Dora Maar (1907-1997) no
solo fue amante de Picasso, aunque sea esta la faceta en la que se centra la
novela de Valdés. Era fotógrafa, pintora y poeta antes de conocer al genio
malagueño. Maar había nacido en Croacia pero vivía en París, en contacto
directo con los círculos artísticos vinculados al surrealismo. La artista
gozaba de la admiración de significativos creadores del momento como James
Lord, Paul Éluard o Bernard Bataille. Zoé Valdés retrata en la novela el
intenso sufrimiento de la mujer rechazada, incomprendida, abandonada, cuyo
talento hubo de madurar siempre a la sombra del genial pintor. Uno de los
personajes de la novela llega a señalar que “Picasso no habría pintado el Guernica sin
ella”. La afirmación resulta quizá aventurada pero ilustra el estrecho vínculo
que unió a Maar con el genio malagueño, a pesar de la gran diferencia de edad
que existía entre ambos: cuando se conocieron, ella tenía menos de treinta años
y Picasso pasaba ya de los cincuenta.
Una escritora está interesada en la figura de Dora Maar y trata de recabar información sobre la artista a través de aquellos que la conocieron y la trataron: ese es el hilo conductor de la novela de Valdés. Conocemos así las experiencias por las que pasó Maar, como el enigmático viaje que realizó junto a los escritores homosexuales James Lord y Bernard Minoret por Venecia o el reiterado desdén al que la sometía su idolatrado Picasso. Desdén que únicamente se mitigaba cuando el llanto transformaba las facciones de Dora. Solo entonces la fotógrafa se convertía en un motivo artístico para Picasso, digno de sus lienzos.
La mujer que llora ha sido reconocida con el Premio Azorín 2013
Una escritora está interesada en la figura de Dora Maar y trata de recabar información sobre la artista a través de aquellos que la conocieron y la trataron: ese es el hilo conductor de la novela de Valdés. Conocemos así las experiencias por las que pasó Maar, como el enigmático viaje que realizó junto a los escritores homosexuales James Lord y Bernard Minoret por Venecia o el reiterado desdén al que la sometía su idolatrado Picasso. Desdén que únicamente se mitigaba cuando el llanto transformaba las facciones de Dora. Solo entonces la fotógrafa se convertía en un motivo artístico para Picasso, digno de sus lienzos.
La mujer que llora ha sido reconocida con el Premio Azorín 2013
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