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sábado, 26 de agosto de 2017

LA LOMA DEL ÁNGEL de Reinaldo Arenas

En 1987, a pocos años de su llegada a los Estados Unidos, Reinaldo Arenas publica la
novela La loma del Ángel, reescribiendo paródica e irreverentemente una de las grandes obras del siglo XIX cubano: Cecilia Valdés o La Loma del Ángel (1882) de Cirilo Villaverde.1 En las páginas arenianas se recrea la historia de la joven Cecilia, mulata blanconaza, quien forma parte de la genealogía de mujeres descendientes de Amalia, una africana traída a Cuba como esclava,y de sus sucesivas procreaciones con hombres blancos. En estos entrecruzamientos raciales se encierra la tragedia del encuentro/ choque entre América y Europa, signado, entre otros factores, por la violación sexual, la posesión, la esclavitud y el deseo. Las mulatas comprenden, muy pronto, que su blanqueamiento, el hecho de “adelantar la raza”, les confiere cierto ascenso social. El mestizaje, entrelazado a la esclavitud y a la historia de la producción azucarera, foco principal de la novela de Villaverde–de corte realista-costumbrista con altas dosis de romanticismo–, le sirve de motivo a Arenas para echar a volar, desenfadadamente, su imaginación.
En La loma, la mulata Cecilia se enamora nuevamente de quien no sabe es su medio
hermano, hijo del padre blanco que no conoce y el cual no la reconoce como hija legítima (de ahí la locura e internamiento de su madre y el que la haya criado su abuela). La historia termina, aunque con cambios sustanciales en el desenlace, con la trágica muerte del amante-hermano Leonardo, en manos del mulato José Dolores Pimienta que, enamorado de Cecilia, ejecuta la venganza.
Arenas, en su prólogo a la recreación de la obra decimonónica, justifica este acto de
apropiación de la escritura de Cirilo Villaverde con el hecho de que su novela excede la
conocida lectura como cuadro de la época en cuyo centro está el tema racial. Según Arenas:
“La obra no es solamente el espejo moral de una sociedad envilecida (y enriquecida) por la
esclavitud, así como el reflejo de las vicisitudes de los esclavos cubanos en el pasado siglo, sino también es lo que podría llamarse ‘una suma de irreverencias’ en contra de todos los
convencionalismos y preceptos de aquella época (y, en general, de la actual) a través de una
suerte de incestos sucesivos” Arenas extiende así una invitación a su recreación de
la novela de Villaverde, evocando las pautas que han denotado su propia escritura: la
irreverencia, la parodia, la hipérbole, el desacato.
Este trabajo no pretende seguir la saga palimpséstica, buscar relaciones o
desencuentros intertextuales entre la Cecilia areniana y la de Villaverde, o buscar referentes
contrapuntísticos con las novelas antiesclavistas cubanas producidas por el círculo

delmontino.2 Más bien, retomando lo observado por William Luisv se examina la recreación que hace Arenas de la novela de Villaverde a partir de su tratamiento al tema de la raza en relación a la política racial cubana post-1959.3 Este estudio pasa entonces por alto la advertencia de Arenas para demostrar cómo la novela se instala en el espacio ideológico de la revolución con el propósito de discutir sobre identidades raciales. En sus páginas se refleja una crítica a lo pronunciado por la discursividad revolucionaria que proclamaba la erradicación del racismo y una sociedad inclusiva donde blancos y negros colaboraban armoniosamente en la construcción del socialismo.

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