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sábado, 29 de junio de 2019

ÚLTIMAS NOTICIAS DEL PARAÍSO de Clara Sánchez



Poco nuevo bajo este sol: un muchacho que aprende a ser adulto, amas de casa aburridas, maridos que escapan, chicos y chicas de clase media comprándose ropa en un centro comercial; todos salen de los chalets de una urbanización con piscina y vistas a la sierra. Y sin embargo, el sol brilla con hermosa intensidad en esta novela que es, sobre todo, distinta por muchos motivos. Ciertamente, pertenece a un subgénero visitado con extrema frecuencia pero que todavía es capaz de albergar obras con grados de singularidad aceptables. Estamos hablando de la novela de aprendizaje, también llamada de iniciación; la literatura anglosajona prefiere hablar de una novela de la mayoría de edad. Moviéndose siempre en segmentos del trayecto que va de la niñez como aventura a la adolescencia como enfrentamiento con la contundencia del mundo, este tipo de novela se constituye en una fuente inagotable de recursos para el narrador. No ha dudado en sumarse a la lista de cultivadores del subgénero Clara Sánchez (Guadalajara, 1955), autora ya de cinco novelas, y que con ésta ha obtenido el premio Alfaguara.
Lo más llamativo de esta novela es que puede leerse de dos maneras: por un lado, es un relato de nuevas costumbres sociales, ágil, con intriga, impregnado de una ironía tierna y sabia, y que transmite una experiencia de felicidad, algo así como la de un eterno verano, a pesar de los cadáveres, las desapariciones y los desengaños. Por otro lado, es una novela simbólica, que admite muchos enfoques de interpretación, lo que le da el atractivo de que bajo una envoltura de ligereza haya evidente profundidad.
La autora recupera una tradición últimamente poco leída y que es la de emparejar a héroe y antagonista. Opuesto a Fran, que es atlético, vago, sensible, bueno y afectuoso, está Edu –su amigo y vecino–, que es físicamente débil, inseguro, muy inteligente y que tiene tendencia al mal. Si Edu es un superdotado intelectual, Fran es un superdotado emocional. Hay entre ellos una amistad tan ambigua que uno sospecha que componen una muy sutil versión del mito de la doble personalidad, popularizado por Stevenson. Edu y Fran: el mal y el bien; la sabiduría frente a la curiosidad; la insatisfacción contra la esperanza. No pueden pasar el uno sin el otro en una relación que es de dependencia antes que liberadora; de hecho, la desaparición, la anulación, de Edu señala la entrada definitiva de Fran en la edad adulta. Que Tania, hermana de Edu, pase de ser el objeto de deseo de Fran a convertirse en una especie de hermana para él es otro hecho que avala esta interpretación


domingo, 23 de junio de 2019

SE VENDE ÁTICO de Adolfo Marsillach



Dos parejas aparentemente sólidas y establecidas se rompen a partir de la necesidad de comprar un ático. Con la historia de un cruce de parejas y de una serie de sucesos inesperados el director de la Compañía Nacional deTeatro Clásico, Adolfo Marsillach, ha urdido la novela Se vende ático
 El humor no es lo mismo que la gracia o el chiste; a veces no tiene por qué provocar carcajadas, y ni siquiera sonrisas. Es una forma de mirar el mundo, y es una mirada burlona".
El actor y director de teatro asegura que siempre ha amenazado con escribir, y que se le ocurrió una novela de humor porque ésa es el arma con la que ha intentado defenderse en la vida. "Aunque no siempre lo he conseguido", dice.
Marsillach piensa que España. es un país con muy poco sentido del humor. "Es más un país gracioso, que se pasa a la broma excesivamente gruesa. O violentamente sarcástico, o agresivamente punzante... Pero creo que el humor es una distancia y los españoles en general no sabemos distanciamos. La situación, política que estamos atravesando indica de forma clarísima que nos haría falta esa distancia. Cuando hay demasiado ombliguismo es que falta sentido del humor


sábado, 15 de junio de 2019

TODO EL BIEN Y TODO EL MAL de Care Santos



Todo el bien y todo el mal es también, además, una vuelta al concepto de la maternidad. «Creo que desde que las mujeres hemos empezado a hablar de nuestros asuntos hemos mostrado su imagen real -analiza Santos-. La maternidad es de todo menos idílica, todas las que somos madre lo sabemos. Es difícil, es incansable con una vida profesional, es difícil de compaginar. Y por tanto las madres somos mujeres a veces histéricas, a veces desbordadas, a veces muy culpables… y esa es la verdad». En ese sentido, añade, «creo que muchas mujeres se van a sentir muy identificadas con el personaje de Reina a pesar de no haber tenido que enfrentarse nunca a un problema tan grave».
Contra las miradas parciales, los juicios injustos, la situación de la mujer en los juzgados y las decisiones de paternidad y maternidad, Care Santos muestra su lado más reivindicativo y subraya que precisamente «novelas como estas ayudan a que algunos magistrados entiendan que las cosas a veces son distintas. Porque otro de los problemas que nos estamos encontrado -indica- es que todos, o la mayoría de quienes están valorando y juzgando a las mujeres, son hombres. Eso es un problema que tenemos en general, en la sociedad, y que tenemos que ir adaptando a un cambio de mirada. Y desde luego quien mejor nos ayuda a cambiar la mirada es la literatura. Para eso sirve. Yo le enviaría un ejemplar a cada uno», señala. «Los escritores predicamos poco en el desierto pero predicamos. No nos cansamos de predicar».
No obstante, aclara que su novela es una historia «llena de hombres por todos lados» y que, de hecho, eso formaba parte del planteamiento inicial, apunta. La reflexión sobre la paternidad está, por tanto, muy presente también. «Tampoco es una paternidad fácil por culpa de ella otra vez. Hay dos padres, cada uno viviéndolo a su manera, y es la paternidad perversa, obsesiva, que lo quiere ser a toda costa, dominante».
Madre de tres hijos, autora también de literatura juvenil, cuenta que «tenía muchas ganas para escribir la novela sobre adolescentes que no pueden leer los adolescentes». La adolescencia, opina, «es una etapa enormemente convulsa donde ocurren muchas cosas y el sentimiento de soledad es una de esas cosas. Es lo que le ocurre a Alberto -el hijo de su protagonista-. Hay un detonante y eso explota».


domingo, 9 de junio de 2019

EL BRÓKER de Francisco Pérez Gandul



En 'El Bróker', Pérez Gandul repite en el thriller porque "en las situaciones extremas es cuando se conoce de verdad a las personas. Eso enriquece mucho el relato y le hace preguntarse al lector que haría de afrontar situaciones como las que viven los protagonistas", resalta el autor, que vuelve a elegir Sevilla como escenario y en concreto la planta 34 de la Torre Pelli.
"Sevilla es mi ciudad y me encanta utilizarla de escenario para mis historias", apunta, y ha elegido la Torre Pelli porque "en la Giralda no hay oficinas, aunque todo se andará", bromea. "Guste o no la Torre es un icono de Sevilla, la gran vigía de la ciudad, también un ejemplo del poder económico, de ese Gran Hermano de Orwell que desde las alturas otea la vida de los sevillanos y de sus visitantes", apostilla.
Además, y sobre el éxito de 'Celda 211', ganadora de ocho premios Goya en la edición de 2010, Pérez Gandul reconoce que el éxito de la película "solapó" al autor literario, pero "lo importante es que la historia le encantó a todo el mundo". Y añade que "es justo. Luis Tosar hizo un trabajo memorable como Malamadre y Daniel Monzón firmó una dirección extraordinaria, la mejor de su prolífica carrera".
Por último, sobre si le gustaría participar en la adaptación cinematográfica de 'El bróker', su autor responde que tendrían que pedírselo porque nunca lo impondrá. "Soy de los que piensan que cuando publicas una novela deja de pertenecerte, que hay muchas miradas distintas a la tuya que la acaban enriqueciendo. En 'Celda 211' no participé en la adaptación. En 'El Bróker' no sé si lo haré. Pero va al cine seguro", concluye Pérez Gandul.


sábado, 1 de junio de 2019

MANDÍBULA de Mónica Ojeda



Con un lenguaje metafórico hecho de volcanes, bosques, ruina urbana, pesadillas digitales, espectros lacanianos, modulaciones posh-ecuatorianas y sexualidad menstrual, Mónica Ojeda (1988) redobla en Mandíbula la apuesta incómoda, valiente y contemporánea que supuso Nefando (Candaya, 2016). Sobre su anterior novela escribí: “Si el sexo es una cuestión metafísica según la narradora, en estas páginas la pregunta metafísica tiene que ver con la relación que el propio ser guarda con los otros, pero también con la relación que el lenguaje guarda con uno, con la propia memoria, con los propios traumas”. Sólo harían falta leves ajustes para aplicar esa intuición a Mandíbula, sin que eso signifique una repetición de esquemas: de hecho, esta nueva novela está más perfilada todavía en términos narrativos, con una estructura compleja y lábil que compone un thriller impecable: desasosegante, atmosférico, misterioso como una posesión dirigida por el Rob Zombie de Lords of Salem (esto ya lo dije acerca de un relato de Mariana Enriquez, y quizás no sea desacertado repetir referencia). Uno de los personajes del libro teoriza sobre la diferencia entre una novela “de” terror y otra “sobre” el terror, pero Ojeda demuestra que ambas variantes son compatibles.
Partiendo del acierto de sus tres localizaciones espeluznantes (un colegio del Opus, elitista y anglicista; un edificio abandonado y acechado por un cocodrilo, pura ambientación de videojuego; una cabaña en el bosque, donde dicta la tradición que convoquemos a los demonios y a las madres telúricas), Mandíbulase construye sobre todo a partir de tres personajes: Fernanda y Annelise son dos adolescentes caminando en numerosos filos, y Clara es su nueva profesora de literatura. ¿Qué une a las tres? Una relación con la madre consciente, compleja, oscilante entre la mímesis, el rechazo, la fatalidad. Pero también el dolor y el miedo: este último es el verdadero hilo constante de todo el libro, asociado a formas de conocimiento… Y de escritura. Fernanda y Annelise mantienen una relación que obliga a poner en juego varios calificativos, entrecruzados bajo el misterio de la adolescencia: amor, sexualidad, lealtad y deslealtad, construcción de la otra, violencia.
Que la adolescencia es un territorio fascinante habitado por encarnizadas dudas identitarias y morales es cosa sabida. La maestría con que Ojeda lo convierte en literatura es impresionante, e incorpora además el paisaje real de la adolescencia de hoy, desde la mitología creepypasta a los comportamientos extremos menos visibles en las aulas (pero existentes y reales).

Una propuesta tan inteligente (y al mismo tiempo, tan absorbente y “divertida”) como Mandíbula se abre con un abanico de citas que podrían valer como mapa conceptual de la narración, todas pertinentes y parte activa de la lectura: PoeMelvilleLovecraft y Shelley, pero también Lacan y Kristeva y Bataille, más Panero o Guerrero: ese mapa recoge una orografía mental que integra a la familia como una forma de destino, pero siempre acaba diluido en el color blanco del vacío, la muerte, la pureza sin sangre imposible.