El libro comienza con
una reflexión vinculada directamente al título de la obra. Se nos
presenta la teoría del eterno retorno de Nietzsche para que
podamos diferenciar mejor entre los términos levedad y peso.
El narrador se plantea
si realmente la levedad es lo más deseable, teniendo en cuenta que cuando una
persona sufre y soporta una pesada carga sobre sus hombros es cuando vive
intensamente su propia existencia. Además, el hecho de que los
acontecimientos sólo ocurran una vez en la historia, sin posibilidad
de repetición o de que las decisiones tomadas puedan ser comparadas
con otras, les aporta ese tinte de levedad.
Por ejemplo, de tener
que repetirse infinitamente un acontecimiento terrible, perdería parte de su
esencia efímera y caería así en el peso, haciendo más imperdonables
y pesadas las acciones cometidas. El hecho de que una
decisión no puede ser de antemano comparada con otra hace que todo esté,
al menos en parte, permitido y hasta perdonado.
Esta dualidad entre
levedad y peso se mantiene a lo largo de toda la novela. Los personajes y sus
actos son, a menudo, clasificados en uno de ambos bandos por el narrador.
Los capítulos del
libro están divididos de forma que en cada uno de ellos cambia el
protagonista. Los sucesos son los mismos, pero vamos cambiando la perspectiva
desde la que los apreciamos de los ojos de uno a otro de los personajes.
El narrador es
omnisciente y es el que nos va guiando, como un director de orquesta, por toda
la novela. En un punto,
casi al final de la obra, este narrador se quita la máscara (que ya
adivinábamos) y se nos descubre como el propio Kundera. En ese momento cambia
radicalmente el estilo de la obra y nos confiesa el motivo por el que la ha
escrito, los rasgos que hay de él en cada uno de sus personajes y a partir de
qué están construidos.
Los personajes son mis propias posibilidades
que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y todos me producen
el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera por cuyas
proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la frontera
tras la cual termina mi yo), la que me atrae.
Todos los personajes, a su manera, están
incompletos y son infelices por uno u otro motivo. A
pesar de su debilidad, muchos se muestran pesados y terminan condicionando a los
que los rodean con sus decisiones. Todos sienten el peso de la existencia en
algún punto de sus vidas y en vez de evitarlo lo que hacen es insistir en su
conducta y atarse más al peso que los somete (bien sea el amor por la pareja,
las señales del destino o la tendencia a la traición)
Me encanta como haces la reseña.Hacer reseñas es un arte que no es fácil
ResponderEliminarGracias por las buenas vibras que me dejas cada vez que me visitas
un abrazo enorme siempre
Mi salud no ha estado bien, justo cuando he tenido más trabajo y debía descansar. He dejado la lectura y escribo muy poco. Ya pasará pero todavía no.
ResponderEliminarNo he leído a Kundera pero lo haré pronto. Porque tu lectura de la obra que presentas nos deja aferrados a leerlo prontamente.
Saludos.