"Esta novela surge
de una sensación de injusticia; en este país, la transición lo ha tapado todo y
nos hemos engañado durante mucho tiempo. Aquel acuerdo político se exportó a
otros países, pero lo terrible es que antes habíamos exportado también otras prácticas
más siniestras a Uruguay, Chile, Argentina...", afirma el escritor.
Prácticas como ese canje
de niños, arrancados del seno de sus madres perdedoras y depositados en las
casas de familias decentes. Si eran
revoltosos o mínimamente rebeldes regresaban al hospicio o a esos lugares
siniestros como la cárcel de Ventas, donde podían ser alimentados con gasolina
hasta conseguir que sus madres se volvieran locas.
Fueron cosas que Prado
comprobó un día viendo en la televisión un reportaje, Los
niños perdidos del franquismo, producido
por TV-3. "Hasta entonces, estaba escribiendo una novela que no tenía nada
que ver con ésta que me ha salido después de enterarme de aquello". Eran
métodos aprobados y alentados por los gerifaltes del franquismo, cuya misión
fue limpiar España de rojos y rebeldes, y que apoyaban sus atrocidades en la
seudociencia de personajes como Antonio Vallejo Nájera. "Era un tipo que
creía poder demostrar que el marxismo era una enfermedad contagiosa. ¿Y qué
hicieron? ¿Encerrarle por estar como unas castañuelas? No, darle la dirección
del servicio psiquiátrico del Ejército".
Allí, Vallejo Nájera
podía disfrutar de cuantos conejillos de indias quisiera para demostrar sus
teorías alucinatorias. Pero hubo más: escritoras como Carmen de Icaza,
"que se hizo cargo del Auxilio Social para poner en práctica lo de la
entrega de niños, algo que sospecho no quería hacer su anterior responsable,
Mercedes Sanz Bachiller"; además de otros cuyo pasado no ha logrado
despojarse de su propia inmundicia con biografías rediseñadas, como Dionisio
Ridruejo o José María Pemán... "Ésta es una novela contra la impunidad y
los falsos prestigios también, que fueron lógicos en un país que sufrió 38 años
de dictadura pero que no tienen ninguna razón de ser ya hoy".
Las oscuras técnicas de un régimen militar a otro no son diferentes. En Chile lograron demostrar que los comunistas eras miles y con gran armamento. Gran mentira. En tiempo de la Unidad Popular fundamos los Talleres Literarios Andamios. Cuando llegó la dictadura decidimos desaparecer, pero seguíamos escribiendo y gritando nuestros poemas en fábricas o grupos reunidos en iglesias. Era una locomotora ante una gallina con sus pollitos. La CIA estuvo en la incubación del golpe tal como está en algunos países marcados por ellos. A nosotros no nos toca, lo que no es ninguna gracia.
ResponderEliminarAbrazos.