El mismo año de su
regreso, se convirtió en centro de una polémica cultural en las páginas de
Juventud Rebelde. Sus críticas afloraron en Fuera del juego, que, pese a todo,
obtuvo en 1968 el Premio Julián del Casal, de la Unión de Escritores y Artistas
de Cuba (UNEAC), dado por un jurado compuesto por los cubanos Manuel Díaz
Martínez, José Lezama Lima y José Z. Tallet, el peruano César Calvo y el inglés
J. M. Cohen.1 El comité director de esta institución, sin embargo, no estuvo de
acuerdo con el galardón otorgado a Padilla en poesía y a Antón Arrufat en
teatro, por lo que el 28 de octubre de ese año se reunió con los miembros del
jurado para discutir las obras premiadas de los citados escritores. "Luego
de un amplísimo debate, que duró varias horas", se acordó publicar ambas
obras, pero acompañadas de una nota en la que el comité director de la UNEAC
expresaba su desacuerdo por considerar que "son ideológicamente
contrarios" a la revolución cubana.2 El comité director señalaba, entre
otras cosas, que Padilla, amaparándose en "una ambigüedad mediante la cual
pretende situar, en ocasiones, su discurso en otra latitud", se lanza
"a atacar la revolución cubana". El poeta "mantiene dos
actitudes básicas: una criticista y otra antihistórica. Su criticismo se ejerce
desde un distanciamiento que no es el compromiso activo que caracteriza a los
revolucionarios. Este criticismo se ejerce además prescindiendo de todo juicio
de valor sobre los objetivos finales de la Revolución y efectuando
transposiciones de problemas que no encajan dentro de nuestra realidad. Su
antihistoricismo se expresa por medio de la exaltación del individualismo
frente a las demandas colectivas del pueblo en desarrollo histórico y
manifestando su idea del tiempo como un círculo que se repite y no como una
línea ascendente. Ambas actitudes han sido siempre típicas del pensamiento de
derecha, y han servido tradicionalmente de instrumento de la
contrarrevolución", dice la declaración de la UNEAC, que también recrimina
a Padilla "la defensa pública que el autor hizo del tránsfuga Guillermo
Cabrera Infante, quien se declaró públicamente traidor a la Revolución".
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