Hay libros que
reconcilian al lector con la esencia misma de la literatura: contar bien las
cosas, y Un tal González se
ubica, sin duda, en este tipo de textos. Embarcarse en un proyecto biográfico
de alguien de quien ya creíamos saber todo, o por lo menos lo más sustancial,
era una empresa de riesgo. Y Sergio del Molino sale
más que airoso. Ya en la introducción, el autor quiere evitar confusiones
taxonómicas y nos avisa de lo que no es este libro: Un tal González no es una
biografía, no es un ensayo político y tampoco es una crónica periodística. No
obstante, es todo lo anterior pero contenido en una novela.
A estas alturas, y
afortunadamente, las fronteras de la novela se han diluido lo bastante como
para que las etiquetas literarias hayan perdido relevancia. Sea como
fuere, Un tal González es
una indagación narrativa de la vida y el carácter de Felipe González, un texto que es fiel a los grandes
acontecimientos de la trayectoria política de su protagonista y en el que hay
un meticuloso trabajo de investigación, pero también grandes dosis de
recreación -muy verosímil- y una presencia, intermitente y equilibrada, del
autor mismo en el relato.
La narración comienza con
el ímpetu de unos jóvenes que quieren reflotar un Partido Socialista que, dirigido desde Francia por Rodolfo Llopis, se ahoga en su propia retórica
nostálgica y no tiene conexión con la realidad española del tardofranquismo.
Desde ahí, y a través de los diferentes hitos de los 30 años de historia
política de Felipe González, del
PSOE y del país, Del Molino va tejiendo el retrato de alguien con un
extraordinaria exposición pública pero muy reservado, esquivo y, en el fondo,
desconocido para los españoles.
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