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sábado, 15 de agosto de 2020

LA CREACION DEL MUNDO de Miguel Torga

 

La creación del mundo es un ciclo narrativo que reúne seis libros, publicados entre 1937 y 1981, aunque uno de ellos, por razones de censura política, debió esperar varios años a conocer la circulación regular entre los lectores. El ciclo fue calificado por su autor como «crónica, novela, memorial y testamento», lo que señala su difícil reducción a una perspectiva simple. El título de cada uno de los libros se corresponde con los días de la creación según el Génesis, y seguramente tiene su origen en las Confesiones de san Agustín, que sin duda fueron bien conocidas de Miguel Torga, pues en su diario alude a ellas varias veces («Las Confesiones de san Agustín. ¡Cuánta herejía lleva dentro ese doctor existencialista! Es que los cimientos de su obra no están hechos de santidad, sino de experiencia»). El caso es que, en sus Retractaciones, el famoso obispo de Hipona alude a sus Confesiones diciendo: «En los diez primeros libros, hablo de mí; en los tres restantes, hablo de la Sagrada Escritura, desde el principio en que hizo Dios el cielo y la tierra hasta su descanso en el séptimo día». Pero sea o no este el antecedente formal del libro de Miguel Torga, su esquema presenta las jornadas sucesivas del primer libro de la Biblia. Sería más difícil encontrar el correlato entre el contenido de la actividad divina a lo largo de los diferentes días bíblicos y el de la actividad del escritor en cada uno de los «días» de su narración, pero el resultado viene a ser similar: la creación del hombre y, en el caso de Torga, la de su propia persona y personaje, consecuencia de una experiencia dramática a través de las reflexiones, acciones y sentimientos, y en su relación con los escenarios y demás elementos de su aventura humana, lo que él llama «la génesis progresiva en una conciencia de la realidad circunstancial».

Tal vez lo más interesante de Torga sea esa independencia, que da originalidad a su voz incluso cuando trata de asuntos, autores o tópicos comúnmente aceptados en el momento en que escribía sus textos. Y tal vez esa independencia tenga mucho que ver con su condición, una condición que pudiéramos llamar ajena, de procedencia campesina, la de ese niño de aldea que nunca dejó de ver las cosas con distancia y extrañeza, producto de cierta pureza originaria. Cuando se habla de literatura «urbana», este hombre de origen rural que tanto practicó la medicina y la poesía lejos de las metrópolis, puede ser una buena muestra de que la buena literatura –otra cosa son las modas– no procede de un único ecosistema. En cuanto al tema del sentimiento ibérico, hispánico, tan claramente apuntado en el prólogo de La creación del mundo, en este Diario aparece en muchas ocasiones.Valgan algunas muestras: «Soy un hijo occidental de Iberia, y España siempre ha sido para mí un motivo de orgullo». «¡Ah! ¡Unamuno! ¿Por qué has muerto? ¿Por qué no puedo hablar contigo en este momento dramático del mundo, aquí, en esta Iberia nuestra cargada de sol y de tristeza?».



2 comentarios:

  1. Antonio: Viví en un pueblo (ahora es ciudad) y me eduqué en un colegio regentado por religiosos españoles. Lo digo porque me has hecho volver con tu entrada a esos lugares y tiempo. De verdad. Como para ciertos aspectos me considero un viejo, trataré de conseguirme algunos. Algunos me "suenan" como Lope de Vega, Fray Luis, también Sófocles con su Edipo Rey. Naturalmente siempre he conservado a Don Quijote, pero sus letras muy pequeñas las dejé de ver y he adquirido un ejemplar de los 400 años. Vieras cómo gozo. Con la pandemia estoy regalando mis libros. Los vecinos a los que he regalado se manifiestan muy agradecidos. Impongo condiciones pedagógica.

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  2. No te dije que me entretuve con tu entrada. La referencia a San Agustín es muy cierta. No fue nada de santo y sí un hereje. Las palabras, como lo sabes son vivas y se modifican con el tiempo corto o largo. La palabra "herejía" significaba "opinión". O decir otra cosa. El aporte teológico a la iglesia le valió su tremendo reconocimiento, aunque ahora debiera ya superarse pues pesa mucho.
    Ojalá este bien. Hay que cuidarse.

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