Los verdaderos protagonistas de El
encargo del maestro Goya no son tanto ni Marta Velarde ni mucho menos
el afamado pintor, sino Mercedes Velarde, el coronel Claude Cornulier y el
exmilitar Alfonso Bustamante. Y uno de los puntos en los que ambos hombres
coinciden es en la inconsciencia
de la familia Velarde. Criados en una familia rica, los
Velarde se desenvolvieron con ligereza y holgura en España hasta que estalla la
guerra y deciden dirigirse a Santander, y desde entonces todas sus decisiones
son imprudentes hasta el extremo. Este recurso, que permite que la autora ponga
a los personajes en puntos calientes argumentativos, resulta frustrante para
todos los que acompañan a las mujeres, ya que estas toman pocas previsiones —o
casi ninguna— para evitar las agresiones de los franceses o las traiciones de
sus vecinos. De esta forma los Velarde tienen que ser prevenidos varias veces
para no ostentar su
riqueza en un pueblo que se muere de hambre, y es
precisamente la inocencia de Mercedes la que la lleva a acudir a los vecinos,
que perfectamente podrían ser espías, para confiarles sus secretos y establecer
un sistema de trueque.
Esta inocencia, motor
de la obra —porque si los Velarde hubieran tenido algo de maldad en el cuerpo
no se habrían puesto en primera línea de batalla—, nos permite vivir uno de los
episodios más agresivos de la historia con Marta Velarde. Sin embargo, la
brutalidad de la novela acaba ahí. Elena Bargues opta por un enfoque más
centrado en el narrador de tipo oyente más que espectador para narrar las
escenas de mayor crueldad y dureza de esta guerra: se habla del hambre, pero
nunca veremos los cuerpos sin vida de los lugareños; nos trasladará a un
patíbulo en el que la autora no se regodea con la sangre, pero no
presenciaremos ahorcamientos, y tampoco seremos testigos de las enfermedades
que poblaban el interior de las cárceles.
Este enfoque
dulcificado por parte de la autora, con una narración por momentos rápida
—cuando nos introduce en las batallas— y por momentos muy somera y apaciguada,
será del gusto de los amantes de novela histórica contemporánea como La
avenida de las ilusiones, donde importan más los hechos que las
descripciones truculentas de cada uno de ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario