No hay una historia
angelina moderna más potente que los disturbios raciales de 1992. Algo de
contexto: en marzo de 1991, un taxista negro llamado Rodney King fue apaleado brutalmente con porras antes de
ser detenido por la policía de Los Ángeles. Un vecino lo grabó en vídeo y las
imágenes dieron la vuelta al mundo. El 29 de abril del año siguiente, a media
tarde, un jurado declaró no culpables a los cuatro policías que el mundo entero
había visto ensañarse con King. Era miércoles. En los cinco días siguientes,
Los Ángeles vivió los disturbios raciales más grandes de la historia de Estados
Unidos. Más de 10.000 detenciones, más de 2.300 heridos, militares en la calle
durante un mes. Murieron alrededor de 60 personas, aún no se sabe con certeza.
Fue 23 años antes que los sucesos de Ferguson.
Así empieza la última novela
de Ryan Gattis. Día 1: miércoles. “Estoy en Lynwood, South Central, en las
inmediaciones de Atlantic con Olanda”. El libro Seis días (titulado
originalmente All Involved) relata las vidas de casi una veintena de personajes
durante esos seis días. Son miembros de bandas del centro de Los Ángeles,
bomberos, comerciantes coreanos; una serie de personajes que, envueltos en una
especie de guerra civil espontánea, toman una serie de decisiones y lo explican
en primera persona al lector. No es un libro sobre los disturbios. Es un libro
en los disturbios
“Empezó con un personaje”,
explica Gattis. Concretamente una chica que ha crecido en el mundo de las
bandas de Lynwood llamada Lupe Vera, alias Payasa, que debuta en el primer
capítulo del libro. “Tenía muchas ganas de escribirla. Para entonces había
tomado contacto con ese mundo de las bandas y había conocido a uno de los
jefes. Una de mis mejores amigas, que me ha ayudado en la vida, creció en una
banda del sur de California”. Cuenta que empezó a obsesionarse con el
personaje, a ver las cosas y pensar como ella. Cuando se decidió a escribirla,
buscó el contexto. “Algo tiene que pasar, algo tiene que darle la libertad de
actuar de la forma que me interesa. Ahí pensé en los disturbios. Fue un alivio,
pero también una preocupación. Si lo hacía, tendría que hacer una investigación
muy seria”
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