejó la dictadura.
ResponderEliminarGracias por traerme recuerdos.