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sábado, 4 de mayo de 2024

CHAMANES ELÉCTRICOS EN LA FIESTA DEL SOL de Mónica Ojeda

 


“El oído es el órgano del miedo”, escribe Nietzsche. Y con poco que desarrollemos la frase le encontramos el eco de algunos de los mitos más sugerentes de la modernidad: aquellos que toman como modelo a las dos divinidades de la celebración delirante, de una naturaleza salvaje, Dionisos y Pan. En primer lugar, el miedo pierde su carácter negativo; es, antes bien, miedo “iniciático” previo al crecimiento o la superación de unos límites personales. En segundo lugar, esa realidad que nos desborda, la percibe un órgano a la vez cerebral y físico: el oído. Y, finamente, es la música, la danza “pánica”, el vehículo que dinamita la autonomía del yo racional.

Dicho de una manera más sencilla: no escuchamos música, pues esto supondría asimilarla a distancia. La música nos “posee”. Somos vividos por la música.

La de Nietzsche es la primera frase Chamanes eléctricos en la fiesta del sol, la nueva novela de Mónica Ojeda. Y sintetiza muy bien su poética, porque en esta novela los cuerpos buscan su trascendencia en la orgía del baile. De la misma manera, la naturaleza se entiende como cuerpo superior y salvaje, una madre terrible. Y, en este sentido, es interesante compararla con algunas novelas de modernismo literario, por ejemplo con las de Thomas Mann, que abundan en escenas de raptos dionisíacos como revulsivo para la insatisfacción con el racionalista mundo burgués. Pero también es interesante comparar estos Chamanes con tanta novela de nuestra época que bucea en los mitos de pureza en lo ancestral, lo corporal, lo monstruoso, lo sublime, etcétera. Creo que en ambas comparaciones Ojeda sale ganando. En primer lugar, porque nunca es inocente en el uso de unos materiales tan frecuentados; en segundo lugar, porque tampoco es tópica nunca ni panfletaria




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