Aún contando con evidentes desfases o exageraciones y ese desdén
intelectual propio de elegantes caballeros frente a la realidad local, no
resultará difícil encontrar acertadas muchas de las impresiones del escritor
inglés sobre los males endémicos y acerca de nuestra particular idiosincrasia.
Son cosas que siguen en parte vigentes.
Su inteligencia, energía e industria se debaten bajo la
permanente llamada a los dioses y los hombres para que les hagan lo que
debieran hacer ellos. Su Iglesia les ha dado un patrón tutelar y vigilante para
todas las circunstancias de la vida, por triviales que sean.
Nunca han tenido una oportunidad, porque un desgobierno inicuo y
largo, tanto de la Iglesia como del Estado, ha tendido a diluir sus cualidades
y a estimular sus vicios.
Con estilo vivo y mordaz Ford va
repasando todo lo español. Es conocedor y amante del arte pero también un
cronista meticuloso e incisivo a la hora de destapar carencias; por ejemplo
sistemáticamente crítico con las estancadas instituciones y el tradicional mal
gobierno de las clases dirigentes de España.
Abogado, periodista y dibujante en
varios periódicos londinenses, Richard Ford se había trasladado a España en
1830 con la esperanza de que el clima cálido favoreciese la delicada salud de
su esposa. Fija su residencia en Sevilla y en Granada y desde allí, acompañado
de sus cuadernos de notas y dibujo, viaja durante 3 años por gran parte de la
península a caballo, burro o diligencia en compañía de arrieros y otros viajantes,
vestido como un paisano más y tomando cumplida nota de todo lo que ve, ya
fueran las costumbres “bárbaras” de tan pintorescos pueblos, ya fueran
monumentos u otras creaciones artísticas por las que sentía especial
predilección.
A su vuelta a Inglaterra construyó una
residencia de estilo neomudéjar que recordaba el Generalife y sus jardines e
instaló una gran biblioteca de libros sobre historia y costumbres de nuestro
país.
El entusiasmo que transmitió Richard
Ford en su obra por los paisajes y el arte español, especialmente Andalucía,
convirtieron a nuestras tierras en una especie de reino exótico y legendario
para las clases altas europeas, quienes pensaban en ellas como una visita
obligada para que sus jóvenes cachorros ilustrados vivieran su viaje “iniciático”.En España se consiguen la mayor parte de
las cosas por medio del buen humor, una sonrisa, una broma, un refrán, un puro
o un soborno, el cual, aunque último recurso, no es nunca, ni mucho menos, el
menor de estos y en seguida se podrá comprobar que ablanda el corazón más duro
y suaviza las dificultades después de que los más cívicos discursos hayan sido
usados en vano, porque “más ablanda dinero que palabra de caballero”.
Me gusta pasar por este blog y saber qué libros lees, pero me intriga la falta de comentarios. Yo me incluyo, es cierto, y leo tus trabajos que me parecen mas claros y digeribles que otros. Espero que otros amigos disfruten de tus lecturas.
ResponderEliminarEn este blog lo que me importa es comentar lo que leo yo. Los comentarios no me corresponden. Yo los agradezco pero por supuesto son libres. Un a brazo
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