Tiempo
de arena es una novela protagonizada por mujeres, desde las
primeras líneas —en las que ya se intenta atrapar al lector con el aparente
delirio de una de ellas en el lecho de muerte— hasta el desenlace —un tanto
previsible teniendo en cuenta el desarrollo de la trama—. Para conseguir crear
ese entorno femenino, basado en el contraste de caracteres dentro de un
contexto político convulso, Inma Chacón introduce un vínculo fraternal con el
que tener asegurado un enriquecedor planteamiento narrativo, tres hermanas cuyas
desavenencias —y algún que otro acercamiento interesado— se sitúan como el
motor que da movimiento a los hilos argumentales. Mariana representa
la autoridad y la tradición, continuamente preocupada por las apariencias y las
habladurías, una mezcla que no pocas veces se convertirá en la chispa que avive
el fuego en los conflictos familiares, desde una perspectiva inflexible y
despótica. En el lado opuesto se sitúa Munda, defensora de los derechos de los trabajadores y de
las mujeres, entregada plenamente a todos los que forman parte de su entorno,
apasionada por la cultura y por los libros, y con una concepción idealizada del
amor. La tríada de hermanas se completa con Alejandra, la pequeña, a veces involucrada en situaciones
difíciles por los enfrentamientos de Munda y Mariana, pero con la capacidad
suficiente para ir decidiendo su propio camino, a pesar de las consecuencias
que pueden acarrearle determinadas situaciones, especialmente en aquellas
protagonizadas por sus sentimientos.
La apariencia sencilla de la trama resulta no ser tal,
desde el momento en que se van proporcionando pequeños detalles que acaban
desembocando en una intensa investigación repleta de secretos, mentiras y
ambiciones. Todo ello precisa de un amplio
plantel de personajes que completen el núcleo familiar de las Camp de la
Cruz. Entre ellos, el cura Don Ramón, confidente de Mariana y encargado de
manejar algunas de las despiadadas iniciativas engendradas por esta; Shishipao,
criada de la familia durante años y verdadero apoyo de Xisca en su
desesperanza; Manuel, enamorado apasionadamente de Munda —y correspondido en la
misma medida—, una relación basada en la confianza mutua para combatir la
ausencia impuesta por la distancia y los conflictos políticos; Jaime Sánchez
Mas, hermano del prometido de Alejandra, deseoso de acaparar la atención de
Xisca; o Zhuang Shangsheng, un falso emperador de China que luchará por el amor
de una de las hermanas a pesar de las circunstancias que complican
constantemente su situación.