La chica salvaje no se basa directamente en el
tiempo que pasó Delia Owens en África, pero hay ecos de su trabajo como
naturalista. Ambientada en las décadas de 1950 y 1960 en Carolina del Norte, la
narrativa combina elementos de misterio criminal, romance y escritura sobre la
naturaleza con una historia de maduración de una niña llamada Kya que creció
sola en los pantanos.
En diversas entrevistas, Owens ha
establecido paralelismos entre su vida como amante introvertida de la
naturaleza y el aislamiento e inmersión de Kya en el mundo natural. Owens dijo
que, en parte, basó la novela en su experiencia de vivir en la naturaleza. “Se
trata de intentar triunfar en un lugar salvaje”, aseguró en una entrevista con
el Times.
También se comparó con Kya, quien está
sujeta a rumores maliciosos y al ostracismo, cuando le preguntaron sobre la
controversia en torno al asesinato del presunto cazador furtivo y las preguntas
sobre su papel en el caso.
“Es doloroso que surja eso, pero es con
lo que Kya tuvo que lidiar, los insultos”, afirmó Owens al Times. “Solo tienes
que poner la frente en alto o agacharla, o lo que sea, pero tienes que seguir
adelante y ser fuerte. Ya me han atacado elefantes”.
Durante años, los rumores de la existencia de la Chica Salvaje han
perturbado la vida de la pequeña localidad de Barkley Cove, un tranquilo pueblo
de pescadores en Carolina del Norte. Abandonada a los seis años, Kya es una
joven sensible, inteligente y de una belleza insólita que ha sobrevivido en
soledad en las marismas, con la naturaleza como única amiga. Es una
superviviente nata. Su solitaria vida se complica cuando un hombre aparece
asesinado en el pantano y la acusan del crimen. Entonces, todos sus misterios
saldrán a la luz.
Una magistral novela que nos habla de los
secretos del ser humano, las pulsiones que nos mueven y la verdadera naturaleza
del amor y del odio.
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