Como polvo en el viento' es una novela
ingente sobre de qué callada manera las costuras internas de unos personajes
lanzados al mar de sus deshielos se encuentran y se extravían en un recorrido
vital, personal e íntimo que es también el de todo un país. Cuba como un pueblo confrontado
hacia sí mismo y hacia la diáspora que se configura en los remolinos de un
relato sitiado entre la isla y el mundo. Cuba dibujada como “un país
maldito y los cubanos [como] su peor maldición. Somos gentes que preferimos
odiar y envidiar más que crecer con lo que tenemos.”
Con
una estructura fragmentaria y contrapuntística, que va y viene del pasado al
presente y del presente al pasado y que es uno de los aciertos de este libro, Leonardo Padura
(La Habana, 1955) ha sabido mostrar los entresijos argumentales de un “exilio
eterno”, o lo que es lo mismo, el porqué de las motivaciones de Clara, Elisa,
Bernardo, Darío, Irving, Horacio, Liuba y Fabio, Walter, Ramsés, Joel, Fabiola,
Guesty, Marissa y Montse, un elenco de personajes atenazados por determinados
acontecimientos del pasado y que los arrastra a un presente perpetuo.
Personajes dañados por “los recuerdos o la nostalgia o la culpa. O el
odio.”
La ética de la escritura de Padura se
percibe como contención emotiva del Clan, inextricable nudo de personajes cada
uno de ellos con sus propias contradicciones. En ocasiones, es el miedo, la
desolación o el amor compartido; en otras, la sexualidad propia y ajena, la
compasión, el futuro en ciernes, la maternidad o la esperanza desencantada.
Pero todos ellos están unidos en una suerte de soledad compartida, la dosis
incierta de un porvenir que llega tarde y mal y que los ubica en el límite de
una encrucijada: “es como si no existiéramos, es como si fuéramos fantasmas, o
los invisibles… No estamos en la memoria de nadie y nadie está en la memoria de
nosotros. Somos y a la vez no somos, y van a pasar una pila de años para que
empecemos a ser algo más que espectros… acá no somos lo que allá éramos
¿Una novela sobre el
destino desproporcionado que atañe a un país abonado a la confrontación
sempiterna? Sí. ¿Un libro reuniendo cólera y angustia tanto como melancolía y
ternura por una patria que convierte a sus exiliados en “fantasmas” de lo que
Adorno llamó “la vida dañada”? Pues también. ¿Una ficción sobre la posibilidad
y la imposibilidad del regreso, piedra de toque de todos los exiliados que en
el mundo han sido y que aquí viven a la intemperie? Sin duda. En cualquier
caso, una novela sobre “el vértigo y el caos”, sobre las querellas emocionales de un grupo de amigos
que abandonan la isla, aunque se queden, y que juran amor eterno a Cuba, aunque
se vayan.