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domingo, 28 de junio de 2020

LA ESPAÑA VACÍA de Sergio del Molino



Hay comarcas en España que tienen una densidad de población inferior a las más deshabitadas de Laponia o del norte de Finlandia, ya en las soledades del Círculo Polar Ártico. Más de un siglo ya de divagadores palabreros especulando sobre el ser de España, sobre su existencia primigenia o su inexistencia absoluta, aunque también opresora, o sobre la distancia secular que nos separa de Europa, y nadie ha parecido fijarse en su hecho diferencial más cierto, en su definitiva seña de identidad —por seguir usando el dialecto de la época—: lo que distingue a España, ahora igual que en el siglo XVI, la diferencia con respecto a Europa que atormentaba a los fantasmones del 98, es una cosa muy simple, que se explica con cifras y no con palabras: España es un país en gran parte deshabitado. Lo observaron los viajeros románticos del XIX, pero ya lo habían advertido mucho antes los emisarios extranjeros del XVI. En Europa, ya entonces, el campo estaba punteado de pueblos y campos fértiles, de caminos transitados, de bulla comercial. España, salvo unos cuantos núcleos situados sobre todo en la periferia, sorprendía a quien la visitaba por sus espacios enormes, sus serranías en las que abundaban los animales salvajes y los bandidos. España parece menos inmensa y vacía por un malentendido cartográfico: cuanto más al norte están los países, más los agranda la proyección de Mercator, al proyectar en un plano bidimensional la esfera terrestre. España es el país menos poblado de toda Europa, incluyendo la Europa del norte glacial. También es el país en el que más bruscamente se pasa de la superpoblación a la nada, de las periferias comerciales y residenciales de las metrópolis al puro desierto.
Un libro extraordinario de Sergio del Molino, La España vacía, uno de esos libros que llegan a ser algo muy original por el camino de ser varias cosas muy distintas al mismo tiempo. Es un ensayo histórico, pero también es un relato de viajes, unos cuantos de ellos en el espacio y otros en el tiempo, viajes reales en coche por las carreteras del país y viajes por los libros y por las películas, y a la vez es una confesión personal, el testimonio de alguien que mira su país desde la perspectiva exacta de su generación y de su tiempo.


sábado, 20 de junio de 2020

LEONORA DE Elena Poniatowska



Poniatowska posee un estilo de enorme calidad poética, pero sin esa tendencia al lirismo gratuito que resulta tan irritante en los imitadores de García Márquez. Nos deslumbra desde las primeras páginas, cuando compara un plato de avena con el lago Windermere. Desde niña, Leonora es rebelde y fantasiosa. Su resistencia a comerse la sopa se deshace cuando su niñera le asegura que tiene ante los ojos el lago más grande y hermoso de Inglaterra. La imaginación de Leonora hará el resto: escucha el sonido del agua y descubre la cresta de las olas avanzando hacia la orilla. Leonora no muestra mucho interés por pertenecer al género humano. Preferiría ser un caballo o un delfín. Embriagada de vida, experimenta visiones y no oculta su antipatía hacia su padre, donde aprecia la arrogancia del poder. La rebelión contra el Padre no se agotará con la ruptura de los vínculos familiares. Su breve paso por un internado de monjas no apaciguará su ansia de libertad. Expulsada del colegio, su padre ordena quemar a Tártaro, un balancín con forma de caballo. Mientras arde, Leonora grita: “No es un juguete. Tártaro soy yo”. Años más tarde, la pintura de Ernst le enseñará que la realidad es una trama de analogías. Todo está enlazado, todo se transforma, la identidad es una impostura. Leonora descubrirá el inconsciente, el psicoanálisis, el erotismo. Ernst le sugiere que pinte lo imposible y ejerce de Pigmalión. Se convierten en amantes, pese a los 26 años de diferencia. En su romance, Leonora no establece ningún límite racional. Ambos han roto con la burguesía y sólo creen en la libertad. La guerra introduce un elemento imprevisto, separándolos. Leonora enloquece y acaba en un hospital psiquiátrico de Santander. Su fuga adquiere un carácter fantasmagórico. Leonora cree que puede matar a Hitler con su imaginación. Cuando se reencuentre con Ernst, se ha casado con Peggy Guggenheim.
La experiencia del exilio marcará un cambio de rumbo en su concepción de la pintura. “Tengo que borrar todo lo aprendido y eliminar las viejas fórmulas”. Leonora se reinventa como artista y empieza a fantasear con la muerte. Sueña con su propio cadáver, pero no se deja seducir por el suicidio: “Jamás pensaría en matarme. Tengo demasiada curiosidad por lo que va a suceder mañana”. Como pintora no se desvía de sus visiones infantiles. Las gacelas se transforman en centauros, las serpientes bailan alrededor del árbol del Bien y del Mal. La vejez no ha menoscabado su rebeldía ni su creatividad. Aún se siente diferente, espantosamente incomprendida. Su estancia en Nueva York y México significó nuevas relaciones, nuevos afectos, pero la infancia sigue actuando como fuente de inspiración. Leonora aún cree posible escapar del mundo a lomos de un gigantesco pez. Al igual que Canetti, no le molesta la idea de la inmortalidad. Tal vez nos sorprenda a todos con un último gesto de desobediencia. Tal vez Leonora siga aquí, cuando todos hayamos desaparecido. Será el último capítulo de un libro que no podremos leer.


sábado, 13 de junio de 2020

EL CHICO QUE AMÓ A ANA FRANK de Ellen Feldman




El 16 de febrero de 1944 Ana Frank anotó en su diario que Peter, que al principio no le gustaba pero del que al final se enamoró, le había confiado que si salían del escondite con vida, se reinventaría a sí mismo por completo. Esta novela es la historia de lo que podría haber ocurrido si el chico hubiera sobrevivido y se hubiera convertido en un hombre. Peter llega a Estados Unidos, la tierra de la autocreación, y se hace pasar por cristiano. Con éxito en los negocios y rico en amor en el boom de los años cincuenta, prospera en el presente, planifica el futuro y no tiene pasado. Pero esta charada tiene un precio. La publicación de El diario de Ana Frank, que recibe elogios de todos los rincones del mundo, desencadena paralizantes recuerdos de sus vivencias en el anejo secreto de Ámsterdam. El diario es también su historia, y una vez que la compuerta de los recuerdos se abre, su vida se descontrola.
Basado en una exhaustiva investigación sobre Peter van Pels y la extraña y perturbadora vida que el diario de Ana Frank cobró tras su muerte, ésta es una novela sobre el recuerdo de la muerte, la muerte del recuerdo y la imposibilidad de negar el pasado.
Esta novela es la historia de lo que podría haber ocurrido si el chico hubiera sobrevivido y se hubiera convertido en un hombre.
Peter llega a los Estados Unidos, la tierra de la autocreación, y se hace pasar por cristiano. Con éxito en los negocios y rico en amor en el boom de los años cincuenta, prospera en el presente, planifica el futuro y no tiene pasado. Pero esta charada tiene un precio. La publicacion de El Diario De Ana Frank, que recibe elogios de todos los rincones del mundo, desencadena paralizantes recuerdos de sus vivencias en el anejo secreto de Amsterdam. El diario es también su historia, y una vez que la compuerta de los recuerdos se abre, su vida se descontrola. 
Basado en una exhaustiva investigación sobre Peter Van Pels y la extraña y perturbadora vida que el diario de Ana Frank cobró tras su muerte, ésta es una novela sobre el recuerdo de la muerte, la muerte del recuerdo y la imposibilidad de negar el pasado

sábado, 6 de junio de 2020

DAVID GOLDER de Irene Némirovsky



Autora de la recién descubierta Suite francesa, galardonada como Libro del Año 2005 por los libreros de Madrid, Irène Némirovsky mostró desde muy joven un talento excepcional. Con veintiséis años publicó David Golder, acogida por la crítica como una obra maestra y, más tarde, adaptada al cine y al teatro. Era el comienzo de una carrera literaria que situaría a Némirovsky entre los más grandes escritores franceses del siglo XX. Tomando como modelo la figura de sus padres, arquetipos del millonario hecho a sí mismo y la esposa egocéntrica y despilfarradora, Némirovsky despliega su aguda percepción psicológica en la descripción del mundo de los grandes negocios, territorio de personajes sin escrúpulos en el que la voracidad de los hombres es tan grande como la precariedad de sus fortunas. David Golder es un banquero caído en desgracia tras una grave crisis cardiaca sufrida en un casino de la Costa Azul. Cuando las malas noticias sobre la salud del financiero se extienden, las acciones de sus empresas se desploman. Así, de la noche a la mañana, Golder se encuentra en la bancarrota; arruinado, enfermo y abandonado por su mujer y su única hija, se recluye en un piso vacío de París.
Tomando como modelo la figura de sus padres, arquetipos del millonario hecho a sí mismo y la esposa egocéntrica y despilfarradora, Némirovsky despliega su aguda percepción psicológica en la descripción del mundo de los grandes negocios, territorio de personajes sin escrúpulos en el que la voracidad de los hombres es tan grande como la precariedad de sus fortunas. David Golder es un banquero caído en desgracia tras una grave crisis cardiaca sufrida en un casino de la Costa Azul. Cuando las malas noticias sobre la salud del financiero se extienden, las acciones de sus empresas se desploman. Así, de la noche a la mañana, Golder se encuentra en la bancarrota; arruinado, enfermo y abandonado por su mujer y su única hija, se recluye en un piso vacío de París. Si bien ha perdido todo, aún conserva el espíritu luchador y el amor por el riesgo que le permitieron abandonar el mísero gueto ucraniano donde nació y convertirse en uno de los hombres más acaudalados de Francia. Cuando la oportunidad de enriquecerse de nuevo se presenta ante él, Golder no dudará un segundo en lanzarse a la aventura, lo que lo llevará a algunos escenarios de su juventud. El riesgo, nada menos que su propia vida, es grande, pero la ganancia es, a sus ojos, aún mayor: obtener una fortuna superior a la anterior y recuperar a su hija, la única persona que ha amado en este mundo.