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sábado, 30 de diciembre de 2017

NADA de Carmen Laforet

Nada es una novela escrita por Carmen Laforet en 1944, que ganó el Premio Nadal el 6 de enero de 1945; más tarde, en 1948, obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española. La obra llamó la atención no solamente por la juventud de la escritora, que por aquel entonces tenía 23 años, sino también por la descripción que Laforet hizo de la sociedad de aquella época. Frente a quienes dijeron que la novela era autobiográfica, la autora misma escribió, en la introducción a la compilación titulada Novelas (Primera edición de 1957, Barcelona, Editorial Planeta) lo siguiente: "No es, como ninguna de mis novelas, autobiográfica, aunque el relato de una chica estudiante, como yo fui en Barcelona, e incluso la circunstancia de haberla colocado viviendo en una calle de esta ciudad donde yo misma he vivido, haya planteado esta cuestión más de una vez".
Nada es una novela de carácter existencialista en la que Carmen Laforet refleja el estancamiento y la pobreza en la que se encontraba la España de la posguerra. La escritora supo transmitir con esta obra, escrita con un estilo literario que supuso una renovación en la prosa de la época, la lenta desaparición de la pequeña burguesía tras la Guerra Civil.
La protagonista de la novela es una joven, llamada Andrea, que recién terminada la Guerra Civil Española se traslada a la ciudad de Barcelona para estudiar y empezar una nueva vida. Cuando Andrea llega a casa de su abuela, de donde sólo tiene recuerdos de su infancia, sus ilusiones se ven rotas. En este piso de la calle de Aribau, donde aparte de su abuela viven su tía Angustias, su tío Román, su tío Juan, la mujer de este último, Gloria, y Antonia, la criada, la tensión se continúa en un ambiente caracterizado por el hambre, la suciedad, la violencia y el odio. Andrea, que vive oprimida por su tía Angustias, siente que su vida va a cambiar cuando su tía se marcha, pero las cosas no acaban de ir como a ella le gustaría. Sin embargo, en la Universidad conoce a Ena, una chica de la que se hará íntima amiga y que desempeñará un papel importante en su vida, pues junto a ella aprenderá lo que el mundo exterior puede ofrecer.
La novela llega a crear una atmósfera tan asfixiante que consigue traspasar el papel y llegar al lector. Cuando en el ambiente opresivo de esta casa oscura, cerrada, sucia y maloliente, en esta especie de microcosmos, a alguno de los personajes se le pregunta qué le pasa, qué piensa, qué siente, con frecuencia se obtiene la misma respuesta: "nada".

domingo, 24 de diciembre de 2017

EL MONARCA DE LAS SOMBRAS de Javier Cercas

El libro cuenta la historia del tío de su madre, Manuel Mena, falangista y alférez del ejército rebelde durante la Guerra Civil Española, que falleció en combate a los 19 años.23
Cercas comentó a Óscar López, de RTVE, que abordar el asunto de Manuel Mena siempre fue un tema tabú ya que el escritor se avergonzaba del hecho de que su tío abuelo hubiera militado en la falange y que varios de sus antepasados fueran de derechas, además de su procedencia: "un pequeño pueblo de Extremadura". Pero gracias a la ayuda de su amigo, el director de cine David Trueba, Cercas "tomó la determinación de escribir sobre él, y por extensión de su familia, y así reconciliarse con su pasado". La novela, nada convencional, además de narrar la vida y la muerte de este joven que se fue a la guerra a los 17 años, es también "un making of sentimental del proceso de escritura del libro, de las dudas que tuvo antes de escribirlo, del arduo proceso de investigación y de su preocupación sobre cómo la publicación afectaría a su propia familia y a él mismo". Según López, esta es probablemente la novela más sentimental de Cercas.

La novela se va haciendo a la vista del lector. Y es que Cercas no sólo se la cuenta a los lectores, sino a sí mismo —que ha deseado y temido escribirla—; a su madre, que es la sobrina del protagonista; a los vecinos de su pueblo que saben que es escritor, al cineasta y escritor David Trueba (que también podría contar otra historia, la suya, que queda en esbozo). Y a la vez el curso del relato in fieri, que tantea sus alcances pero que nunca vacila en su propósito, dialoga con otras novelas del escritor. Igual que La velocidad de la luz lo hizo con la responsabilidad de haber escrito Soldados de Salamina e igual que El impostor —otra novela compartida activamente con familia y amigos— conversa con Anatomía de un instante. Trueba dice en sus páginas que “no son los libros los que deben estar al servicio del escritor, sino el escritor el que tiene que estar al servicio de sus libros”. Quizá esta novela —escribe Cercas— es el verdadero final de la trama de Soldados de Salamina: un recuerdo que revive y se va configurando como fábula moral. Se escribe para saber más, entender, no juzgar…, porque “las novelas son como sueños o pesadillas que no se acaban nunca”. Y todas las historias se parecen: esta novela tiene como espejo una de Dino Buzzati (El desierto de los tártaros), un cuento de Danilo Kis (‘Es glorioso morir por la patria’) y unos versos de la Ilíada (donde Aquiles muere con honor y belleza) y otros de la Odisea, donde el mismo Aquiles reconoce en el Averno que prefería ser un modesto campesino a un monarca del reino de la muerte. De ahí viene el título de la novela.

domingo, 17 de diciembre de 2017

EVA de Arturo Pérez Reverte

La segunda aventura de Falcó se llama Eva y supera a la primera. Viajera en el barco republicano, Eva Neretva será el principal adversario del héroe, con el que ya compartió en la novela Falcó aventuras erótico-sangrientas, cuando los dos se salvaron mutuamente la vida y ella se apellidaba Rengel. Sigue siendo una comunista fanática a las órdenes de Stalin; Falcó sólo es un fanático de sí mismo, circunstancialmente a las órdenes de “criminales jefes fascistas”, como dice la bolchevique.
Arturo Pérez-Reverte introduce en la acción una intriga más sutil: las relaciones, es decir, el drama entre los personajes, no sólo principales, de su novela. Es un logro el choque entre los capitanes de los barcos nacional y republicano, con ese memorable marino mercante que asume la responsabilidad de su valiosa carga y, sobre todo, de su tripulación. Los personajes secundarios, los que auxilian al héroe y los que tratan de frenarlo, no son decorativos: tienen esencia, añaden profundidad a la fábula.
Falcó sigue siendo Falcó: estilo es carácter. Héroe popular, encarna la atracción de la cultura pop por las marcas emblemáticas. Del sombrero a los zapatos, pasando por la pistola, lo envuelven marcas legendarias como si fueran el uniforme de un superhéroe. Cuando, con sentido del humor, le prende fuego al coche de un altivo capitán que, aparte de ser imbécil y grande de España, merece una bajada de humos, el encendedor es Parker Beacon y el coche un Bentley Speed Six. La ética de Falcó se resume en lo que el narrador llama un “egoísmo lúcido”: salir adelante respetándose a sí mismo, teniendo en cuenta que “siempre que se cruzaba con algún superviviente —de algo, de lo que fuera— se preguntaba qué clase de bajeza había cometido para sobrevivir”. Le apasiona el mundo, del que no quiere ser espectador, sino actor, y su definición de la vida (“una broma de mal gusto, un trámite burocrático, como la muerte”) es casi una cita de Nabokov, aunque Falcó prefiera las novelas policiacas: “Una aventura entre dos noches eternas”.

Su jefe, el Almirante, otro gran personaje, lo juzga “eficaz como una navaja de afeitar afilada e inteligente, un chico de buena familia en versión descarriada, capaz de vender la silla de ruedas de una madre inválida”, pero en el fondo Falcó es un seductor sentimental. Al primero que seduce es a su creador, que escribe sus aventuras con el entusiasmo con que las leerá su público.

domingo, 10 de diciembre de 2017

MIRADOR DE VELINTONIA de Fernando Delgado

Aunando los oficios de narrador y periodista, Fernando Delgado recrea la estampa de un tiempo irrepetible vivido en torno a una casa, Velintonia, la que fuera residencia en Madrid de Vicente Aleixandre. ‘Mirador de Velintonia. De un exilio a otros (1970-1982)’, el nuevo libro del escritor canario, tiene mucho de memoria personal, aunque se centra sobre todo en los otros, y en particular en los exiliados de fuera o de dentro –los habitantes del llamado exilio interior y su círculo de amigos– que fueron reintegrados a la vida colectiva a lo largo de la década de los setenta, entre el tardofranquismo y los inicios de la democracia. Velintonia era el nombre de la calle donde estaba esa célebre casa, un espacio de acogida para la amistad y la poesía que marcó las relaciones de toda una generación de poetas e intelectuales de aquellos años vividos tan apasionadamente.
El libro, según explica su autor, no es un libro sobre Aleixandre sino con Aleixandre, “ni tampoco quiere ser un recuento de los fieles visitantes de Velintonia, porque tampoco es un libro sobre Velintonia exclusivamente. Hablo más de aquellos amigos que nos eran próximos, sin voluntad de excluir a muchos otros que le fueron próximos a Aleixandre, aunque formaran parte de grupos distintos”. No se trata, pues, de una antología, sino que la memoria desordena el relato o lo ordena a su capricho: “Mucho antes de frecuentar aquella casa –explica Fernando Delgado- , yo sabía a través de algunos amigos lo que la casa y su dueño significaban para todos. Velintonia era el nombre de la calle donde estaba la casa de Aleixandre, sí, pero para nosotros, los que allí íbamos, era el nombre de un espacio de la poesía y la amistad. Velintonia era  un espacio de acogida para poetas principiantes y para excelentes poetas de aquí y de allá. Un lugar de encuentro para los muchos y muy variados amigos que Aleixandre tenía en España y en el mundo. Y sobre todo, más que un lugar de fiesta, un espacio para la conversación en el que el poeta recibía generosamente para hablar de la literatura y de la vida con talento, repartiendo muy bien o muy adecuadamente las confidencias. Así que cuando oigo el nombre de Velintonia me vienen voces del pasado que han sido fundamentales en mi vida. Es un lugar de los recuerdos. En mi encuentro con Pablo Neruda, cuando él  pronunció el nombre de Velintonia manifestando las ganas que tenía de volver allí, aquella casa se convirtió para mí en un espacio a conquistar”

sábado, 2 de diciembre de 2017

EL FARROCARRIL SUBTERRÁNEO de Colson Whitehead

El enorme éxito de crítica y público cosechado por El ferrocarril subterráneo(2016) de Colson Whitehead (Nueva York, 1969), novela galardonada con el Premio Pulitzer, el National Book Award y finalista (hasta la fecha) del Man Booker Prize, nos sirve para confirmar una sospecha: que de un tiempo a esta parte el racismo se ha convertido, de nuevo, en una auténtica preocupación para la sociedad afroamericana

Ejemplos no nos faltan: desde la oscarizada 
12 años de esclavitud (2013), de Steve McQueen, al (por qué no) Django desencadenado (2012) de Quentin Tarantino; de la concesión del premio Booker a El vendido (2016), la muy ácida sátira de Paul Beatty, al National Book Award otorgado a El pájaro carpintero(2013), de James McBride. 

Hablar aquí de modas u oportunismos me parece un tanto peliagudo, cuando no ingrato, sobre todo si tenemos en cuenta la gravedad del tema sobre el que giran las obras citadas, por no mencionar su indudable solvencia técnica. La prohibición en Memphis del reestreno de Lo que el viento se llevó (1939) o los recientes conflictos en Charlottesville quizás basten para atestiguar que, en efecto, la abolición de la esclavitud sigue siendo un tema no resuelto en los Estados Unidos a principios del siglo XXI, donde las banderas confederadas parecen ondear, en según qué sitios, con más fuerza que nunca. 

Que desde el mundo de la cultura se trate de combatir, a través de una confrontación artística e intelectual, esa inexplicable enfermedad mental que es el racismo solo debería merecer nuestros aplausos. Por desgracia aquí estamos también para juzgar su calidad, que no siempre acompaña a las bienintencionadas pretensiones, como ocurre con esta novela de Colson Whitehead.

sábado, 25 de noviembre de 2017

ALGO DE MÍ MISMO de Rudyard Kipling

Es el último libro escrito por el autor de PuckEl libro de la selvaKim y Capitanes intrépidos , entre otras historias que aquí confiesa destinadas a niños que no supiesen que eran para mayores. Estas memorias póstumas sorprendieron porque Kipling, tan del imperio británico, vino a demostrar una irónica y reconfortante capacidad de autocrítica personal y nacional, que en ningún caso impiden considerar su vida y su obra un ensueño de civilización más que un atajo civilizador o político. Desde la infancia en la India, cuyo ritmo se funde con el de las estaciones del año, plenas a los sentidos y a la emoción de las cosas, hasta el Londres familiar y prerrafaelita y literario; los viajes y estancias por cinco continentes y la recepción del premio Nobel con 41 años, en una Suecia nevada y silenciosa. Algo de mí mismo es el relato de una vocación en que lo imaginado es siempre un más allá de pureza que brinda lo real. Memorias de un escritor y con más de un guiño al oficio -revelan, entre otros secretos, la verdadera naturaleza del poema "Si...", traducido a todos los idiomas del ideal humano-, siempre lejos del coágulo del yo, Algo de mí mismo es algo de nosotros mismos: el mayor libro de aventuras de un escritor de aventuras.

 Desde la infancia en la India, cuyo ritmo se funde con el de las estaciones del año, plenas a los sentidos y a la emoción de las cosas, hasta el Londres familiar y prerrafaelita y literario; los viajes y estancias por cinco continentes y la recepción del premio Nobel con 41 años, en una Suecia nevada y silenciosa. Algo de mí mismo es el relato de una vocación en que lo imaginado es siempre un más allá de pureza que brinda lo real. Memorias de un escritor y con más de un guiño al oficio -revelan, entre otros secretos, la verdadera naturaleza del poema "Si...", traducido a todos los idiomas del ideal humano-, siempre lejos del coágulo del yo, Algo de mí mismo es algo de nosotros mismos: el mayor libro de aventuras de un escritor de aventuras. Jorge Luis Borges admiró en estas memorias la virtud de contar el pasado sin contaminarlo de presente. Por páginas de filia masónica y otras de crítica salvaje al estamento católico, Algo de mí mismo fue censurado y en las obras completas no está completo. Kipling, desde su amor a la vida, era incapaz de entender a quienes anteponen cualquier modalidad de ultratumba. La presente edición es, en rigor, la primera en castellano de este libro polémico, sorprendente y emotivo.

domingo, 19 de noviembre de 2017

UN ALMA DE DIOS de Gustave Flaubert


Un alma de Dios, escrito en 1877, está considerado uno de los más importantes relatos de la Literatura Universal. A través de su lectura, podemos hacernos una idea general de cómo era la burguesía del siglo XIX: su hipocresía, mediocridad y egoísmo. Pero la grandeza de esta obra nos la encontramos en el personaje principal, Felicidad, un alma cándida, llena de ternura, muy compasiva, que intenta siempre ayudar a los demás. Esta dulzura contrasta con la dureza de su entorno, lo que sirvió a Flaubert para criticar la sociedad de su época con mucha sutileza y utilizando siempre la palabra exacta. Uno de los temas más conocidos del libro será la intensa relación entre Felicidad y su loro, que le brindará la compañía que las personas le niegan.
En este relato nos encontraremos con muchos elementos que aparecen en
Madame Bovary, su más importante novela.
El talento de un artista se manifiesta no solo en sus obras principales, sino también en la distancia corta, en los trabajos aparentemente menores, ejercicios de estilo, esbozos, apuntes y hasta podría decirse que divertimentos. Aunque la obra que nos ocupa, «Un coeur simple»(atinadamente traducido como «Un alma de Dios», igual de bien que todo el libro, por cierto) es un relato tan corto como intenso. Porque en las apenas noventa páginas de esta edición, Flaubert despliega un abanico de emociones y desolaciones humanas que te dejan el corazón tiritando.
El novelista francés aprovecha para tirar con bala contra la hipocresía burguesa, su egoísmo, su mediocridad vestida de opulencia, mientras el héroe de esta película (entre el neorrealismo y la nouvelle vague, valgan las comparaciones) o mejor, la heroína, es una mujer tan sencilla como adorable, un alma cándida, un alma de Dios, como dice el título, una mujer llamada Felicidad que solo conoce la lealtad a su señora y la pasión sincera, desgarradora, por un loro que será a la postre quien la cobije bajo sus alas mientras el género humano la ningunea, la humilla, la echa a la cuneta de la vida. No hacen falta trillones de caracteres para que caiga sobre uno toda la tristeza del mundo. Este libro es la prueba.



sábado, 11 de noviembre de 2017

QUÉDATE ESTE DÍA Y ESTA NOCHE CONMIGO de Belén Goprgui

¿Qué lenguaje es el apropiado para hacer de Google un personaje? Gopegui recurre a un modelo canónico que es fruto, a su vez, de una reflexión similar en condiciones históricas muy diferentes: el lenguaje religioso. Por la función que cumple en la sociedad actual, es más fácil dirigirse a Google como si fuera una divinidad que haciendo de él una simple institución o un simple objeto. Se impone la segunda persona, mezclando el registro reverencial con el gesto desafiante. Y, puesto que la novela no es el monólogo de un perturbado, esa segunda persona se justifica en el contexto de una solicitud de empleo. Los autores de la solicitud que Google deberá evaluar son dos: Mateo, que tiene veintidós años y vive con sus padres, y Olga, una empresaria jubilada de sesenta y dos. La solicitud está concebida como un texto que pueda pasar los filtros de Google pero, al mismo tiempo, como un manifiesto que tal vez provoque alguna reacción en el cerebro corporativo de la bestia. Por supuesto, saben que quien leerá el texto será un becario o una becaria, y en unas ocasiones se dirigen a esta figura, en otras directamente a la marca registrada.

“Alguien pide trabajo. Pedir, solicitar, rogar, suplicar se mueven en un campo semántico parecido”. Los demandantes de empleo se convierten así en suplicantes, y adoptan frente al posible empleador la actitud del creyente pero, a la vez, la del relapso, pues la solicitud, la súplica, se convierte en seguida en acusación y queja. Acusación y queja que el empleador desdeñaría fácilmente pero que, al mismo tiempo, podría interesarle por su condición de gesto inesperado y a la vez desesperado: “Mateo y Olga son una mota de polvo contra un río, y el río eres tú”, Google, pero por lo mismo son una mota de polvo incómoda: “Quizá piensas en tentar a Mateo, sobornarle”. Frente a la presunta omnipotencia de Google, Mateo y Olga oponen resistencia: “Algunas personas dicen que en el error subsiste una resistencia, una voluntad de no encajar”. Es inevitable que comparezca aquí la figura de la criatura que se rebela frente a su creador, el error de programación que desvela la iniquidad del programador. Todo el tiempo planea sobre la novela la conocida imagen de Kierkegaard en La enfermedad mortal: “Supongamos que un autor cometiera una errata y que esta llegara a tener conciencia de que era una errata. Entre paréntesis digamos que en realidad quizá no fuera una errata, sino algo que mirándolo todo desde muy alto formaba parte de la narración íntegra. La cosa es que esa errata se declaraba en rebeldía contra el autor y movida por el odio le prohibía terminantemente que la corrigiese, diciéndole como en un loco desafío: ¡No, no quiero que se me tache, aquí estaré siempre como un testigo de cargo contra ti, como un testigo fehaciente de que eres un autor mediocre!”.

domingo, 5 de noviembre de 2017

LOS PACIENTES DEL DOCTOR GARCÍA de Almudena Grandes

Esta novela es la cuarta entrega de un vasto ciclo narrativo constituido bajo el significativo título de «Episodios de una Guerra Interminable». Se inauguró con «Inés y la alegría», a la que siguieron «El lector de Julio Verne», «Las tres bodas de Manolita», «Los pacientes del doctor García» -que ahora se publica-, y se cerrará con «La madre de Frankestein» y «Mariano en el Bidasoa». Almudena Grandes (Madrid, 1960) es autora que siempre tuvo voluntad galdosiana, y resulta evidente que esta serie debe mucho a los «Episodios Nacionales» porque, al igual que el escritor canario en su tiempo, Grandes ha querido describir una serie de acontecimientos de nuestro pasado más inmediato para esclarecer el presente y, de paso, dejar constancia de sucesos sujetos a manipulación por los que fabrican el ayer a su antojo.
«Los pacientes del doctor García» es deudora del mejor «thriller» y encierra una predisposición en los diálogos y en las descripciones que la hacen idónea para llevarse al cine o hacer una serie de televisión, si nos diera por realizar series con cierto interés. Lo pedagógico del ciclo ya se ha explicado, y aquí enlaza con cierto destino galdosiano, pero esta novela posee las cualidades de un buen best seller: está construida con una economía de medios ejemplar, se cuela en el lector por una cualidad de empatía difícil de definir y, además, está pensada para ser leída, a pesar de su extensión, de una tirada. Algunos llaman a esto oficio y no les falta razón. Pero no agota la explicación. La novela está imbuida de una vocación totalizadora de la vida que en estos tiempos de disgregación el lector tradicional agradece porque se hace la ilusión de que se le está explicando el mundo. Ni que decir tiene que Almudena Grandes tiene sobradas cualidades para llevarnos a ese estado, y esta novela es de las emblemáticas de su autora. No es poco.

sábado, 28 de octubre de 2017

VIDA Y DESTINO de Vasili Grossman

Vida y destino realiza una prodigiosa recreación del cerco de Stalingrado, que resultó fundamental para la labor de Antony Beevor. Beevor utilizó la información proporcionada por la novela y escribió una biografía sobre su autor: Un escritor en guerra. Los personajes de Grossman se corresponden con los diferentes rostros de la guerra. El general Yeremenko simboliza el esfuerzo de los militares comprometidos con la victoria, sin ambiciones políticas ni insensibilidad moral. Su serenidad contrasta con el histerismo y mediocridad de Hitler y Stalin, incapaces de controlar los acontecimientos que han precipitado. El dolor de Liudmila por la pérdida de su hijo concierne a todos los que han vivido algo semejante: desgarro, incredulidad, locura. Mostovski, prisionero de los alemanes, al menos conserva el alivio de estar recluido por el enemigo. Es más fácil resistir cuando las alambradas no han sido levantadas por antiguos camaradas. 

La frustración de Zhenia, a la que se deniega una y otra vez el permiso de residencia pese a ser hija de un héroe de la revolución, muestra la impotencia de los ciudadanos ante una burocracia ciega e irracional. La vieja niñera alemana que es deportada por la denuncia de una vecina interesada en su cuarto, más amplio y luminoso, ejemplifica la degradación moral de las sociedades gobernadas por dictaduras, donde se estimula la delación. Grossman posee un enorme talento para describir al hombre en mitad de circunstancias terriblemente adversas. Se ha comparado Vida y destino con Archipiélago Gulag; para algunos, las dos obras más peligrosas para la estabilidad de la antigua URSS.

Es casi imposible medir la repercusión de un libro. Ni siquiera es sensato plantearlo, si bien es cierto que los artículos de Ilya Ehrenburg sobre las atrocidades de los nazis contribuyeron a incrementar las represalias del Ejército Rojo. Las páginas de Vida y destino están dedicadas al sufrimiento de los soldados, a las penalidades de los judíos, al dolor de las miles de familias que enviaron a sus hijos al frente mientras sufrían las privaciones de la retaguardia y las arbitariedades de un régimen que mostraba el mismo desprecio por el ser humano que el Sexto Ejército del mariscal von Paulus. Vida y destino, con sus decenas de historias que giran sobre la guerra, ciudades sitiadas, el apego a la tierra y a los seres queridos, las dudas políticas, morales y religiosas, la tenacidad del existir y la fatalidad del azar, se enfrenta a los aspectos más terroríficos del siglo. Grossman percibe el campo de concentración como el estrato más profundo de nuestra cultura. Su capacidad de organizarse por sí mismo pone de manifiesto que el poder ya no es un centro visible, sino un sistema que puede prescindir del hombre para seguir controlando la historia.


domingo, 22 de octubre de 2017

LA RADIO DE PIEDRA de Juan Herrera

Hay cosas que pese a su naturaleza inerte, acumulan vida. Es el caso de aquellas radios a galena que irrumpieron a comienzos del siglo XX, cuando podemos observarlas en algún museo o durante alguna exposición, o incluso en la casa de alguno de esos privilegiados que todavía conservan algún ejemplar, nos quedamos fascinados por la rudimentaria simpleza y su maravilloso significado.
En el encanto de lo simple, que se nos aparenta como algo inconcebible en la era de la comunicación y la conexión, se compone una armónica sinfonía entre pasado y presente, entre realidad y fantasía.
Y por ahí se mueve Juan Herrera en su debut literario La radio de piedra. Aprovechando esa piedra angular en que se convierte el viejo aparato, se nos abre un mundo pretérito lleno de personajes en ocasiones estrafalarios, esperpénticos, protagonistas todos de una intrahistoria del pasado de un país que nunca salió de la guerra y el olvido en el quedaron pueblos y gentes de aquel entonces. El extrañamiento como forma de vida para todos aquellos que vivían sin problema ajenos a si el mundo seguía dando vueltas o no, si es que alguna vez las había dado.
Una novela que nos despierta sonrisas y simpatías desde la inocencia en algunas ocasiones y desde el estrépito en otras. Pero que a la vez nos ofrece sorprendentes escenas llenas de trascendencia y de sabiduría. Y es que cuando empiezas a pensar que aquellos que no se han subido al progreso permanecen estancados en esa especie de Babia (entre la realidad y la ficción), sin saber nada de cómo funcionan las cosas, acabas sucumbiendo en la ignorancia de tu centrismo cultural.

Retrotrayéndonos a esta España que quedó olvidada durante gran parte del siglo XX recuperamos el sabor de una idiosincrasia perdida, de la picaresca como forma de vida y del mañana como todo futuro. Mientras tanto, los lugareños que ocupan estas páginas seguirán reuniéndose cada noche en torno a la radio de piedra, esperando noticias del resto del mundo más allá de su propio y completo mundo.

sábado, 14 de octubre de 2017

CONTRA MÍ MISMO de Eliseo Alberto

Sobre la experiencia de la revolución cubana se ha debatido casi siempre en defensa de posiciones extremas. A quemarropa. La razón dicta. La pasión ciega. Sólo la emoción conmueve, porque la emoción es a fin de cuentas, la única razón de la pasión […] Lo único imperdonable es el olvido.
Tarde o temprano, los cubanos nos volveremos a encontrar, bajo la sombra isleña de una nube. Hay que estar atentos: el toque de una clave se escucha de lejos.
Las líneas anteriores se encuentran en el libro que Eliseo Alberto (Arroyo Naranjo, La Habana 1951) escribió como un necesario ejercicio de desahogo para expulsar, de lo más profundo de sus entrañas, el desasosiego que le causaba la solicitud que le hicieran oficiales del ejército cubano para que informara sobre las actividades que se desarrollaban en su casa.
Informar era, en esta ocasión, la misión que se le encomendaba al entonces teniente de reserva y militar activo “desde cualquier trinchera”.
Agentes del apartado cubano de iteligencia –si se le puede llamar de esa manera– le ordenaron mantenerlos informados de todo contacto con visitantes extranjeros, independientemente de posturas políticas: “Estamos en guerra contra el imperialismo yanqui […] La guerra es la guerra.
Necesitamos que nos mantengas al tanto de lo que se habla en tu casa. Nunca se sabe dónde va saltar la liebre. Es cosa de rutina. No te prohibimos relaciones con extranjeros, como está ordenado, pero pedimos tu colaboración en esta tarea”. Esas fueron las palabras que a Eliseo Alberto lo llenaron de pavor, como él mismo lo confiesa.
La estructura de Informe contra mí mismo es versátil, flexible, como debe ser cuando se escribe desde el corazón y sin mezquindades. Como una especie de presentación de lo que vendrá más adelante en la obra, en su prólogo van y vienen la emociones, como van y vienen los sentimientos de odio-amor entre los cubanos de la isla y los cubanos en el exilio; sincretismo de recuerdos y nostalgias



sábado, 7 de octubre de 2017

EL GIGANTE ENTERRADO de Kazuo Ishiguro

Obra clave del reciente Premio Nobel de Literatura 2017.
Inglaterra en la Edad Media. Del paso de los romanos por la isla sólo quedan ruinas, y Arturo y Merlín –amados por unos, odiados por otros– son leyendas del pasado. Entre la bruma todavía habitan ogros, y británicos y sajones conviven en unas tierras yermas, distribuidos en pequeñas aldeas. En una de ellas vive una pareja de ancianos –Axl y Beatrice– que toma la decisión de partir en busca de su hijo. Éste se marchó hace mucho tiempo, aunque las circunstancias concretas de esa partida no las recuerdan, porque ellos, como el resto de habitantes de la región, han perdido buena parte de la memoria debido a lo que llaman «la niebla».
En su periplo se encontrarán con un guerrero sajón llamado Wistan; un joven que lleva una herida que lo estigmatiza; y un anciano Sir Gawain, el último caballero de Arturo vivo, que vaga con su caballo por esas tierras con el encargo, según cuenta, de acabar con un dragón hembra que habita en las montañas. Juntos se enfrentarán a los peligros del viaje, a los soldados de Lord Brennus, a unos monjes que practican extraños ritos de expiación y a presencias mucho menos terrenales. Pero cada uno de estos viajeros lleva consigo secretos, culpas pendientes de redención y, en algún caso, una misión atroz que cumplir.
Sumando el viaje iniciático, la fábula y la épica, Kazuo Ishiguro ha construido una narración bellísima, que indaga en la memoria y el olvido acaso necesario, en los fantasmas del pasado, en el odio larvado, la sangre y la traición con los que se forjan las patrias y a veces la paz. Pero habla también del amor perdurable, de la vejez y de la muerte. Una novela ambientada en un pasado remoto y legendario que vuelve sobre los grandes y eternos temas que inquietan a los seres humanos.

«Consigue lo que consiguen los grandes libros: permanece en la cabeza mucho después de haberlo leído, negándose a ser olvidado, forzándonos a volver a él una y otra vez... Excepcional» (Neil Gaiman, The New York Times).

sábado, 30 de septiembre de 2017

EL PAIS BAJO MI PIEL de Gioconda Belli

El país bajo mi piel se divide en cuatro partes: Habitante de un pequeño país, En el exilio, El regreso a Nicaragua y Otra vida. En cada una de ellas, por medio de capítulos cuyos nombres constituyen un resumen de aquello sobre lo que se va a contar, Gioconda va narrando su vida mezclando años y personajes, pero con una progresión temática que nos permite entender el significado de esa oscilación. En el recorrido de sus páginas no solo se habla del amor a la lucha, sino también, de los amores de carne y hueso de esta mujer:  su primer marido con quien se casó a los 18 años después de un noviazgo fugaz, hombre convencional, callado, desapasionado, con quien tuvo dos hijas; su compañero de lucha Marcos, que fue su amante mientras ella todavía estaba casada; el brasilero Sergio, que supo aliviar el enlutado corazón de Gioconda después de una gran pérdida, hombre con el cual volvió a comprometerse con el casamiento y con el que tuvo a Camilo; Modesto, otro compañero de lucha, que no soportó compartirla y la obligó a tomar la decisión de elegir entre Sergio o él, hombre de ánimos cambiantes por el que Gioconda sintió un amor tormentoso; y finalmente, Carlos, su actual marido, padre de su cuarta hija, “puerto de sus tempestades”, dice ella en su dedicatoria. También se detalla la concepción de sus hijos: Miryam, Melissa, Camilo y Adriana; el nacimiento de cada uno y sus complicaciones, las fallas que reconoce de su maternidad, los planteos y las luchas para estar cerca de ellos; los padres, los hermanos, los entrañables compañeros que vio morir a causa de la revolución, los amigos. Todos ellos, van acompañando la historia de vida de Gioconda que es suya y es, a la vez, la historia de una revolución.

En el paseo por su vida, la comandante Belli, que aprendió a usar armas y fue correo clandestino del Frente Sandinista de Liberación Nacional, nos cuenta la historia de un pueblo esperanzado en formar una vida propia, fuera del sometimiento de la dictadura de la familia Somoza. Y lo hace con sus armas de hoy: las palabras.

domingo, 24 de septiembre de 2017

LA OBRA MAESTRA DESCONOCIDA de Honoré de Balzac

La fábula de Honoré de Balzac La obra maestra desconocida es fascinante, tanto por su contexto como por su lección. La primera versión apareció en 1831, en la revista L'Artiste, y fue subtitulada entre paréntesis como "cuento fantástico" a la manera de los relatos de E. T. A. Hoffmann. La quinta y definitiva, que vio la luz catorce años más tarde, se incluyó en el conjunto de cuentos Le provincial à Parisy su lectura nos asoma a la historia del anciano pintor Frenhofer y su lucha frente a lo inefable a través de la fantasía y el amor; amor a una mujer, a lo creado por las propias manos, o a ambas cosas a la vez. El relato de Balzac también sugiere que sólo a través del arte y la poesía es posible el conocimiento, vislumbrar esa temible morada que es presumiblemente la eternidad, en la que no se entra si no es abrazando la muerte. Sobredosis de barbitúricos, el flujo de la sangre interrumpida... Rothko, Pollock, David Smith... Esa peculiar ilusión de lo definitivo, la muerte, venerada en los museos y en la educación artística americana, es la misma que el maestro Frenhofer anticipó en su taller ante el súbito descubrimiento de su inútil esfuerzo. Queremos ver en el viejo loco al héroe. Su actitud romántica, su búsqueda de un sueño supuestamente imposible, hace que la influencia cervantina en La obra maestra desconocida sea completamente natural. Flaubert, Dostoievski, Melville... ¿Cómo no gravitar hacia la órbita de Balzac?

Con todo, sería bueno y esperanzador romper con el decoro interpretativo de La obra... Conscientes de que la superioridad masculina -la superioridad de Frenhofer- es mucho más que una ficción, podemos ver en el relato de Balzac el papel secante que expresa el (útil) reconocimiento de la sumisión de la mujer que se experimenta dividida, atrapada en las contradicciones entre su posición como ser humano y su vocación de musa.

sábado, 16 de septiembre de 2017

RAPSODIA de Pere Gimferrer

Se ha desencuadernado por la mitad de mi vida,
como el pienso del alba se desploma en los sauces:
tiene el tacto de cuero de la noche dormida
y el corazón de hierro del pajar de la sombra.
Todo irreal: la caja de las estalactitas,
catedral de salitre con el serrín del alba,
cuando lo que viví se convierte en metáfora
y en mis manos el dije de tus nalgas es oro.
Maleza: yo he vivido de la luz de malezas,
la blonda del pasado del color del percal,
la rueda de los aires del agua de la noche
y el castillo de agujas de tus ojos de hada
que ha sellado los ojos de la torre de plomo.
Años ambiguos, años de entrecruzarme a solas
con la esgrima nocturna del zigzag de los astros,
años sin ver tus ojos en el armario a oscuras,
la caoba del aire despeinado en sus horcas.
En la laguna estigia de mi cruel juventud
era el Leteo el río de mis adolescencias,
porque cabe por siempre demorar el pasado
para no repetirse en la noche cromada.
Yo entregué el pedernal de mi vida en tus manos:
una bomba incendiaria en un pomo de flores,
una imagen de arcilla que ha cuajado en la lava.
El arquitrabe rojo que sustenta las noches
vive en la hoguera de tus nalgas rosa;
el arquitrabe negro de la luz
ha flechado los aires de tu cuerpo.
Y así viví: en la noria de un Prater de puntilla,
en el cielo de otoño: Up in the air, carátulas,
el plató de la luna desmochada en el viento.
Así viví: en un parque de atracciones
desafectado ya, como un guante vacío

domingo, 10 de septiembre de 2017

LA INSOLACIÓN de Carmen Laforet

 La insolación que supone en la vida de Martín la aparición de esos dos chiquillos libres que no se parecen a nadie, ese arrebato fuera del mundo conocido y cercano que había notado por primera vez cuando aparecieron los dos Corsi sobre el muro del jardín, aquel esplendor interno en el que Martín no pensaba, sino que llamaba simplemente “el verano”, tarda tres años en diluirse. Martín, que se ha criado con sus exquisitos abuelos paternos y que quiere ser pintor, tiene que empezar a pasar los veranos con su padre, teniente del ejército franquista, macho al uso español de la época, que al principio deslumbra al Martín adolescente con sus ideas acerca de lo que debe ser un hombre (Martín es un hombre, no es como si fuera una chica que, entonces, pobre de él si saliera a la puerta de la calle. Los hombres son libres. Si la chica se deja manosear, mejor para él, coño) y su madrastra, una mujer vulgar, supersticiosa y retorcida que lo odia. Anita Corsi, con su luz inconsciente y su fuerza, su personalidad atrevida y fulgurante, Carlos Corsi, con su belleza de efebo que resulta sospechosa en el pueblo porque es demasiado guapo, tiene en él algo que a un hombre verdadero le repugna un poco, el señor Corsi al que creen diplomático y había sido mago de circo y Frufrú, la vieja estrambótica que cuida de los Corsi y que no puede bajar al pueblo con sus atuendos extravagantes porque los niños la apedrean y el cura no la deja entrar en la iglesia, en una España en la que las ratas se comían las orejas de los niños y los niños comían boniatos asados (Laforet dixit), los Corsi, que hablan en francés e italiano y han vivido en Tierra del Fuego, Nueva York, Tánger y Venezuela, parecen estrellas de cine. Nada más contraste que los almuerzos en casa del padre y las meriendas con té en casa de los Corsi. A Martín, que pasa hambre, que tiene prohibido besar al padre porque no es de hombres o dibujar porque es de maricones, aterrizar con los Corsi, que comen ensalada de pollo y por las tardes dramatizan a Racine y cuentan historias de domadores de leones y trapecistas y reciben dinero de una Peggy estadounidense que conduce coches por estancias sudamericanas, es como aterrizar desde la Cuenca de la Edad Media en el Manhattan de 2027, lo que no quita para que a Martín muchas veces le escandalice el comportamiento de los Corsi, pobre santo. Le parece que no saben vivir entre la gente porque siguen sus propias normas y no llevan el corsé asfixiante que llevan los que viven en su propio mundo

sábado, 2 de septiembre de 2017

UNA SOLA PALABRA de Joaquín Berges

Una sola palabra es la historia de una convalecencia en la que Celia intentará rehabilitarse, volver a la normalidad después del ictus, del largo tiempo en coma y del despertar con una amnesia profunda y selectiva. También es la historia de un redescubrimiento, el de su entorno y sus hábitos, a partir del cual puede reconstruir el mundo en que ha vivido, saber quiénes son los que la rodean y, en definitiva, descubrir quién fue ella, porque ahora, definitivamente, ya es otra. Periodista, divorciada, con dos hijos, una nieta, un perro fiel y una asistenta centroamericana, Celia tiene leves recuerdos plácidos, pero en lugar de nubarrones en su vida no encuentra sino vacíos. Y con la apremiante necesidad de reconstruir su biografía y de encontrar la contra-seña con la que abrir sus escritos, Celia viajará con su hija a su casa en la playa, a Zaragoza, a París, donde sabe que fue feliz.
El periplo existencial de Celia la lleva en primer lugar a Zaragoza, a París, a Cambrils, a Daroca, y en todos estos lugares la aguardan revelaciones vitales sobre si misma que darán resolución al enigma referido en el título del libro: una sola palabra clave para acceder a su ordenador personal.
Entenderéis que para una escritora, como es Celia, la palabra clave que da acceso a su ordenador personal cobra un sentido metafórico: no es sólo una cuestión de seguridad informática sino que esa palabra es, valga la redundancia, la clave de la personalidad de Celia, el núcleo de su vida.
Resulta también destacable el elevado número de personajes que, de modo gradual, pone en escena Joaquín: comenzarán por ser su hija Paula y la aludida Rosario, pero a continuación entraran en juego su hermana, su exmarido, su editor, sus amigas, su yerno, sus familiares de Zaragoza y Daroca… Y, cómo no, su perro Charlie, un pastor alsaciano que se convierte en personaje principal, a pesar de su condición animal, porque, según declara la propia Celia, a él ni siquiera le hizo falto reconocerlo. Nada más volver de la clínica y acudir a su lado, supo que era él sin necesidad de nombrarlo.
La geografía es una de las claves de “Una palabra tuya”, como lo es también el fútbol. Joaquín Berges escribe sobre el Real Zaragoza, equipo del tío Augusto de Celia. También del Paris Saint Germain, donde jugó su amigo Lucien. Incluso escribe sobre un equipo de fútbol de Guatemala: el Deportivo Cuatepeque al cual está vinculada Rosario. Son todos ellos fragmentos de vida que Celia va descubriendo, como si mirara a través de un caleidoscopio cuyos fragmentos debe ordenar en el tiempo.

Tal como indicaba, conforme Celia va descubriendo esos fragmentos y viaja hacia el pasado remoto, la novela va desnudándose desde el punto de vista estilístico. El autor practica un lirismo apenas perceptible, una suerte de simplificación en cuanto al tratamiento de los ambientes y de los personajes que me recuerda una célebre biografía de los últimos años: “García Márquez: el viaje a la semilla”, donde el biógrafo Dasso Saldívar reconstruye Macondo a partir de la vida de Gabriel García Márquez. En este sentido podría afirmarse que “Una sola palabra” es el viaje a la semilla de la escritora Celia Ruiz Álvarez.

sábado, 26 de agosto de 2017

LA LOMA DEL ÁNGEL de Reinaldo Arenas

En 1987, a pocos años de su llegada a los Estados Unidos, Reinaldo Arenas publica la
novela La loma del Ángel, reescribiendo paródica e irreverentemente una de las grandes obras del siglo XIX cubano: Cecilia Valdés o La Loma del Ángel (1882) de Cirilo Villaverde.1 En las páginas arenianas se recrea la historia de la joven Cecilia, mulata blanconaza, quien forma parte de la genealogía de mujeres descendientes de Amalia, una africana traída a Cuba como esclava,y de sus sucesivas procreaciones con hombres blancos. En estos entrecruzamientos raciales se encierra la tragedia del encuentro/ choque entre América y Europa, signado, entre otros factores, por la violación sexual, la posesión, la esclavitud y el deseo. Las mulatas comprenden, muy pronto, que su blanqueamiento, el hecho de “adelantar la raza”, les confiere cierto ascenso social. El mestizaje, entrelazado a la esclavitud y a la historia de la producción azucarera, foco principal de la novela de Villaverde–de corte realista-costumbrista con altas dosis de romanticismo–, le sirve de motivo a Arenas para echar a volar, desenfadadamente, su imaginación.
En La loma, la mulata Cecilia se enamora nuevamente de quien no sabe es su medio
hermano, hijo del padre blanco que no conoce y el cual no la reconoce como hija legítima (de ahí la locura e internamiento de su madre y el que la haya criado su abuela). La historia termina, aunque con cambios sustanciales en el desenlace, con la trágica muerte del amante-hermano Leonardo, en manos del mulato José Dolores Pimienta que, enamorado de Cecilia, ejecuta la venganza.
Arenas, en su prólogo a la recreación de la obra decimonónica, justifica este acto de
apropiación de la escritura de Cirilo Villaverde con el hecho de que su novela excede la
conocida lectura como cuadro de la época en cuyo centro está el tema racial. Según Arenas:
“La obra no es solamente el espejo moral de una sociedad envilecida (y enriquecida) por la
esclavitud, así como el reflejo de las vicisitudes de los esclavos cubanos en el pasado siglo, sino también es lo que podría llamarse ‘una suma de irreverencias’ en contra de todos los
convencionalismos y preceptos de aquella época (y, en general, de la actual) a través de una
suerte de incestos sucesivos” Arenas extiende así una invitación a su recreación de
la novela de Villaverde, evocando las pautas que han denotado su propia escritura: la
irreverencia, la parodia, la hipérbole, el desacato.
Este trabajo no pretende seguir la saga palimpséstica, buscar relaciones o
desencuentros intertextuales entre la Cecilia areniana y la de Villaverde, o buscar referentes
contrapuntísticos con las novelas antiesclavistas cubanas producidas por el círculo

delmontino.2 Más bien, retomando lo observado por William Luisv se examina la recreación que hace Arenas de la novela de Villaverde a partir de su tratamiento al tema de la raza en relación a la política racial cubana post-1959.3 Este estudio pasa entonces por alto la advertencia de Arenas para demostrar cómo la novela se instala en el espacio ideológico de la revolución con el propósito de discutir sobre identidades raciales. En sus páginas se refleja una crítica a lo pronunciado por la discursividad revolucionaria que proclamaba la erradicación del racismo y una sociedad inclusiva donde blancos y negros colaboraban armoniosamente en la construcción del socialismo.