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sábado, 2 de septiembre de 2017

UNA SOLA PALABRA de Joaquín Berges

Una sola palabra es la historia de una convalecencia en la que Celia intentará rehabilitarse, volver a la normalidad después del ictus, del largo tiempo en coma y del despertar con una amnesia profunda y selectiva. También es la historia de un redescubrimiento, el de su entorno y sus hábitos, a partir del cual puede reconstruir el mundo en que ha vivido, saber quiénes son los que la rodean y, en definitiva, descubrir quién fue ella, porque ahora, definitivamente, ya es otra. Periodista, divorciada, con dos hijos, una nieta, un perro fiel y una asistenta centroamericana, Celia tiene leves recuerdos plácidos, pero en lugar de nubarrones en su vida no encuentra sino vacíos. Y con la apremiante necesidad de reconstruir su biografía y de encontrar la contra-seña con la que abrir sus escritos, Celia viajará con su hija a su casa en la playa, a Zaragoza, a París, donde sabe que fue feliz.
El periplo existencial de Celia la lleva en primer lugar a Zaragoza, a París, a Cambrils, a Daroca, y en todos estos lugares la aguardan revelaciones vitales sobre si misma que darán resolución al enigma referido en el título del libro: una sola palabra clave para acceder a su ordenador personal.
Entenderéis que para una escritora, como es Celia, la palabra clave que da acceso a su ordenador personal cobra un sentido metafórico: no es sólo una cuestión de seguridad informática sino que esa palabra es, valga la redundancia, la clave de la personalidad de Celia, el núcleo de su vida.
Resulta también destacable el elevado número de personajes que, de modo gradual, pone en escena Joaquín: comenzarán por ser su hija Paula y la aludida Rosario, pero a continuación entraran en juego su hermana, su exmarido, su editor, sus amigas, su yerno, sus familiares de Zaragoza y Daroca… Y, cómo no, su perro Charlie, un pastor alsaciano que se convierte en personaje principal, a pesar de su condición animal, porque, según declara la propia Celia, a él ni siquiera le hizo falto reconocerlo. Nada más volver de la clínica y acudir a su lado, supo que era él sin necesidad de nombrarlo.
La geografía es una de las claves de “Una palabra tuya”, como lo es también el fútbol. Joaquín Berges escribe sobre el Real Zaragoza, equipo del tío Augusto de Celia. También del Paris Saint Germain, donde jugó su amigo Lucien. Incluso escribe sobre un equipo de fútbol de Guatemala: el Deportivo Cuatepeque al cual está vinculada Rosario. Son todos ellos fragmentos de vida que Celia va descubriendo, como si mirara a través de un caleidoscopio cuyos fragmentos debe ordenar en el tiempo.

Tal como indicaba, conforme Celia va descubriendo esos fragmentos y viaja hacia el pasado remoto, la novela va desnudándose desde el punto de vista estilístico. El autor practica un lirismo apenas perceptible, una suerte de simplificación en cuanto al tratamiento de los ambientes y de los personajes que me recuerda una célebre biografía de los últimos años: “García Márquez: el viaje a la semilla”, donde el biógrafo Dasso Saldívar reconstruye Macondo a partir de la vida de Gabriel García Márquez. En este sentido podría afirmarse que “Una sola palabra” es el viaje a la semilla de la escritora Celia Ruiz Álvarez.

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