Toni, un profesor de instituto enfadado con el
mundo, decide poner fin a su vida. Meticuloso y sereno, tiene elegida la fecha:
dentro de un año. Hasta entonces cada noche redactará, en el piso que comparte
con su perra Pepa y
una biblioteca de la que se va desprendiendo, una crónica personal, dura y
descreída, pero no menos tierna y humorística. Con ella espera descubrir las
razones de su radical decisión, desvelar hasta la última partícula de su
intimidad, contar su pasado y los muchos asuntos cotidianos de una España
políticamente convulsa. Aparecerán, diseccionados con implacable bisturí, sus
padres, un hermano al que no soporta, su exmujer Amalia, de la que no logra
desconectarse, y su problemático hijo Nikita; pero también su cáustico amigo
Patachula. Y una inesperada Águeda. Y en la sucesión de episodios amorosos y
familiares de esta adictiva constelación humana, Toni, hombre desorientado
empeñado en hacer recuento de sus ruinas, insufla, paradójicamente, una
inolvidable lección de vida.
"He leído que los
vencejos emigran hasta más allá del Sáhara, hasta Uganda y por ahí, y que pasan
la mayor parte de su vida en el aire. Justamente lo que yo habría deseado: no
tocar el suelo, no rozarme con nadie", recita el actor Alberto San Juan.
Es un fragmento deLos vencejos, la próxima novela de Fernando
Aramburu, que regresa al mundo literario el 25 de agosto, cinco años
después de la publicación de Patria.
Esta historia descrita
por Tusquets, la editorial de Aramburu, como "ácida y enternecedora", se
introduce en la piel de Toni, un profesor de instituto que, enfadado con el
mundo, decide poner fin a su vida. El docente se pone de fecha límite
un año y durante ese tiempo redactará cada noche una crónica personal. Mediante
la escritura pretende descubrir las razones que le han llevado a tomar una
decisión tan drástica. Junto a su perra Pepa, y una biblioteca de la que se va
desprendiendo, realizará un viaje al pasado, a sus relaciones interpersonales y
a una España políticamente convulsa.
El argumento de Los
vencejos teje una sucesión de episodios amorosos y familiares en los
que Toni, hombre desorientado empeñado en hacer recuento de sus ruinas,
insufla, paradójicamente, una inolvidable lección de vida.
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