La biografía sentimental de todo un país a través de la historia
de un pequeño pueblo.
Toñanes es la pequeña aldea de Cantabria donde Emilio y Mercedes
acaban de comprar una segunda residencia. Tienen ahorros, dos niñas y un bebé
en camino, y una casita cerca del mar parece una buena idea. Aún no saben que
la gestación se complicará tanto que tendrán que decidir si quieren seguir
adelante con el embarazo; que dudarán hasta el último momento si su hijo
llegará o no a correr por ese jardín. Es primavera de 1984 y quedan seis meses
para salir de cuentas.
Pero también es 1633 y es invierno y Juan y Juliana acaban de
perder a su tercer bebé, y es 1946 y Luis y Teresa están bailando en la
romería, y es 1753 y Francisca está aprendiendo a escribir en secreto y es 1937
y todo el pueblo está escondido en la misma cueva y es el Cretácico y un
ammonite tiene que morir para que en 1995 un niño pueda encontrarlo. Todo
sucede en el mismo lugar y al mismo tiempo, en esa aldea que solo tiene treinta
y cuatro casas, una iglesia y ningún bar.
Juan Gómez Bárcena nos cuenta en Lo demás es aire la
historia de su pueblo, a lo largo de los siglos y a través de todos sus
habitantes. Partiendo de una extensa investigación histórica, el autor usa la
literatura para llegar donde los documentos oficiales no llegan y elaborar la
biografía de un lugar que es también la biografía emocional de todo un país.
Narrada con un estilo magistral y recursos de montaje cinematográfico, Lo demás es aire hace
que el lector se sienta de nuevo como un niño en una sala de cine, asistiendo a
la historia del mundo —la historia de Toñanes— por primera vez.
Los personajes son introducidos a modo de lista
siguiendo los libros de nacimientos y muertes que se pueden encontrar en
cualquier parroquia. A raíz de sus nombres Gómez Bárcena novela su vida e
imagina el carácter de aquéllos vecinos, suponiendo cómo debían ser al ir
tomando determinadas decisiones, qué les motivaba y cómo se llevaban con la
comunidad.
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