La
anodina vida de Sofía y Daniel cambia radicalmente cuando él
recibe una carta anónima en la que se le dice que Sagrario, a la que venera, no
es su verdadera madre y que si quiere conocer la verdad de su origen debe ir a
París esa misma noche.
Intrigado,
pregunta a su padre por esta cuestión y él le recomienda que lo deje pasar, que
no remueva el pasado. Sin embargo, hay preguntas que necesitan una
respuesta y esta búsqueda desencadenará una sucesión de terribles
acontecimientos y encuentros inesperados de infortunado desenlace que trastocará su vida y la
de su mujer, Sofía, para siempre.
Madrid, París y su mayo del
68, el muro de Berlín, la Stasi y la KGB, los servicios de contraespionaje en la
España tardofranquista y tres personajes en busca de su identidad son las claves de esta fantástica
novela con el inconfundible sello de Paloma Sánchez-Garnica.
Todos
los personajes van evolucionando al son de los
acontecimientos, de su búsqueda de identidad, de su sufrimiento, de su dolor
incluso, de las decisiones de los demás, del contexto histórico, de las
prioridades de otros, de las obligadas circunstancias, de las creencias
idealizadas, de teorías políticas que no llegan a concretarse. Sin
olvidar, su egoísmo, sus deseos o los afectos, perdidos o acentuados por la
separación.
No
puedo dejar de admirar la valentía de Sofía, su capacidad de sobreponerse y su
espíritu, a veces latente y otras decidido, de emprender y luchar contra las
normas de una sociedad rancia y olvidadiza con las mujeres. Me encanta la evolución del amor de Daniel, un
hombre marcado por un caprichoso destino desde el día de su nacimiento, pero
capaz de buscar en lo más profundo de su interior y renacer de la peor de las
suertes.
Todos
los personajes van evolucionando al son de los acontecimientos,
de su búsqueda de identidad, de su sufrimiento, de su dolor incluso, de las
decisiones de los demás, del contexto histórico, de las prioridades de otros,
de las obligadas circunstancias, de las creencias idealizadas, de teorías
políticas que no llegan a concretarse. Sin olvidar, su egoísmo, sus
deseos o los afectos, perdidos o acentuados por la separación.
No
puedo dejar de admirar la valentía de Sofía, su capacidad de sobreponerse y su
espíritu, a veces latente y otras decidido, de emprender y luchar contra las
normas de una sociedad rancia y olvidadiza con las mujeres. Me encanta la evolución del amor de Daniel, un
hombre marcado por un caprichoso destino desde el día de su nacimiento, pero
capaz de buscar en lo más profundo de su interior y renacer de la peor de las
suertes.
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