Años después de lo
ocurrido en Independencia, Melchor Marín
ya no es policía: trabaja como bibliotecario y vive con su hija Cosette,
convertida en una adolescente. Un día, Cosette descubre que su padre le ha
ocultado cómo murió su madre, y este hecho la confunde y la subleva. Poco
después parte de vacaciones a Mallorca, pero no regresa; tampoco contesta los
mensajes ni las llamadas de Melchor, quien, convencido de que algo malo ha ocurrido,
decide plantarse en la isla en busca de ella. A partir de aquí la novela se
adentra en un laberinto absorbente, a la vez siniestro y luminoso, donde
Melchor descubre que los seres humanos somos capaces de lo peor, pero también
de lo mejor: que vivimos rodeados de violencia, mentiras, abusos de poder y
cobardía, pero que también hay gente capaz de jugárselo todo por una causa
justa. El castillo de Barbazul acaba
de desenmascarar las novelas de la Terra Alta como lo que son: el proyecto
literario más ambicioso de Javier Cercas.
A Pollença y al cabo de Formentor, en uno
de los extremos cercanos de la isla, se acercó Cercas para “documentarse” y
trazar el escenario que esta vez envuelve a Melchor Marín, el protagonista de
‘Terra Alta’ e ‘Independencia’. Un policía reconvertido en bibliotecario,
perseguido por la muerte de su madre, de su mujer y de los terroristas que abatió en Cambrils durante la
primera novela. En ‘El castillo de
Barbazul’, es la desaparición de su hija Cosette la que dispara su “instinto de
policía”. Y la que le empuja a este nuevo escenario: las mansiones del
escarpado cabo Formentor, donde un multimillonario llamado Rafael Mattson
celebra fiestas con jóvenes explotadas sexualmente.
Lo de acercarse a Mallorca, interrogar el
escenario de la novela y a sus habitantes tiene que ver con esa fijación de
Cercas por lo que tiene un
pie dentro y otro fuera de la ficción. “Una ficción no es
exactamente una mentira, pero se le parece bastante. En la novela, de hecho, se
me cuelan muchos personajes reales”, explica el escritor. En ‘El castillo de
Barbazul’, emerge el nombre del depredador Harvey Wenstein, el del propio escritor o el del periodista mallorquín Matías
Vallés. “A Cercas,
ni caso. Se lo inventa todo”, recomienda, burlón, uno de los
personajes de la novela.