Hay una belleza que se desgarra por el sufrimiento, como una tela de seda,
herida con un puñal de oro, en la última esperanza... Es la llave sagrada de su
poesía. Allí, el gemido de su estilo y de su inteligencia, que es el desafío
angustioso de la feminidad, abre su cátedra de vida fina, en la expresión
poética más deliciosa de América.
Un castigo verbal, sin compás, específicamente armónico y brillante, pero con mucho otoño singular en las arterias, avanza al alma del lector, rodeándolo de dulzura, dominándolo, avasallándolo.
Es el lamento central de la persona humana; no es, como en la Mistral, en la Agustini o en la Ibarbourou, la hembra sellada o ardida, quien implanta la garganta literaria entre los órganos de la generación, clamando, en celo, por un amor animal, frustrado, quemado o victorioso, pero siempre de carne, en el cielo, en el suelo o en los negros infiernos, la pasión sangrienta, atorada en las tinieblas; ni son las jerarquías arcangélicas del inhibido Rilke, o el rojo Blake, sólo en la sombra ardida. Su filiación la ubica en la ceniza mental, de los que promueven el cerebro como instinto, y en quienes enciende la delicadeza y el pudor esencial de los tímidos, el gran armonio lacrado, en el cual el cordaje es el sistema nervioso, gritando en la criatura. Altura y finura en la figura emocional; todo ello sin énfasis ni beligerancia, todo ello con tremendo padecimiento popular y aristocrático en la misma órbita, todo ello con intuición y sangre; sus poemas van hacia aquella zona roja de la crisis del ser inteligente, que se sumerge en el instinto; pero, por decoro substancial, mantiene la forma, como ropa, en el instante total del naufragio, en el que las otras, sollozan, desnudándose; lo que no la inhibe para la ancha canción apasionada, sino que la regula y la custodia.
He ahí, entonces, el vértice de su ser femenino y amoroso, en el cual lo rítmico es el gran protagonista.
En primer lugar decirte que cuesta mucho leer el artículo, pues la letras rojas sobre el fondo gris oscuro..no permite leer bien…Después te diré que creo que Winett fue mucho más que la mujer o la musa de Pablo de Rokha…y así lo dejó plasmado en su lápida: “Aquí duerme y crece para siempre la más hermosa flor de los jardines del mundo: Winétt de Rokha” . Un beso
ResponderEliminarSiento lo de las letras, que es verdad que cuesta leerlas. Voy a intentar corregirlas en cuanto te responda. Estoy completamente de acuerdo contigo sobre la figura de Winett con relación a Pablo, su marido. Hasta tal punto creo que es verdad lo que dices que ella murió primero relativamente joven, con 50 años más o menos y él, después de unos años de amargura irresistible, decidió quitarse la vida para irse con ella, que siempre frued su verdadero paraíso. Un beso
EliminarQué te parece la letra ahora? Se lee bien?
Eliminarjajajaja, gracias se lee de maravilla. Un beso
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