Un fascinante recorrido por la vida
de la fotógrafa Vivan Maier, descubierta en 2007 por John Maloof, que buscaba
información para escribir un libro sobre Chicago y se topó con uno de los
archivos fotográficos más sorprendentes del siglo XX.
El libro está escrito en segunda
persona, todo un acierto para acercar al lector a la biografía de esta
fotógrafa que trabajó como niñera durante casi 40 años y que mantuvo en secreto
su pasión por capturar instantes de vida. Una persona como la que se describe en
el libro jamás desnudaría su alma y sus secretos en primera persona y es por
eso que la segunda persona funciona tan bien en esta narración.
Esta biografía se convierte pues en
un testimonio fundamental para conocer la personalidad de esta mujer que iba siempre
con la cámara en el bolso o colgada del cuello y que esperaba el momento
preciso para apretar el botón, ya que (añadiendo una dificultad mayor a su
excelente trabajo) sólo tomaba una fotografía de cada instante atrapado en sus
carretes que, en muchas ocasiones, dejó sin revelar por falta de dinero.
Podemos imaginarla caminando
por las calles de Nueva York o Chicago en los años sesenta del siglo pasado y
llevando de la mano a unos niños porque Vivian Maier, la gran fotógrafa que
ahora recibe el aplauso internacional de la prensa y del público, durante toda
su vida fue ni más ni menos que una niñera, una mujer sin familia, sin hijos y
sin casa propia.
Lo único que siempre sintió
muy suyo era una máquina fotográfica que la acompañaba a todas partes, colgada
del cuello o escondida en un bolsillo. Fue así cómo robó la sonrisa de unas
niñas, la mueca ácida de una anciana o su propia mirada, cargada de preguntas.
Miles de negativos descansaron durante mucho tiempo en viejas cajas, y solo
después de su muerte alguien empezó a revelar al mundo el genio de su trabajo.
Vivian Maier: una mujer
misteriosa que por fin habla gracias a la imaginación y el talento de Berta
Vias, que le ha prestado una vida entera.
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