Es uno de los grandes
personajes de la cultura europea del pasado siglo, y lo es porque a la calidad
de sus novelas y ensayos hay que añadir una larga e infrecuente actividad
política. Malraux une reflexión y acción, y lo hace de forma tan intensa que la
interrelación de los dos conceptos es evidente tanto en su vida como en su
obra. Sus juveniles años en Camboya, en donde participó en una misión
arqueológica, y su incuestionable simpatía hacia la revolución china revierten
en la excelente novela, La condición humana (1927). Años más tarde, siempre dentro
de su incesante actividad, participa con las Brigadas Internacionales en la
Guerra Civil española. Sus dotes narrativas, su capacidad de observación y su
sentido solidario con quienes considera que defienden la libertad y dignidad
humanas encuentran en La esperanza, su mayor y personal homenaje. Malraux
publica esta novela siendo aún militante del Partido Comunista Francés, una
militancia que abandonará poco después, en 1939, perplejo ante el pacto que
establecen Hitler y Stalin: la convicción de sus ideas es más fuerte que las
decisiones políticas, lo que no le impide volver a la acción participando en la
Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial. Acción, reflexión, dos
constantes en la vida de quien desde responsabilidades más sedentarias
(participó durante años en diversos gobiernos, siempre con el general De
Gaulle) mantuvo en todo momento la fe en el ser humano.
La lectura es un acto de soledad, una forma de vivir con uno mismo, de conocerse y de relacionarse con las otras personas y con el mundo.
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sábado, 28 de noviembre de 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
LA DANZA DE LA REALIDAD de Alejandro Jodorovsky
Este libro es un ejercicio
de autobiografía imaginaria, aunque no en el sentido de ;ficticia pues
todos los personajes, lugares (Floresta), acontecimientos son verdaderos, sino
en el hecho de que la realidad y la historia profunda de mi vida es un esfuerzo
constante para expadir la imaginación y ampliar sus ingeniosos e imperdecibes
límites, para aprehenderla en su potencial terapéutico y transformador. Ella
actúa en todos los terrenos de nuestra vida, incluso como un juego en los que
consideramos racionales. Por eso, no se puede abordar la realidad sin
desarrollar la imaginación que modifica la realidad que parecia indeleble y
desdibuja sus múltiples ángulos. Normalmente lo visualizamos todo según los
estrechos límites de nuestras creencias condicionadas. De la realidad
misteriosa, tan vasta e imprevisible, no percibimos más que lo que se filtra a
través de nuestro reducido punto de vista y la imaginación activa es la clave
de una visión amplia: permite enfocar la vida desde ángulos que no son los nuestros,
imaginando otros niveles de conciencia, superiores al nuestro. Esta búsqueda me
separó de mi Yo ilusorio, me hizo huir de Chile y me impulsó a buscar con
desesperación un sentido a la vida . Alejandro Jodorowsky . Estoy danzando o lo
estoy imaginando? Chulo no lo va creer.
sábado, 14 de noviembre de 2015
SANTUARIO DEL ODIO de Antonio Enrique
Cuando estalla la guerra
civil española, el oficial Díez Arellano recibe la orden de reintegrarse a su
regimiento en una capital de provincia. Emprende el camino liberando a su paso
a los asediados en los cuarteles. Al llegar a la ciudad es arrestado, ya que
sus superiores dudan de su lealtad. Tras la toma del Alcázar es co ndecorado
por esos mismos superiores. A partir de ese momento recibe la orden de
infiltrarse en el Madrdid republicano. Al contacto con la miseria y la
degradación sus convicciones irán desplazándose hasta no saber cuál es el bando
por el que lucha ni a qué bandera pertenece.
Sorprendido
en zona rural adicta a la República aquel dieciocho de julio, un oficial, que
acaba de repeler un ataque de insurgentes en su puesto de mando, recibe la
orden de reintegrarse a su regimiento, en la capital de la provincia. La
confusión es extrema, ignorándose de firme la procedencia y alcance del golpe
de Estado en aquellos primeros instantes. Acata el oficial la orden, si bien,
en el tránsito a su lugar de destino, caído para entonces en poder de los
facciosos, va a demorarse días y días, recogiendo y liberando por los pueblos a
los asediados en sus distintos cuarteles. A su llegada a la ciudad, le aguarda
la incomprensión de sus superiores, que dudan de su lealtad por el tiempo
transcurrido, razón por la cual se le arresta. La toma del Alcázar, por
aquellos días, da la vuelta a su situación, al convenirse que su desobediencia
-ahora simplemente demora- fue debida a consideraciones humanitarias. Y es agasajado
y condecorado por los mismos, hasta provocar en él un hondo rechazo. Se le
confían, entonces, labores de inteligencia militar en una misión de
infiltramiento en el Madrid republicano "España, guadaña" será su
consigna-, a donde accede, tras un accidentado viaje, en los decisivos días de
noviembre de 1936. Al contacto con la miseria y la degradación, pero también la
lealtad y el heroísmo, sus convicciones irán desplazándose hasta no saber por
qué bando lucha ni a qué bandera sirve. Así el comandante Díez Arellano
terminará sus días de guerra, en un pueblo levantino, trabajando como bracero
anónimo en la finca que fue propiedad de su familia, agotado por el sufrimiento
moral y quebrantado por la falta de esperanza. Santuario del odio hace alusión
a la sacralización del odio en ambos bandos, lo que explica no ya que los
espanoles nos matásemos entre sí, sino la manera brutal en que lo hicimos.sábado, 7 de noviembre de 2015
MEMORABILIA de Juan Gil - Albert
Tres obras maestras se
reúnen en este volumen memorialístico del gran poeta y prosista Juan
Gil-Albert. En la primera y más extensa, Memorabilia,
el autor nos invita a entrar en el mundo arcádico de su adolescencia –la
familia, el colegio, Alcoy y la finca El Salt– hasta la guerra civil, que
quebró aquella existencia plácida y refinada. Por sus páginas desfilan, en
memorables retratos, Ramón Gaya, Luis Cernuda, Federico García Lorca, María
Zambrano y Manuel Altolaguirre, entre muchos otros. Drama
patrio, a su vez, ahonda en la guerra civil, revisitada no sólo con
distancia (se escribe en 1964, como reacción a los «25 años de paz»), sino
también, como afirma Gil-Albert, con el
propósito de dejar constancia «de lo que he visto y he vivido, de lo que oí y pensé»
en torno a la contienda; tres poemas complementan este texto, ofreciendo una
cara más íntima de la época en que el autor regresó a España, en plena
posguerra. En el último libro, Los días están contados,Gil-Albertreunió
varias crónicas sobre algunos referentes de su particular universo, desde
Visconti u Ortega y Gasset, hasta una reflexión sobre el hombre y el mundo en
que le toca vivir, como proyección de una preocupación más honda: el paso del
tiempo.
Estos tres libros fueron publicados anteriormente, cada uno por separado, por Tusquets Editores en la colección Marginales: Memorabilia, en 1975, Drama patrio, en 1977, y Los días están contados en 1974, los tres en vida del autor. Ahora, el presente volumen nos devuelve la admirable prosa autobiográfica deGil-Albert, «el gran memorialista», como afirmó el poeta Juan Luis Panero, «de tantas páginas imprescindibles».
Estos tres libros fueron publicados anteriormente, cada uno por separado, por Tusquets Editores en la colección Marginales: Memorabilia, en 1975, Drama patrio, en 1977, y Los días están contados en 1974, los tres en vida del autor. Ahora, el presente volumen nos devuelve la admirable prosa autobiográfica deGil-Albert, «el gran memorialista», como afirmó el poeta Juan Luis Panero, «de tantas páginas imprescindibles».
Acaso al amparo del centenario de su nacimiento, Juan
Gil-Albert tenga ahora la posibilidad de una nueva vida pública, temo que no
muy dilatada, pero sí del todo oportuna. A ello contribuirá la afortunada
iniciativa de la Editorial Tusquets de hacer un tomo con tres de sus escritos
autobiográficos, que este mismo sello ya había difundido en volúmenes sueltos
hace un cuarto de siglo. Esos textos, independientes pero conectados por su
inspiración memorialística, son Memorabilia, Drama patrio y Los días están
contados. Estas obras tienen registros y texturas comunes, pero también rasgos
diferenciadores. Los días están contados despliega una reflexión vital sosegada
y senequista, en la que el autor se encarama hasta cimas de emocionalidad, con
un sentimiento elegíaco muy vivo y contenido. También figura ahí el ensayo
«Viscontiniana», con finas observaciones sobre los impulsos creativos del cineasta
italiano, sobre las relaciones entre cine y literatura a propósito de la
versión que el viejo director neorrealista hizo de Muerte en Página 1 de 3
Venecia, de Thomas Mann, y sobre el poderoso imperio de los sentidos, que
Gil-Albert aprovecha para explayarse acerca de un motivo literario ajeno, el de
la homosexualidad, que lo era también suyo, tanto literario como vital.
domingo, 1 de noviembre de 2015
PRIMAVERA DE LA MUERTE de Carlos Bousoño
Hace pocos días acaba de
morir Carlos Bousoño, superados los 90
años. Parece adecuado con esta excusa adentrarnos un poco en su poesía ya que
el mejor homenaje que se le puewde hacer a un autor es leer su obra.
Tras la publicación, en
1993 y en esta misma colección, de El ojo de la aguja (Marginales 127), honra
nuestro catálogo, en esta ocasión con sus poemas completos y en su versión
definitiva, Carlos Bousoño, artífice de una de las más fecundas e imaginativas
aventuras creadoras del panorama poético español del siglo XX, además de lúcido
explorador de la teoría poética. Un largo camino lleva recorrido Bousoño
desde Subida al amor (1945), aquel primer libro de poemas en que traslucía sus
ansias de Dios y que, junto con Primavera de la muerte (1946), ese canto a la
victoria de lo vital sobre la muerte, y el metafísico Noche del sentido (1957),
concluye un primer ciclo que se cierra con la duda más sombría. Su cuarta obra
poética, Invasión de la realidad (1962), marca un cambio de rumbo,
caracterizado por la apertura, en el plano temático, hacia el mundo objetivo,
real, y, en el estilístico, hacia el verso libre y el abandono de los moldes
clásicos. Con Oda a la ceniza (1967), Bousoño confirma esta nueva línea y abre,
a juicio de los críticos, una segunda trilogía, la que completan Las monedas
contra la losa (1973) y Metáfora del desafuero (1988), y en la que se inaugura
un procedimiento retórico: «El alargamiento de una imagen que, partiendo de un
postulado racional, ensayístico, culmina en lo irracional» (L.A. de Villena) y
llega a lo visionario. Por difícil que pareciera superar eso, el poeta
sorprendió luego a todos con su libro más denso, maduro y metafísico, El ojo de
la aguja, que resume toda su trayectoria poética y ejemplifica su reflexión
teórica. Dos últimas obras ―Canto de salvación (1993) y El martillo en el
yunque (1996)― cierran este auténtico viaje por la luz y las tinieblas en busca
de la plenitud y la verdad poética.
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