A finales de 1906 retomó su labor
docente y periodística y lanzó una campaña en El Heraldo de Madrid a
favor del sufragio femenino con una columna titulada El voto de la
mujer. Al año siguiente, con la llegada al gobierno del conservador Antonio Maura, el ministro de
Instrucción Pública Rodríguez-San
Pedro la destinó a Toledo para alejarla de Madrid, según su biógrafa
Concepción Núñez. Seguía volviendo a su casa de Madrid todos los fines de
semana para animar la tertulia literaria que había creado a su regreso de
Francia, ‘La tertulia modernista’. Aquella reunión semanal de escritores,
periodistas, músicos, artistas plásticos, poetas y artistas extranjeros de paso
por Madrid se mantuvo varios años y estuvo en el origen de la Revista
crítica. Allí conoció a Ramón
Gómez de la Serna, entonces un desconocido estudiante de 18 años, con el que mantuvo una
intensa relación amorosa y literaria durante 20 años.3
Tras el desastre del Barranco del Lobo en el Rif en 1909, Carmen de Burgos decide acercarse a las
tropas españolas que luchaban alrededor de Melilla. Allí ejerció de
corresponsal de guerra del diario El Heraldo de Málaga. Una vez de vuelta a
Madrid, publicó el artículo ¡Guerra a la guerra! en el que
defendía a los pioneros de la objeción
de conciencia.3
Con la proclamación de la Segunda
República en 1931, la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el
divorcio y el voto femenino, colmando así las aspiraciones de Carmen de Burgos.
Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue nombrada
"presidente" de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga
Internacional de Mujeres Ibéricas e Iberoamericanas. Fue también elegida
‘vicepresidente primero’ de la Izquierda Republicana Anticlerical, y en
noviembre de 1931 ingresó en la masonería donde fundó la
logia Amor de la que era Gran Maestre.3
El 8 de octubre de 1932, mientras
participaba en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical
Socialista, Carmen de Burgos empezó a sentirse mal y fue trasladada a su
domicilio donde le atendieron tres médicos, entre los cuales estaba su
amigo Gregorio
Marañón, pero sin éxito. Falleció a las dos de la madrugada del día 9 y fue
enterrada en el cementerio
civil de Madrid en presencia de los principales políticos e intelectuales de la
época. Clara
Campoamor, junto con varios intelectuales, pidió que se diera su nombre a una calle
de Madrid. Tras la Guerra
Civil y la victoria del régimen
franquista, su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos y sus libros
desaparecieron de las bibliotecas y las librerías
Buena reseña. Debes saber que tengo título de teología para laicos y, como díscolo, hice un taller de teología desde la mujer, como se llamó, y me pude ubicar sinceramente como un buen varón que apoya la causa feminista. Es notable lo que los hombres ignoramos del tema y de las vivencias. Tu resumen es una buena muestra.
ResponderEliminarPor otro lado, querido Antonio, incluir a Mahler al pie de tu entrada me pone contento pues es uno de los tres de mis compositores favoritos.
Abrazos.