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sábado, 20 de diciembre de 2014

BARRIO DE MARAVILLAS de Rosa Chacel




           Rosal Chacel, una de las pocas mujeres activas de la generación del 27, continúa, a sus venerables 83 años, ejerciendo un magisterio indudable entre los jóvenes escritores. Atrás quedó una infancia llena de recuerdos, una vida privada celosamente guardada de la curiosidad y una producción ininterrumpida de una obra hecha con la sutileza de un encaje, escrita en una lengua parca y esclarecedora. Su primera obra, Estación de iday vuelta, data de 1930 y le abrió las puertas de Revista de Occidente. Para entonces ya estaba casada con el pintor Timoteo Pérez Rubio, el hombre que salvó los fondos del Museo del Prado durante la guerra civil.
          Barrio de Maravillas, es la historia de dos niñas en esa zona de Madrid a principios de siglo. Se trata de dos seres inocentes, en el sentido, precisa la autora, de no saber nada en absoluto de determinadas cosas, de centrarse en su propio ser, de ensimismarse en la cristalina campana de la infancia, donde todo suena con otro eco y destella con otra luz.


         El barrio es casi un personaje más, en continuo diálogo con el resto de las figuras.(...) Habitan el barrio vinateros, hojalateros, serenos, faroleros, bohemios con capa española y sombrero haldudo, figuras populares que animan este espacio, imprimiéndole un inconfundible clima, una peculiar atmósfera. El paisaje humano se completa con los escenarios físicos: la casa, en primerísimo lugar; la farmacia, tan vinculada a la historia de Isabel y Luis; la huevería-pollería; la tienda de ultramarinos; la lechería, las tabernas; el colegio de señoritas; la pensión para huéspedes que regenta la militara... (...).Allí vivió Rosa Chacel el final de ese mundo mágico que es la infancia.

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