Nuestros ingenieros llegaron de Bélgica y pertenecían a esa clase
acomodada que poseía el poder porque era dueña del trabajo, de la salud, de la
educación y hasta del agua y del aire que se respiraba, que promovían mejoras
sociales con la única finalidad de aumentar la productividad, y por lo tanto
sus ganancias.
La historia nos la va contando un niño al que el autor hace
evolucionar poco a poco ante nuestros ojos, y en palabras del propio autor, “es
un aprendiz de jardinero empeñado en buscar y alcanzar la sabiduría”. Nalo es
un personaje creíble, que inicia el relato siendo aun niño y nos llevará
de su mano por la historia, mostrándonos la convivencia entre dos mundos: ricos
y pobres, en una visión personal carente de rencor. La novela refleja la búsqueda
constante del conocimiento y la perfección. Y a través de la vida de los
personajes nos introduce en importantes momentos históricos que anuncian
grandes cambios. Nalo entenderá el amor como la manifestación más humana del
conocimiento compartido.
Pero el libro es mucho más, no hay personaje de
la novela que no sea especial, su hermana, la dulce y poética Lucía, una mujer
muy adelantada a su tiempo, con la que sufrimos y a la que llegamos a
perdonarle… todo; su madre, amargada y carente de compasión; su padre, un
minero al que conocemos en su propio entierro pero al que tan bien llegamos a
conocer a través del libro; su abuelo, fundamental para el futuro de Nalo; la
abuela, que curiosamente siempre se expresa a través de refranes; Eneka, un
hombre cabal, sensato y sensible, un personaje extraordinario que había leído
toda la Enciclopedia Universal; Elena, su primer amor; Julia, la niñera, con
quien descubre el sexo; Jacob y su hermano Hendrik, los Ingenieros belgas,
y Geertghe esposa de Hendrik que junto con el abuelo de Nalo dan un
sentido a la novela pues a través de lo que Nalo nos cuenta podemos intuir lo
que hubo o hay entre ellos. Encontramos otros personajes secundarios, pero no
por ello menos importantes para la historia.
El estilo literario es muy elaborado. Frases largas pero muy
redondas, perfectamente cuidada la selección del vocabulario, muy culto (para
algunos es aquí donde creo que radica el problema a la hora de leer a Argüelles
pero estoy segura que para el público latinoamericano, acostumbrado a sus
grandes y cultos autores, será un a delicia). Sus comparaciones y metáforas,
están siempre llenas de poesía y sonoridad.
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