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domingo, 11 de junio de 2017

EL PASADO de Alan Pauls

Después de trece años de amor, Rímini y Sofía se separan. Para él, todo vuelve a ser nuevo y brillante. Pero su relación con Sofía no ha muerto; sólo ha cambiado de forma. Y cuando vuelve, emboscándolo, el amor tiene el rostro del espanto. Enamorada-zombi, espectro insomne y vengador, Sofía reaparece una y otra vez en el horizonte de Rímini para reconquistarlo, torturarlo o redimirlo. Y Rímini se hunde de a poco en un abismo de pesadilla o de comedia, donde el chantaje sentimental, la traición y hasta el crimen son moneda corriente. Lo va perdiendo todo: trabajo, salud, nuevos amores, incluso un hijo, y su calvario sufrirá un vuelco cuando conozca a las Mujeres que Aman Demasiado, una célula de terrorismo emocional liderada por Sofía. Un relato ejemplar sobre las metamorfosis que sufren las pasiones cuando entran en el agujero negro de su posteridad. Una novela de amor-horror que pone al desnudo el otro lado de esa comedia que los seres humanos llaman «pareja»

Conviene decirlo enseguida: El pasado es una novela formidable. También es vertiginosa, hipnótica, una especie de equívoca sinfonía que admite que el lector transite sus líneas sin que sepa nunca con certeza si está leyendo una exaltación sobre la pasión amorosa o un tratado acerca de la calamidad que genera el amor de pareja, o ambas cosas a la vez. Su argumento –como sucede en algunas grandes obras, Crimen y castigo de Dostoievsky, por ejemplo, o La metamorfosis de Kafka– se puede resumir en pocas líneas, pero El pasado sólo tolera que se lean todas y cada una de sus páginas. Y esto supone desplegar un encantamiento de virtuoso. La prosa de Alan Pauls no desfallece; no hay en ella remedos, ni tics, ni muletillas; y en una novela que, con otra tipografía menos apretada, alcanzaría con holgura las setecientas páginas, ese pulso de constante intensidad es un valor que pertenece sólo a los grandes escritores. La pregunta forzada es: ¿son inevitables tantas páginas para contar que el amor no acaba nunca? He aquí su tema: ¿cuándo se sabe que el amor termina? Y si termina, ¿cómo termina? Averiguar en qué consiste el fin, el acabamiento, el olvido de lo inolvidable, es lo que se propone esta novela. Y para ello el narrador ha necesitado explorar todos los recovecos biográficos de sus personajes, husmear en su miseria, presentarlos bajo las múltiples máscaras que componen el espectro que lleva de la normalidad a la anomalía; ha necesitado todas esas páginas para que la novela se rizara sobre su tema, y en lugar de concluir, en vez de cerrarse, simplemente se callara.

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