La grandeza y la miseria del aprendizaje es que no tiene fin. la lengua castellana, además, nos permite desentrañar en la misma lengua tantos mundos que es fácil sentirse perdido aunque perderse en las palabras sea imposible. De nuevo traigo un autor que no conocía y del que, una vez conocido, he decidido adentrarme en su mundo argentino y conocerlo.
Gutiérrez regresa a Santa Fe después de mucho tiempo. Nula, un muchacho que tiene la mitad de su edad, 29 años, lo recibe y hacen juntos una caminata. Avanzan por la misma calle pero en tiempos diferentes. Para Gutiérrez, ese mundo de provincia, acaso su patria afectiva, tiene el sabor inmediato y remoto, familiar y extraño, de un lugar donde el pasado se actualiza. En torno a un escrito elaborado por alguien que no estuvo en los sucesos que cuenta, se va recomponiendo la historia de un movimiento de vanguardia local, el precisionismo. Las anécdotas apuntan a una reflexión sobre el sentido de las instituciones literarias y artísticas, y a medida que la voz del narrador se proyecta hacia el pasado, esa galaxia inaccesible que sigue enviando su luz, reaparecen los pilares fundamentales del inconfundible universo saeriano: Tomatis, el diario La región, Washington Noriega, Soldi, Cuello, Marcos Rosemberg, Elisa y el Gato, entre otros. Ambientada en los años noventa y de un humor implacable, La grande nos muestra cuán complejo es hacer una recapitulación de aquello que llamamos, con un exceso de confianza, nuestra vida.
Un mundo, en fin, del que nos podemos sentir muy lejos o completamente dentro en función de nuestra elección.
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