No se puede entender
la obra de Las Sinsombrero sin fijarnos en el contexto social en el que
vivieron. Tuvieron que lidiar con ser mujeres artistas en la España deprimida
por la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Filipinas y Puerto Rico) que
destronaban al país del podio de gran potencia mundial. Los españoles se
sumieron en una gran crisis moral que se unía a la depresión económica y a la
confusión política.
En este contexto
caótico se atribuyó a la mujer el papel de engendrar los próximos españoles que
devolverían la grandeza a España. Así, tal cual, tan loco como suena. La mujer
quedaba de esta forma relegada al espacio privado del hogar con un claro
objetivo que cumplir: ser esposa y madre. El esencialismo biológico,
junto al patriarcado respaldado por la Iglesia, hacía el camino más pedregoso a
aquellas mujeres que deseaban cultivar sus capacidades intelectuales al igual
que lo hacían muchos hombres coetáneos.
Ante esta corriente
antifeminista, en las obras de las Sin Sombrero existe un denominador común: su
lucha por hacerse un nombre en unas circunstancias sociales e históricas nada
favorables.
Este escenario en
España entraba en confrontación directa con los primeros movimientos feministas
y sufragistas que cobraban fuerza en Estados Unidos e Inglaterra, sumados a la
incorporación de la mujer al mundo laboral debido a la llegada de la Revolución
Industrial y al inicio de la Primera Guerra Mundial que envío a muchos hombres
a la guerra, quedándose las mujeres al frente de las economías domésticas.
Estos factores dieron alas a la emancipación de la mujer. Llegó entonces al
resto de Europa y a Estados Unidos la mujer moderna que vivió su plenitud en la
década de los años veinte.
En España, la Segunda
República de 1931 reflejó todos estos movimientos que venían del
exterior y respaldó la ocupación del espacio público por parte de la
mujer. Tal y como recoge la cineasta Tània Balló, autora de “Las
Sinsombrero: sin ellas, la historia no está completa”: “Por primera vez, (las
mujeres) se sienten sujetos propios y, por primera vez, se presentan ante una sociedad
que, aunque las rechace, se ve obligada a mirarlas”. Así nació el grupo de Las
Sinsombrero, las mujeres de la Generación del 27, símbolo de una nueva mujer.
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