Una novela deslumbrante, adictiva, necesaria, sobre una
experiencia dramática al final de la adolescencia de una chica.
Una chica
sentada en un banco. El día despunta y los estragos de la fiesta de ayer aún se
palpan en el ambiente. El tránsito de los que van a trabajar se mezcla con el
de los que vuelven a casa arrastrando la borrachera bajo los portales. De
camino hacia la parada del autobús, Tallie se detiene de golpe en el bulevar.
Le ha parecido reconocer a su amiga Miriam sentada en el banco con el pelo
revuelto y la cara desfigurada por ríos de rímel. Solo unos días antes, los
jóvenes apuraban las vacaciones en la piscina, felices y despreocupados. Y,
aunque le cueste reconocerlo, Miriam sigue colgada de Jordan, pero la
frustración de haber sido siempre la chica invisible, y más ahora que a él le
gusta Paola, lo va a complicar todo mucho. Mira a esa chica es la historia de Miriam, de su
grupo de amigos y de cómo, a veces, durante la adolescencia podemos
encontrarnos con situaciones para las que nadie nos prepara.
Lo tiene todo esta
novela para desconfiar de ella y recelar que será un puro fraude más del
ecosistema literario. Tiene el oportunismo morboso de un tema mediático y atroz
(violación en manada) y el de ser su autora mujer, debutante y óptima pieza
para alimentar la industria de la nueva literatura femenina. Para colmo,
alimenta ya la rueda de la industria de los premios al
haber obtenido el Tusquets Editores de Novela por unanimidad
Pero la cultura de la sospecha rencorosa por mandato divino
va a tener que plegar velas y rendirse. Esta primera novela de Cristina Araújo Gámir es
excepcional como primera novela y como novela sin más. Apenas cuenta nada de su
autora la solapa: se ganó la vida durante un tiempo como revisora de doblaje de
documentales para canales de televisión, vive en Fráncfort desde 2011… y nada
más, salvo que mantuvo desde entonces el hábito de la escritura.
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