La narradora y protagonista es una modelo profesional en plena
juventud y belleza. Tiene 26 años, lleva una vida cómoda, casada con un pintor
sin éxito del que está enamorada y al que quiere ayudar a superar su crisis
creadora. Pero ya en el primer capítulo su enigmática compañera de vuelo desde
Nueva Delhi le anuncia que alguien de su entorno desea su muerte. A partir de
ahí Patricia empieza a relacionar extraños percances de su vida diaria con el
funesto augurio. Su
exitosa carrera de modelo decae. Consulta con frecuencia
con la misteriosa Viviana y sigue sus recomendaciones. Empieza a sospechar de
todas las personas con las que se relaciona, desde otra modelo de la agencia y
sus jefes, hasta de su hermana, pasando por el que fuera marchante de su
marido, su mujer y el propio y fracasado pintor Elías.
Estos materiales están hábilmente distribuidos con el fin de
crear suspense en la intriga, que se nutre tanto de los amuletos, esfinges,
colgantes y elixires manejados por Viviana como de las sucesivas analepsis con
que la narración abandona su cronología lineal para volver atrás en la
recreación resumida del pasado de cada personaje que pasa a ser nuevo
sospechoso. Con ello el mundo de esplendor y miseria de las modelos, construido
por un jefe implicado en negocios clandestinos en Oriente y vigilado por su
misteriosa directora rusa, va descubriendo su cara oculta de rivalidades,
ambiciones y zancadillas, su contaminación con las drogas, y al mismo tiempo se
ve alterado por los extraños poderes de Viviana y las diabólicas malas artes
que se descubren en algún malévolo personaje. Y así, con los crecientes miedos
y la gradual incertidumbre de la protagonista, la novela va explorando diversos pliegues misteriosos
de la realidad cotidiana para adentrarse en presentimientos y visiones
pararreales.
En este sutil deslizamiento entre lo real y lo misterioso radica
lo mejor de la novela. Su gradual intensificación sirve de trampolín a la narradora
y protagonista para buscar la verdad como única base sólida de la felicidad,
reconociendo los errores cometidos en su pasado, y para dar un cambio radical
en su vida, afrontando nuevas posibilidades en un final abierto sugerido ya en
el título. Entre lo menos afortunado hay que anotar la falta de mayor
depuración en un texto lastrado por informaciones triviales y lugares comunes
prodigados en el tratamiento de algunos triángulos amorosos de modelos,
marchantes y pintores de ambos sexos. Y en cambio el acierto se revela cuando la narración se
centra en la introspección psicológica de la protagonista.
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