Un retrato insospechado de
Madrid a través de la historia afilada de tres mujeres «La escritura de Lara
Moreno se interna en los abismos de la realidad. Maneja de manera magistral la
inquietud, la desesperación, la extrañeza y el miedo. Una voz bella y poderosa».
En un edificio del barrio de La Latina, en el
centro de Madrid, confluyen las vidas de tres mujeres. El pequeño piso interior
de la cuarta planta es la casa de Oliva. Está atrapada en una peligrosa
relación que ha transformado la pasión del inicio en una jaula. En el tercer
piso, luminoso y exterior, pasa Damaris los días cuidando a los hijos de sus
patrones. Cada noche regresa a su casa cruzando el río que divide social y
económicamente la ciudad. Vino a España buscando un futuro mejor cuando un
terremoto en Colombia truncó su vida. El mismo futuro que buscaba Horía, la
mujer marroquí que llegó a Huelva para trabajar como temporera en los campos de
fresas y ahora vive en la minúscula casa de la portería y limpia, en la sombra,
las escaleras y el patio. Esta novela cuenta la vida de las tres mujeres, su
pasado y el cerco de su presente. Con una voz hermosa y afilada, solo la prosa
de Lara Moreno podía cartografiar así un territorio y a quienes lo habitan,
componiendo un retrato invisible, herido y valiente de la ciudad.
«Estamos ante una novela de
personajes, pero Madrid es otro de ellos. Es verdad que todo está pasado por la
batidora de la ficción, pero el lector puede palpar la capital en la mirada de
esta escritora».
«Lara Moreno muestra en su último
libro una escuadra diferente de Madrid: [#] un texto de marcada dureza y hosca
sinceridad que habla mucho de la condición humana y sus escorrentías aledañas».
«Una novela sobre la mirada, sobre
lo que dejamos de ver. Sobre los gritos ignorados, la indiferencia y el
ensimismamiento.La ciudad, la mejor novela de Moreno hasta ahora, nos
habla de la ruptura del pacto social y los lazos comunitarios. De indiferencia,
esa silenciosa violencia que permite todas las demás».
«Moreno no evita la
poesía entre las minas, apura las palabras como si fueran cigarrillos a medio
prohibir, en un retrato donde la mujer se mezcla con la ciudad, el castigo con
la culpa, ambos invisibles, ambos partes del espejo roto en el que ya no es
posible reflejarse».
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