César González-Ruano (Madrid, 1903-1965) pertenece más a la Literatura que a la Historia de la Literatura. Enumerar los géneros que tocó González-Ruano es recorrer todas las habitaciones de ese castillo de Barba Azul que es la literatura; poesía, novela, teatro, artículo periodístico, ensayo literario, biografía, libro de viajes, entrevista, diario, memorias... Todo le tentó, todo lo hizo como al acaso, sin sistema, desordenadamente y, sin embargo, en todo supo poner algo de su vida y de su arte, dándole a su obra ese secreto y melodioso tintineo que avisa al oído, experimentado de que la moneda que suena es de ley y que ostenta el contraste infalsificable la buena literatura. Cuarenta años después de su muerte, su obra aún no recibe la atención que merece, pero no hay duda de que se está produciendo una lenta revalorización, de la que es buena muestra la serie de reediciones llevada a cabo por la Fundación Cultural Mapfre Vida.. Quizás el secreto del arte de González-Ruano esté en la perfecta armonización de los contrarios. De ahí que su prosa tan resabiada y sutil sea a la vez tan aparentemente vigorosa y espontánea, tan llena de pasión y de escepticismo, de ternura y de crueldad, de curiosidad por todo y de desgana ante todo. En pocos escritores se adivina tan a las claras como en él que el estilo es el hombre, que vida y estilo deben corresponderse íntimamente, sin frivolidades ni componendas, en la obra de todo verdadero escritor.
Siempre me pareció un escritor del régimen y ahora he querido adentrarme en sus Memorias para desentrañar en alguna medida su pensamiento. Me alegro de haberlo hecho.