Esta es la historia de un pobre gallego soñador de principios de
siglo. Futuro emigrante, soñaba con América y, particularmente, con Brasil.
Inmenso territorio en el que cualquiera, el menos elegido por la suerte, se
vuelve conquistador, en el que las fortunas parecen caer como frutas de los
árboles. Madruga, el personaje central de La república de los
sueños, es el arquetipo de cierto ascenso social. Un self-made
man, un patriarca. Pero también el guardián de una tradición oral
anclada en los cuentos y las leyendas de Galicia. De ambos lados del Atlántico
se desarrolla esta saga familiar, con voces que se contestan unas a otras a
pesar del mar y del paso del tiempo. Generaciones pasadas y presentes dialogan
entre sí en una novela enorme, en la que no pasa nada, o casi nada.
La cronología parece completamente aleatoria. Está hecha de
constantes vaivenes entre antes y después, entre la adolescencia y la vejez,
entre los recuerdos de infancia y el relato parcelizado de la suave agonía de
Eulalia, la mujer a la que Madruga se fue a buscar a su pueblo natal para
intentar criar en su tierra de elección a unos niños cuyo papel consistirá en
cultivar la memoria como si fuera una religión. Entre el abuelo Xan, cuyos
relatos provienen de su pueblo perdido de Galicia, y Breta, la más pequeña de
la familia, llamada a ser una carioca de pura cepa, la
relación es ínfima, casi invisible pero imprescindible. Breta acabará siendo la
depositaria de la memoria oral, la que compondrá el libro infinito de esa
familia sin apellidos.
Extrañamente, este gigantesco relato es sólo un esbozo, una obra
que sugiere más de lo que afirma. En el silencio surgen los odios y los
rencores que hacen estallar la familia en mil pedazos y que la recomponen en
seguida por una cuestión de necesidad, de supervivencia del clan perdido en un
ambiente hostil. Madruga es un déspota ilustrado. Él no acepta ningún
cuestionamiento de su propio poder. Pero su objetivo no es solamente hacer
fortuna. La fortuna adquirida debe servir para colocar la historia ordinaria de
esa familia en el centro de las leyendas ancestrales.
La república de los sueños es la
combinación de varios relatos a cargo de distintos narradores, que se acaban
fundiendo en uno solo. La aventura banal del emigrante se transforma en epopeya
colectiva, la de una de las comunidades que conforman ese amasijo pluricultural
que es Brasil. La epopeya se desarrolla en un ambiente de sorda violencia. Cada
guerra en el interior del clan, incluso cuando concluye con una muerte, da
lugar a un nuevo nacimiento.
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