Es importante, yo creo, que un autor seda capaz de cambiar de registro en sus temáticas y contarnos historias distintas que puedan sorprendernos. El caso de Pérez-Reverte ya no es la primera vez que esto sucede. Lo que pasa es que después de los Alatristes no tiene mucho de raro que alguna gente pueda identificarlo que los asuntos de espadas y de esa época más o menos. No es verdad, repito, pero cabe esa asimilación, sencillamente por el volumen de su obra en ese asunto y en esa época.
El caso de EL FRANCOTIRADOR PACIENTE viene a demostrar una vez más, que Arturo guarda dentro de sí muchas posibilidades y aquí nos muestra una que no tiene antecedentes en su obra. Nos introduce en el mundo de los grafiteros, parece que con una fuerte carga de documentación que yo confieso que me ha sorprendido. Bien es verdad que como trama en la que envuelve todo este asunto, al final lo que encontramos es al autor que conocemos, con su lenguaje desnudo, con sus tramas difíciles, casi imposibles y con sus desenlaces contundentes que nos siguen dejando de piedra. Probablemente se trata de un autor aventurero estructural y precisamente en la aventura, sea del tema que sea, el donde haya que descubrir su verdadera personalidad profunda.
Ya lo había visto en la biblioteca hacía algún tiempo y tenía gana de meterle mano. Por fin me he decidido y aquí está lo que me ha dejado. La excusa es la secuencia que dio la vuelta al mundo del director del FMI Dominique Strauss-Kahn por un presunto abuso sexual con una camarera inmigrante negra sin papeles en un hotel de Nueva York. Tuvo que dimitir de sus cargos. Ahora parece que ha llegado a un acuerdo económico con su presunta víctima y, a raiz de este caso parece que no es el único que se le imputa sino que en ocasiones anteriores había tenido secuencias parecidas aunque nunca llegaron a tanto.
A partir de aquí, el autor despliega sus alas narrativas y se adentra en los entresijos del poder y de la naturaleza humana y nos deja un fresco muy amplio sobre las razones de las personas para tomar un giro u otro en la vida y las consecuencias de esta decisiones en nuestras vidas.
No sé si me ha parecido demasiado larga, pero la recomiendo porque se la ve muy trabajada .
Es lo
bueno de mantener la curiosidad para casi todo lo posible. Resulta que no
conocía para nada a Julian Ríos, que es ubn magnífico escritor español, no sé
si llamarlo más europeo que estrictamente español. Por momentos me ha recordado
a Fernando Arrabal, no por la temática de sus escritos sino por su peripecia
vital. Ambos residen en Paris y ambos mantienen toda su cultura y su ancestro
español, quizá mas español en el caso de Arrabal.
El Puente de Alma resulta ser el lugar en el que Diana de
Gales y sus acompañantes tuvieron aquel aparatoso accidente que terminó
costándole la vida a ella y a su novio Al Fayet. Pues a partir de ahí o con ese
suceso como excusa, Julian Ríos se adentra en Europa y en toda una serie de
personajes europeos y de coincidencias a través de las cuales podemos descubrir
a un magnífico narrador español, perdido irremediablemente para la
idiosincracia patria pero presente en Europa con todo su bagaje hispano y
haciendo alarde de un rigor importante y de una sólida cultura histórica.
Me parece una novela exenta de cualquier atisbo de
casticismo pero claramente recomendable para toda persona que sienta que Europa
es nuestra patria.
Una vez abierta la espita de la obra de Azúa me quedé con ganas y me fui a la Biblioteca Pública de Andalucía a ver qué encontraba. Vi varias cosas que seguramente irán cayendo poco a poco pero saqué primero esta novela a ver qué tal. En general los premios Herralde de novela que suelen interesar. Una vez leido, ciertamente no me ha desfraudado. Se trata de una novela muy cruel, que nos introduce en un mundo implacable. La rigurosa prosa de Azúa corta como una navaja allá por donde despliega su contenido. Se mete en los ámbitos más oscuros del ser humano, esos en los que los valores positivos: valor, dignidad, coherencia, responsabilidad, son apenas meros pastiches frente a los verdaderos motivos del comportamiento: implacables y sin límites que se enseñorean por derredor y son los que determinan el mundo y sus claves.
Por momentos llega a resultarme hasta desagradable, pero la he terminado con interés y no será la última de este autor.
