Novela poética sobre la historia de una joven con Síndrome de
Asperger, brillante, que aporta sugerentes ideas para transformar la industria
atunera de la que son propietarias su tía y ella. De cómo Karen evoluciona de
una niña salvaje, afectada de mutismo a convertirse en toda una magnate del
sector de la pesca del atún.
Lo más interesante es el retrato interior de la protagonista,
Karen, inocente, salvaje, rebelde, fascinada con el mundo que la rodea; nadie
sabe de dónde viene y, lo que es peor, dónde va. Es torpe para desempeñar
ciertas tareas, pero un sorprendente genio para otras. Y es que Karen tiene
“tres incapacidades que son sus mayores virtudes”: no sabe mentir, no se
preocupa por lo que no existe y sabe lo que sabe y lo que no. “Nos lleva una
buena ventaja”, dice la autora.
Esta novela es un estudio psicológico del ser humano que invita
a una constante reflexión. Así, a través de Karen, la autora refleja la
aplastante tendencia del hombre a fantasear. “Buena parte de nuestras
preocupaciones son fantasías. Y nuestra ideología, también.”
Karen vive en el sótano de la casona que ha heredado Isabelle.
Su hermana ha fallecido y por eso ella se traslada de los EEUU a Mazatlán para
hacerse cargo de Atunes Consuelo. En la herencia no se hablaba nada de Karen.
Isabelle cree que su sobrina tiene autismo aunque nadie puede asegurárselo.
Adoptándola como una hija propia empezará a enseñarle a hablar, a leer y a
hacerse su sitio en el mundo.
Sorprendida Isabelle averiguará las capacidades especiales que
Karen tiene, como una memoria superior al 98% de la población y una comprensión
espacial al 99,99%. El embargo de los EEUU a los atunes mexicanos marcará el
despegue de Karen, quien inesperadamente y siendo una niña todavía, tomará la
palabra en el congreso de empresarios dándoles una arenga que deja a todos
impresionados. A partir de ahí los sucesos se aceleran y su visión empresarial
la convertirá en la reina mundial del atún.
He leído este comentario y he quedado impresionado. Decir la verdad cueste lo que cueste, me enseñó mi madre y mi colegio. Desde luego la verdad enseñada es ética, por lo tanto, puedo negarla o no. La de Karen es más bien patológica, pero creo que debe enseñar mucho su historia.
ResponderEliminarGracias y abrazos.