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domingo, 14 de marzo de 2021

EL LIBRO DE EVA de Carmen Boullosa

 


El libro de Eva puede considerarse un elocuente capricho teologal, sobre todo por la presteza con la que contradice ciertos dogmas. Pero ya que aspira a un público que sabe de reivindicaciones y demoliciones de antiguos ídolos, es, sobre todo, y sin perder su voluntad literaria, un rompimiento de lanzas contra el patriarcado. De Adán a los nietos de Noé —el linaje que consigna la novela— no encontramos sino gorjeos dementes, discursos idiotas, actos y leyes concebidos por la lujuria o la sinrazón. Pero no es el pasado al que apunta El libro de Eva. Inquiere al presente, que es, por otra parte, la versión remasterizada del Caos que antecedió a todo. Ni los seres que pueblan la Tierra son obra del Creador; ni Eva nació de la costilla de Adán; ni el fuego se debe al ingenio de un patriarca obsesionado con los sacrificios; ni Caín fue la semilla envenenada del género humano, ni Abel un pastor bienaventurado; ni Noé, siempre lascivo por el alcohol, respondió a una voz sobrenatural y construyó un arca para preservar del diluvio a las especies animales y vegetales. Son otros los hechos narrados en El libro de Eva (Alfaguara), una encantadora y revoltosa novela nacida de la alegría de vivir. Son otros los hechos porque, según la trama urdida por Carmen Boullosa, el Génesis recoge las mentiras de un fabulador envidioso —del clítoris, por supuesto— y holgazán, el mismo Adán, quien alguna vez impuso el derecho de propiedad, la existencia de un Todopoderoso y la devaluación física y moral de la mujer. La voz que seguimos proviene entonces de ese otro lado, marginal y subterráneo, donde las palabras no han sido quebrantadas por el silencio.

Son otros los hechos porque, según la trama urdida por Carmen Boullosa, el Génesis recoge las mentiras de un fabulador envidioso —del clítoris, por supuesto— y holgazán, el mismo Adán, quien alguna vez impuso el derecho de propiedad, la existencia de un Todopoderoso y la devaluación física y moral de la mujer. La voz que seguimos proviene entonces de ese otro lado, marginal y subterráneo, donde las palabras no han sido quebrantadas por el silencio.




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