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domingo, 19 de noviembre de 2017

UN ALMA DE DIOS de Gustave Flaubert


Un alma de Dios, escrito en 1877, está considerado uno de los más importantes relatos de la Literatura Universal. A través de su lectura, podemos hacernos una idea general de cómo era la burguesía del siglo XIX: su hipocresía, mediocridad y egoísmo. Pero la grandeza de esta obra nos la encontramos en el personaje principal, Felicidad, un alma cándida, llena de ternura, muy compasiva, que intenta siempre ayudar a los demás. Esta dulzura contrasta con la dureza de su entorno, lo que sirvió a Flaubert para criticar la sociedad de su época con mucha sutileza y utilizando siempre la palabra exacta. Uno de los temas más conocidos del libro será la intensa relación entre Felicidad y su loro, que le brindará la compañía que las personas le niegan.
En este relato nos encontraremos con muchos elementos que aparecen en
Madame Bovary, su más importante novela.
El talento de un artista se manifiesta no solo en sus obras principales, sino también en la distancia corta, en los trabajos aparentemente menores, ejercicios de estilo, esbozos, apuntes y hasta podría decirse que divertimentos. Aunque la obra que nos ocupa, «Un coeur simple»(atinadamente traducido como «Un alma de Dios», igual de bien que todo el libro, por cierto) es un relato tan corto como intenso. Porque en las apenas noventa páginas de esta edición, Flaubert despliega un abanico de emociones y desolaciones humanas que te dejan el corazón tiritando.
El novelista francés aprovecha para tirar con bala contra la hipocresía burguesa, su egoísmo, su mediocridad vestida de opulencia, mientras el héroe de esta película (entre el neorrealismo y la nouvelle vague, valgan las comparaciones) o mejor, la heroína, es una mujer tan sencilla como adorable, un alma cándida, un alma de Dios, como dice el título, una mujer llamada Felicidad que solo conoce la lealtad a su señora y la pasión sincera, desgarradora, por un loro que será a la postre quien la cobije bajo sus alas mientras el género humano la ningunea, la humilla, la echa a la cuneta de la vida. No hacen falta trillones de caracteres para que caiga sobre uno toda la tristeza del mundo. Este libro es la prueba.



1 comentario:

  1. Gracias, Antonio, por tu comentario de libro. Me mantienes interesado por los libros.
    Abrazos.

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