Poco nuevo bajo este sol:
un muchacho que aprende a ser adulto, amas de casa aburridas, maridos que
escapan, chicos y chicas de clase media comprándose ropa en un centro
comercial; todos salen de los chalets de una urbanización con piscina y vistas
a la sierra. Y sin embargo, el sol brilla con hermosa intensidad en esta novela
que es, sobre todo, distinta por muchos motivos. Ciertamente, pertenece a un
subgénero visitado con extrema frecuencia pero que todavía es capaz de albergar
obras con grados de singularidad aceptables. Estamos hablando de la novela
de aprendizaje, también llamada de iniciación; la literatura anglosajona prefiere
hablar de una novela de la mayoría de edad. Moviéndose
siempre en segmentos del trayecto que va de la niñez como aventura a la
adolescencia como enfrentamiento con la contundencia del mundo, este tipo de
novela se constituye en una fuente inagotable de recursos para el narrador. No
ha dudado en sumarse a la lista de cultivadores del subgénero Clara Sánchez
(Guadalajara, 1955), autora ya de cinco novelas, y que con ésta ha obtenido el
premio Alfaguara.
Lo más
llamativo de esta novela es que puede leerse de dos maneras: por un lado, es un
relato de nuevas costumbres sociales, ágil, con intriga, impregnado de una
ironía tierna y sabia, y que transmite una experiencia de felicidad, algo así
como la de un eterno verano, a pesar de los cadáveres, las desapariciones y los
desengaños. Por otro lado, es una novela simbólica, que admite muchos enfoques
de interpretación, lo que le da el atractivo de que bajo una envoltura de
ligereza haya evidente profundidad.
La
autora recupera una tradición últimamente poco leída y que es la de emparejar a
héroe y antagonista. Opuesto a Fran, que es atlético, vago, sensible, bueno y
afectuoso, está Edu –su amigo y vecino–, que es físicamente débil, inseguro,
muy inteligente y que tiene tendencia al mal. Si Edu es un superdotado
intelectual, Fran es un superdotado emocional. Hay entre ellos una amistad tan
ambigua que uno sospecha que componen una muy sutil versión del mito de la
doble personalidad, popularizado por Stevenson. Edu y Fran: el mal y el bien;
la sabiduría frente a la curiosidad; la insatisfacción contra la esperanza. No
pueden pasar el uno sin el otro en una relación que es de dependencia antes que
liberadora; de hecho, la desaparición, la anulación, de Edu señala la entrada
definitiva de Fran en la edad adulta. Que Tania, hermana de Edu, pase de ser el
objeto de deseo de Fran a convertirse en una especie de hermana para él es otro
hecho que avala esta interpretación