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sábado, 30 de noviembre de 2019

EL BOSQUE DE LA NOCHE de Djuna Barnes


El bosque de la noche, de Djuna Barnes, es uno de esos libros que siempre aparecen en las clasificaciones de los libros más complicados que nadie se leería (y en la de abandonos); y esto no ocurre precisamente por su longitud (apenas doscientas páginas) sino más bien por la oscuridad y ambigüedad del texto que hace difícil discernir un sentido final en una primera lectura. Estaba pensando en escribir algo sobre él pero, sinceramente, me voy a centrar en dos enfoques  principales que me van a ayudar a, por lo menos, recomendarla encarecidamente.
En primer lugar, parto del fantástico prólogo de T.S. Eliot, realizado en 1937 a raíz de la salida de la novela de Barnes y me sirve como recomendación gracias a los tres siguientes párrafos:
“Si el término de “novela” no está ya muy desvirtuado y si se refiere a un libro en el que se presentan unos personajes vivos, con una interrelación significativa, este libro es una novela. Yo no quiero decir que el estilo de Miss Barnes sea “prosa poética”. Pero lo que sí quiero decir es que, en realidad, la mayoría de las novelas contemporáneas no están “escritas’’. Adquieren su parte de realidad por la minuciosa reproducción de los sonidos que hacen los seres humanos en sus simples necesidades diarias de comunicación; y la parte de la novela que no está compuesta por estos sonidos consiste en una prosa que no tiene más vida que el trabajo de un redactor periodístico o de un funcionario competente. Una prosa viva exige al lector algo que el lector de novelas corriente no está dispuesto a dar. Decir que El bosque de la noche gustará especialmente a los lectores de poesía no significa que no sea novela, sino que es una novela tan buena que sólo una sensibilidad aguzada por la poesía podrá apreciarla plenamente. La prosa de Miss Barnes tiene el ritmo propio de la prosa y un fraseo musical que no es el del verso. Este ritmo de prosa puede ser más o menos complejo o preciosista, según los fines del autor; pero simple o complejo es lo que imprime intensidad suprema al relato.”
Eliot intenta ahondar sobre las particularidades  de la prosa de Barnes, encuadrada en el modernismo, pero con unas características que la hacen inusual, términos como “prosa viva” o “prosa poética” son aproximaciones que cumplen el objetivo de demostrar que no nos vamos a encontrar la típica prosa de la época (incluso para el propio escritor) y alude a la característica exigencia que imprime el texto al lector, un lector que, además, debería estar sensibilizado por la lectura de poesía. Me encanta está distinción pero para bastante gente se puede convertir en una limitación importante, todos sabemos que se lee poca poesía. Voy al segundo párrafo:
“El libro no es, simplemente una colección de retratos individuales: los personajes están enlazados entre sí, como las personas de la vida real, por lo que podríamos llamar el azar o el destino más que por la elección deliberada de la compañía del otro: el foco de interés es el dibujo que forman, más que cualquier componente individual. Llegamos a conocerlos a través del efecto que surten unos en otros. Y, por último, huelga decir –aunque quizá no para el que lo lea por primera vez- que este libro no es un estudio de psicopatías. Las penas que sufren las personas por sus particulares anormalidades de temperamento son visibles en la superficie: el significado más profundo es que la desgracia y la esclavitud humanas son universales”             
El manejo de los personajes en conjunto, con ese doctor Mathew O’Connor como elemento aglutinador, componen un dibujo muy difícil de individualizar debido a lo que está subyacente y que comentaré más adelante. Importa más el dibujo general y cómo cada personaje contribuye a configurarlo, sin quitar importancia a dicha individualidad.


sábado, 16 de noviembre de 2019

MI AMOR DESGRACIADO de Lola López Mondéjar



  López Mondéjar reconoce haberse inspirado en testimonios de sus pacientes. También se ha ido a las estadísticas: "El 33% de las mujeres en edad reproductiva de Europa decide no tener hijos. Cuanto mayor es el desarrollo de un país, el desvalimiento del patriarcado también es mayor".  

   Para ella, esta no es una novela feminista, aunque sí comprometida. "Hasta ahora los hombres han escrito los discursos y son ellos los que han impuesto una forma de amor. Hay que dar voz a la mujer para que imponga otro distinto", apostilla. Esta novela es, de momento, su aportación.   
    Hélène es la protagonista que representa la entrega erótica, una mujer a la que la maternidad supone "una carga insoportable", en opinión de la escritora, "porque la distrae de su único objetivo, que es amar, y la entrega amorosa a un hombre".
    En el otro extremo se encuentra una mujer española que ha decidido alejarse de su marido y de su hija para iniciar una búsqueda interior, "porque entiende que en el ejercicio de una maternidad convencional ella ha sido un ama de casa entregada que se ha perdido a sí misma", explica López Mondéjar.
    Sin embargo, "Mi amor desgraciado" no pretende ser una tragedia, sino, un canto a la esperanza. "Porque la única posibilidad de vivir cómodamente en la vida es integrando los distintos aspectos de la vida que nos constituyen como sujeto".
Y añade: "me gustaría que se leyese así, que estos corsés sociales, que estos imperativos sobre como amar o como ser madre, puedan ser transformados internamente por nosotros".
    La novela intenta responder, en palabras de López Mondéjar, a ese "terror" que se tiene a adentrarse en el interior de la madre, en el mito del amor maternal. "


sábado, 9 de noviembre de 2019

LAS LIBRES DEL SUR de María Rosa Lojo




Hacia 1924, cuando era difícil pronosticar la mujer que finalmente sería, Victoria Ocampo contrata a Carmen Brey, joven universitaria gallega, discípula de la filósofa María de Maeztu, recién llegada de Madrid. Debe ocuparse de acompañar a Rabindranath Tagore, Premio Nobel de literatura (y primer visitante ilustre de Victoria), y lo hace mientras aparta las verdaderas razones de su viaje a la Argentina: conjurar el fantasma del padre muerto y buscar a un hermano que la ha precedido en estas tierras y del cual no tiene noticias.

Buenos Aires la absorbe y el medio intelectual la intriga.

Victoria Ocampo no es para ella un objeto de fascinación menor. Es una mujer avasallante que no acierta a descubrir qué será de su vida. Tagore la deslumbra, y tras él frecuentará, en Buenos Aires y en Europa, a José Ortega y Gasset, Keyserling, Drieu La Rochelle, Waldo Frank, Walter Gropius.

Unos años más tarde, en 1931, todo entrará en su cauce y fundará la revista Sur. Carmen registra -con admiración, afecto e ironía- sus paulatinas metamorfosis, el camino que la lleva a convertirse en una figura sin par en el ámbito literario hispanoamericano del siglo XX
A partir de la figura de Victoria Ocampo, Las libres del Sur retrata de manera espléndida un momento cultural determinante, la década del veinte, y la gesta de un grupo de mujeres independientes (entre ellas, María Rosa Oliver) que no sólo deben propiciarse un destino, sino batallar diariamente para que aquello que acaban de conquistar no les sea quitado por su condición femenina. Desde la mirada extranjera de Carmen Brey, María Rosa Lojo abandona los caminos trillados para retratar a unos personajes y una época que el lugar común ha cristalizado sin cuestionar ni valorar en su justa medida. Y para construir una ficción histórica ejemplar, donde la investigación y la imaginación confluyen en una escritura impecable y luminosa.


sábado, 2 de noviembre de 2019

EL SONIDO DE UN CARACOL SALVAJE AL COMER de Elisabeth Tova Bailey



Mientras una enfermedad la mantiene postrada en la cama, Elisabeth Tova Bailey observa un caracol salvaje que se ha instalado en su mesita de noche. Como resultado, descubre el consuelo y la sensación de asombro que despierta esta misteriosa y magnífica criatura y llega a una mayor comprensión de su propio lugar en el mundo. Intrigada por la anatomía de molusco del caracol, las defensas crípticas, la clara toma de decisiones, la locomoción hidráulica y las actividades de cortejo, Bailey se convierte en una observadora astuta y divertida que ofrece una mirada sincera y cautivadora a la curiosa vida de este pequeño y subestimado animal.El sonido de un caracol salvaje al comer es un ensayo ligero y de una belleza honesta sobre la enfermedad, la recuperación y cómo a veces son las pequeñas cosas que ocurren en nuestras vidas las que nos hacen darnos cuenta de lo que realmente importa y de quiénes somos. Un extraordinario y profundamente conmovedor viaje de supervivencia y capacidad de recuperación, destinado a convertirse en un clásico, que nos muestra cómo una pequeña parte del mundo natural puede iluminar nuestra propia existencia humana, a la vez que proporciona una apreciación de lo que significa estar plenamente vivo
Todas nos aferramos a pequeñas cosas que nos salvan. Las circunstancias dan igual, porque ese té que mamá nos regaló, regar la única maceta del balcón, tu diario, la llamada de tu amiga, tu gata… Por muy pequeño que sea el objeto o el gesto, encierra un poder enorme: conseguir que sobrevivamos un día más. Sobre todo cuando una vive con una enfermedad crónica, como es el caso de la autora de El sonido de un caracol salvaje al comer . Elisabeth Tova Bailey, una reputada ensayista y escritora de cuentos a la que su enfermedad limita y restringe su contacto con el mundo.
La publicación de esta obra es tan arriesgada como comenzar a narrar el dolor y supone toda una constatación de valentía. Por eso la editorial Capitán Swing, siempre tan combativa y comprometida, merece una mención especial. Por romper el silencio, por poner sobre la mesa lo invisible, por hacer que solo cuente la necesidad de rescatar una historia al editar un libro. Y es que esta obra marcada por la quietud, que podría considerarse un ensayo en el que se entrelaza la propia biografía con altas dosis de biología, no es una exaltación de la superación personal más, sino una prueba de resistencia en la que el cuerpo persiste porque no queda otro remedio mientras el yo de antes mira incesantemente el paso del tiempo.