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sábado, 16 de septiembre de 2017

RAPSODIA de Pere Gimferrer

Se ha desencuadernado por la mitad de mi vida,
como el pienso del alba se desploma en los sauces:
tiene el tacto de cuero de la noche dormida
y el corazón de hierro del pajar de la sombra.
Todo irreal: la caja de las estalactitas,
catedral de salitre con el serrín del alba,
cuando lo que viví se convierte en metáfora
y en mis manos el dije de tus nalgas es oro.
Maleza: yo he vivido de la luz de malezas,
la blonda del pasado del color del percal,
la rueda de los aires del agua de la noche
y el castillo de agujas de tus ojos de hada
que ha sellado los ojos de la torre de plomo.
Años ambiguos, años de entrecruzarme a solas
con la esgrima nocturna del zigzag de los astros,
años sin ver tus ojos en el armario a oscuras,
la caoba del aire despeinado en sus horcas.
En la laguna estigia de mi cruel juventud
era el Leteo el río de mis adolescencias,
porque cabe por siempre demorar el pasado
para no repetirse en la noche cromada.
Yo entregué el pedernal de mi vida en tus manos:
una bomba incendiaria en un pomo de flores,
una imagen de arcilla que ha cuajado en la lava.
El arquitrabe rojo que sustenta las noches
vive en la hoguera de tus nalgas rosa;
el arquitrabe negro de la luz
ha flechado los aires de tu cuerpo.
Y así viví: en la noria de un Prater de puntilla,
en el cielo de otoño: Up in the air, carátulas,
el plató de la luna desmochada en el viento.
Así viví: en un parque de atracciones
desafectado ya, como un guante vacío

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