La novela ideal es la
historia de un personaje que vivió en los márgenes y que fue actor secundario,
y espectador privilegiado, de muchos de los movimientos que marcaron la ciudad
de Barcelona en la primera mitad del siglo pasado
Desde
la bohemia más decadente hasta los esplendores del nudismo naturista, pasando
por el esoterismo y los movimientos libertarios, Xavier Viura (Barcelona, 1882
– Barcelona, 1947) poeta, dramaturgo y traductor, se reinventa para adaptarse
al espíritu de cambio permanente.
Miñana
nos sitúa en una casa en la calle Rosaleda, 19 en Pedralbes, «un lugar donde la
ciudad se desdibujaba entre villas aisladas, campos de cultivo, algún césped
deportivo ahora abandonado, colegios religiosos incautados por los sindicatos,
modestas masías y casitas burguesas de recreo».
Viura ha huido, por fin, de Barcelona. Después de
convivir con diferentes personajes que acaban huyendo a Francia, se queda solo
durante meses alimentándose, acabadas las reservas, de los frutos secos que le
había proporcionado la higuera del jardín. Cuando consume la última, decide
dejarse morir. «Se tendió cual largo era, sin desvestirse ni descalzarse. La
escenografía climática no podía haberle acompañado mejor: lluvia desapacible,
viento húmedo. Y cruzó sus manos sobre el pecho para componer una grave figura
yacente y adentrarse en la nada definitiva.»
Una
mañana, «después de tres días de tomadura de pelo espiritual, se rebeló
abriendo los ojos para comprobar que seguía aquí, en este mundo, y que la única
luz que había sido capaz de alcanzar era la de un insólito día de sol radiante
en diciembre.» Para celebrar la vida, sale al jardín y, desnudo, se abraza a la
higuera: «Hermana higuera. ¿Por qué te maldijo Jesús en el Nuevo Testamento?
¡Si no maldijo ni a sus verdugos en plena agonía!». Y ese acto, le llevará a la
cárcel Modelo por exhibicionismo impúdico.
Entre rejas, la
historia de Xavier Viura retrocede y avanza en el tiempo. A través de las
páginas de La novela ideal, somos
espectadores de los grandes acontecimientos que vive Barcelona durante ese
periodo de su historia, como la Exposición Internacional de 1929, lo que
conllevó la creación de la radio. «La cercana inauguración […] está requiriendo
de nuevos contenidos para ampliar las emisiones. “Cultura viajando por el aire,
amigo Viura”», sueña Juli Pons, uno de los discípulos más importantes de
Enrique Granados.
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