Es muy
difícil encontrar una novela capaz de parar el tiempo, y más en medio del
fenómeno best-seller. A mi amigo escocés parece un libro
escrito entre el 1936 y el 1939, con tanto detalle, tanta precisión. La
trayectoria de Maria Barbal se refleja en cada página y logra transportarnos
años atrás y hacer olvidarnos que estamos en 2019. Desde el vocabulario más
cuidado hasta las tradiciones y destinos de cada uno de los personajes son
propios de hace 80 años, pero uno no tiene la sensación que la escritora
está hablando de esta época, sino que la ha vivido de
primera mano. A mi amigo escocés me ha recordado
positivamente a Incerta Glòria de Joan Sales, un clásico de
la literatura catalana, y no solo por su puntual formato epistolar, sino por la
habilidad de ambos escritores de reflejar tan bien la época de la Guerra pero
sobre todo, las historias de las personas que la vivieron.
Ya con solo
hacer sentir esto al lector es suficiente para colocar la novela en un
pedestal, aunque hay muchos otros aspectos que la dotan de todavía más calidad:
su rico vocabulario, la heterogeneidad de la escritora para representar
diferentes personajes pero sobre todo, su habilidad para contar la historia de
Benet, así sin más. Una historia, de principio a fin, y aferrarse a esta sin
distracciones innecesarias: estas son las más difíciles, y a la vez, las más
bonitas de contar.
Viviremos
todos los conflictos de Benet: escoger entre su sueño de ser artista o seguir
el legado de su padre, los problemas en la familia con quien no logra
entenderse, su desconexión del mundo durante la Guerra Civil Española y su amor
con Elvira, una relación no del todo recíproca que se verá afectada por el
pasado de ella. Unos problemas que suenan a comunes si nos transportamos a la
época en cuestión pero que Maria Barbal es capaz de plasmar con una profundidad
exquisita. El lector simpatiza muchísimo con Benet y lo acompañará a todas
partes.
Sin embargo,
no conoceremos la historia de Benet solo desde su propio punto de vista, sino
que la escritora mezcla diferentes formatos para dejar que el lector construya
él propio la personalidad del protagonista y de su amante Elvira. El libro
empieza y termina con George, el amigo escocés, mientras que el resto de la
novela combina las cartas que Benet envió a Elvira y los diferentes testimonios
secundarios que opinan sobre Benet y Elvira, así como la propia voz narrativa
de Benet.
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