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sábado, 28 de noviembre de 2015

LA ESPERANZA de André Malraux



Es uno de los grandes personajes de la cultura europea del pasado siglo, y lo es porque a la calidad de sus novelas y ensayos hay que añadir una larga e infrecuente actividad política. Malraux une reflexión y acción, y lo hace de forma tan intensa que la interrelación de los dos conceptos es evidente tanto en su vida como en su obra. Sus juveniles años en Camboya, en donde participó en una misión arqueológica, y su incuestionable simpatía hacia la revolución china revierten en la excelente novela, La condición humana (1927). Años más tarde, siempre dentro de su incesante actividad, participa con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española. Sus dotes narrativas, su capacidad de observación y su sentido solidario con quienes considera que defienden la libertad y dignidad humanas encuentran en La esperanza, su mayor y personal homenaje. Malraux publica esta novela siendo aún militante del Partido Comunista Francés, una militancia que abandonará poco después, en 1939, perplejo ante el pacto que establecen Hitler y Stalin: la convicción de sus ideas es más fuerte que las decisiones políticas, lo que no le impide volver a la acción participando en la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial. Acción, reflexión, dos constantes en la vida de quien desde responsabilidades más sedentarias (participó durante años en diversos gobiernos, siempre con el general De Gaulle) mantuvo en todo momento la fe en el ser humano.


sábado, 21 de noviembre de 2015

LA DANZA DE LA REALIDAD de Alejandro Jodorovsky



Este libro es un ejercicio de autobiografía imaginaria, aunque no en el sentido de ;ficticia pues todos los personajes, lugares (Floresta), acontecimientos son verdaderos, sino en el hecho de que la realidad y la historia profunda de mi vida es un esfuerzo constante para expadir la imaginación y ampliar sus ingeniosos e imperdecibes límites, para aprehenderla en su potencial terapéutico y transformador. Ella actúa en todos los terrenos de nuestra vida, incluso como un juego en los que consideramos racionales. Por eso, no se puede abordar la realidad sin desarrollar la imaginación que modifica la realidad que parecia indeleble y desdibuja sus múltiples ángulos. Normalmente lo visualizamos todo según los estrechos límites de nuestras creencias condicionadas. De la realidad misteriosa, tan vasta e imprevisible, no percibimos más que lo que se filtra a través de nuestro reducido punto de vista y la imaginación activa es la clave de una visión amplia: permite enfocar la vida desde ángulos que no son los nuestros, imaginando otros niveles de conciencia, superiores al nuestro. Esta búsqueda me separó de mi Yo ilusorio, me hizo huir de Chile y me impulsó a buscar con desesperación un sentido a la vida . Alejandro Jodorowsky . Estoy danzando o lo estoy imaginando? Chulo no lo va creer.


sábado, 14 de noviembre de 2015

SANTUARIO DEL ODIO de Antonio Enrique



Cuando estalla la guerra civil española, el oficial Díez Arellano recibe la orden de reintegrarse a su regimiento en una capital de provincia. Emprende el camino liberando a su paso a los asediados en los cuarteles. Al llegar a la ciudad es arrestado, ya que sus superiores dudan de su lealtad. Tras la toma del Alcázar es co ndecorado por esos mismos superiores. A partir de ese momento recibe la orden de infiltrarse en el Madrdid republicano. Al contacto con la miseria y la degradación sus convicciones irán desplazándose hasta no saber cuál es el bando por el que lucha ni a qué bandera pertenece.
Sorprendido en zona rural adicta a la República aquel dieciocho de julio, un oficial, que acaba de repeler un ataque de insurgentes en su puesto de mando, recibe la orden de reintegrarse a su regimiento, en la capital de la provincia. La confusión es extrema, ignorándose de firme la procedencia y alcance del golpe de Estado en aquellos primeros instantes. Acata el oficial la orden, si bien, en el tránsito a su lugar de destino, caído para entonces en poder de los facciosos, va a demorarse días y días, recogiendo y liberando por los pueblos a los asediados en sus distintos cuarteles. A su llegada a la ciudad, le aguarda la incomprensión de sus superiores, que dudan de su lealtad por el tiempo transcurrido, razón por la cual se le arresta. La toma del Alcázar, por aquellos días, da la vuelta a su situación, al convenirse que su desobediencia -ahora simplemente demora- fue debida a consideraciones humanitarias. Y es agasajado y condecorado por los mismos, hasta provocar en él un hondo rechazo. Se le confían, entonces, labores de inteligencia militar en una misión de infiltramiento en el Madrid republicano "España, guadaña" será su consigna-, a donde accede, tras un accidentado viaje, en los decisivos días de noviembre de 1936. Al contacto con la miseria y la degradación, pero también la lealtad y el heroísmo, sus convicciones irán desplazándose hasta no saber por qué bando lucha ni a qué bandera sirve. Así el comandante Díez Arellano terminará sus días de guerra, en un pueblo levantino, trabajando como bracero anónimo en la finca que fue propiedad de su familia, agotado por el sufrimiento moral y quebrantado por la falta de esperanza. Santuario del odio hace alusión a la sacralización del odio en ambos bandos, lo que explica no ya que los espanoles nos matásemos entre sí, sino la manera brutal en que lo hicimos.


sábado, 7 de noviembre de 2015

MEMORABILIA de Juan Gil - Albert



Tres obras maestras se reúnen en este volumen memorialístico del gran poeta y prosista Juan Gil-Albert. En la primera y más extensa, Memorabilia, el autor nos invita a entrar en el mundo arcádico de su adolescencia –la familia, el colegio, Alcoy y la finca El Salt– hasta la guerra civil, que quebró aquella existencia plácida y refinada. Por sus páginas desfilan, en memorables retratos, Ramón Gaya, Luis Cernuda, Federico García Lorca, María Zambrano y Manuel Altolaguirre, entre muchos otros. Drama patrio, a su vez, ahonda en la guerra civil, revisitada no sólo con distancia (se escribe en 1964, como reacción a los «25 años de paz»), sino también, como afirma Gil-Albert, con el propósito de dejar constancia «de lo que he visto y he vivido, de lo que oí y pensé» en torno a la contienda; tres poemas complementan este texto, ofreciendo una cara más íntima de la época en que el autor regresó a España, en plena posguerra. En el último libro, Los días están contados,Gil-Albertreunió varias crónicas sobre algunos referentes de su particular universo, desde Visconti u Ortega y Gasset, hasta una reflexión sobre el hombre y el mundo en que le toca vivir, como proyección de una preocupación más honda: el paso del tiempo. 
Estos tres libros fueron publicados anteriormente, cada uno por separado, por Tusquets Editores en la colección Marginales: Memorabilia, en 1975, Drama patrio, en 1977, y Los días están contados en 1974, los tres en vida del autor. Ahora, el presente volumen nos devuelve la admirable prosa autobiográfica deGil-Albert, «el gran memorialista», como afirmó el poeta Juan Luis Panero, «de tantas páginas imprescindibles».

Acaso al amparo del centenario de su nacimiento, Juan Gil-Albert tenga ahora la posibilidad de una nueva vida pública, temo que no muy dilatada, pero sí del todo oportuna. A ello contribuirá la afortunada iniciativa de la Editorial Tusquets de hacer un tomo con tres de sus escritos autobiográficos, que este mismo sello ya había difundido en volúmenes sueltos hace un cuarto de siglo. Esos textos, independientes pero conectados por su inspiración memorialística, son Memorabilia, Drama patrio y Los días están contados. Estas obras tienen registros y texturas comunes, pero también rasgos diferenciadores. Los días están contados despliega una reflexión vital sosegada y senequista, en la que el autor se encarama hasta cimas de emocionalidad, con un sentimiento elegíaco muy vivo y contenido. También figura ahí el ensayo «Viscontiniana», con finas observaciones sobre los impulsos creativos del cineasta italiano, sobre las relaciones entre cine y literatura a propósito de la versión que el viejo director neorrealista hizo de Muerte en Página 1 de 3 Venecia, de Thomas Mann, y sobre el poderoso imperio de los sentidos, que Gil-Albert aprovecha para explayarse acerca de un motivo literario ajeno, el de la homosexualidad, que lo era también suyo, tanto literario como vital.


domingo, 1 de noviembre de 2015

PRIMAVERA DE LA MUERTE de Carlos Bousoño



Hace pocos días acaba de morir Carlos Bousoño,  superados los 90 años. Parece adecuado con esta excusa adentrarnos un poco en su poesía ya que el mejor homenaje que se le puewde hacer a un autor es leer su obra.

Tras la publicación, en 1993 y en esta misma colección, de El ojo de la aguja (Marginales 127), honra nuestro catálogo, en esta ocasión con sus poemas completos y en su versión definitiva, Carlos Bousoño, artífice de una de las más fecundas e imaginativas aventuras creadoras del panorama poético español del siglo XX, además de lúcido explorador de la teoría poética.   Un largo camino lleva recorrido Bousoño desde Subida al amor (1945), aquel primer libro de poemas en que traslucía sus ansias de Dios y que, junto con Primavera de la muerte (1946), ese canto a la victoria de lo vital sobre la muerte, y el metafísico Noche del sentido (1957), concluye un primer ciclo que se cierra con la duda más sombría. Su cuarta obra poética, Invasión de la realidad (1962), marca un cambio de rumbo, caracterizado por la apertura, en el plano temático, hacia el mundo objetivo, real, y, en el estilístico, hacia el verso libre y el abandono de los moldes clásicos. Con Oda a la ceniza (1967), Bousoño confirma esta nueva línea y abre, a juicio de los críticos, una segunda trilogía, la que completan Las monedas contra la losa (1973) y Metáfora del desafuero (1988), y en la que se inaugura un procedimiento retórico: «El alargamiento de una imagen que, partiendo de un postulado racional, ensayístico, culmina en lo irracional» (L.A. de Villena) y llega a lo visionario. Por difícil que pareciera superar eso, el poeta sorprendió luego a todos con su libro más denso, maduro y metafísico, El ojo de la aguja, que resume toda su trayectoria poética y ejemplifica su reflexión teórica. Dos últimas obras ―Canto de salvación (1993) y El martillo en el yunque (1996)― cierran este auténtico viaje por la luz y las tinieblas en busca de la plenitud y la verdad poética.