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domingo, 24 de septiembre de 2017

LA OBRA MAESTRA DESCONOCIDA de Honoré de Balzac

La fábula de Honoré de Balzac La obra maestra desconocida es fascinante, tanto por su contexto como por su lección. La primera versión apareció en 1831, en la revista L'Artiste, y fue subtitulada entre paréntesis como "cuento fantástico" a la manera de los relatos de E. T. A. Hoffmann. La quinta y definitiva, que vio la luz catorce años más tarde, se incluyó en el conjunto de cuentos Le provincial à Parisy su lectura nos asoma a la historia del anciano pintor Frenhofer y su lucha frente a lo inefable a través de la fantasía y el amor; amor a una mujer, a lo creado por las propias manos, o a ambas cosas a la vez. El relato de Balzac también sugiere que sólo a través del arte y la poesía es posible el conocimiento, vislumbrar esa temible morada que es presumiblemente la eternidad, en la que no se entra si no es abrazando la muerte. Sobredosis de barbitúricos, el flujo de la sangre interrumpida... Rothko, Pollock, David Smith... Esa peculiar ilusión de lo definitivo, la muerte, venerada en los museos y en la educación artística americana, es la misma que el maestro Frenhofer anticipó en su taller ante el súbito descubrimiento de su inútil esfuerzo. Queremos ver en el viejo loco al héroe. Su actitud romántica, su búsqueda de un sueño supuestamente imposible, hace que la influencia cervantina en La obra maestra desconocida sea completamente natural. Flaubert, Dostoievski, Melville... ¿Cómo no gravitar hacia la órbita de Balzac?

Con todo, sería bueno y esperanzador romper con el decoro interpretativo de La obra... Conscientes de que la superioridad masculina -la superioridad de Frenhofer- es mucho más que una ficción, podemos ver en el relato de Balzac el papel secante que expresa el (útil) reconocimiento de la sumisión de la mujer que se experimenta dividida, atrapada en las contradicciones entre su posición como ser humano y su vocación de musa.

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