Estaré sola y sin fiesta es una ficción, pero parte de un
documento real, el diario de una mujer llamada Yna que, en 1990, se lamentaba
por el amor de Alejandro, un hombre que no la llamaba nunca. En la novela, la
protagonista —de la que nunca sabemos el nombre— se topa con un contenedor
lleno de lo que parecen todas las posesiones de una persona. Tras mucho dudar,
coge un cuaderno pequeño, su diario, y se lo lleva a casa. Ella está en la
ciudad en la que creció por la muerte de un pariente lejano, pero, en lugar de
convertir su visita en algo breve y volver a su trabajo y a sus planes previos
a este viaje, se obsesiona con el texto; concretamente con la imagen de Yna
esperando algo que no va a suceder. Poco a poco, la protagonista va dejando
todo lo que antes era su vida —novio, trabajo, planes de vacaciones— para
investigarla. En determinado punto se dará cuenta de que, según una peculiar
concepción del tiempo que ella tenía de niña —el pasado como un espacio al que
se puede llegar—, le angustia la idea de que, en algún lugar, Yna sigue
esperando a Alejandro. Es en ese momento cuando cambia el enfoque de su investigación
y decide buscar a Alejandro, ese hombre ausente del que apenas tiene pistas.
Con ecos de Roberto Bolaño y Julio Cortázar,
la historia lleva a nuestra protagonista a dejar toda su vida en pausa para dar
comienzo a una investigación que la llevará a Bilbao, Barcelona, Salou,
Peñíscola y, finalmente, de vuelta a Zaragoza. ¿Es cierto que nadie fue al
cumpleaños de Yna el 11 de mayo de 1990? ¿Tiene sentido que el amor de su vida
nunca la llamara? ¿A qué respondía esa gran obsesión romántica?
¿Quién es Yna? ¿Por qué su diario íntimo,
crónica de su enamoramiento de Alejandro en 1990, ha aparecido en un contenedor
de Zaragoza? ¿Y dónde estarán ahora sus protagonistas? ¿Seguirán vivos? La
protagonista de Estaré
sola y sin fiesta no puede
evitar hacerse estas preguntas cuando encuentra el viejo cuaderno manuscrito de
Yna. A partir de ahí, la joven filósofa y escritora Sara Barquinero (Zaragoza,
1994) construye una asombrosa historia de deseo y de intriga que recorre
España, y que es la primera piedra de un ambicioso proyecto narrativo: un
regreso a la novela filosófica sin renunciar al pulso vertiginoso.
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